Marcos Martínez, supuesto propietario de la discoteca Teatre de Murcia donde el pasado 1 de octubre se originó un incendio que al propagarse a otra contigua causó 13 muertos, declaró este martes como investigado ante la jueza que instruye la causa por otros tantos delitos de homicidio por imprudencia.
El presunto propietario de la discoteca Teatre compareció ante la jueza una semana después de que lo hiciesen el gerente, Juan Inglés Rojo, y su hermana y encargada del local, Eva Martínez, quien atribuyó la responsabilidad de lo ocurrido al organizador de la fiesta.
Este, por el contrario, explica que lamenta mucho lo sucedido pero que él lleva más de cinco años que no tiene nada que ver con la sala«. A preguntas de los periodistas de si él sigue siendo el propietario de la sala, Marco Martínez afirmó: “El dueño de Teatre es Manuel Cerezo”.
Pese a que Martínez asegura que hace años que se desvinculó de la discoteca, la Policía lo considera el auténtico responsable del local.
También han comparecido ya en sede judicial el dueño de la máquina de fuego frío que causó el incendio, según la Policía, y el organizador de la fiesta en la que se usó esa noche.
La jueza espera aclarar, entre otros aspectos, por qué la discoteca estaba abierta pese a tener una orden de cierre, así como la propiedad, gerencia y derecho de uso de los locales que nacieron de las reformas llevadas a cabo en la nave industrial que albergaba la discoteca Teatre, ubicada en una zona de ocio muy frecuentada por clientes latinoamericanos que emigraron a la Región de Murcia, como todas las víctimas, desde Nicaragua, Colombia y Ecuador.
El informe policial técnico definitivo señala que lo sucedido en Teatre y la discoteca anexa La Fonda Milagros, donde fueron encontrados todos los cadáveres, fue «un incendio de carácter accidental por negligencia» en el uso de un aparato de chispas con ignición lenta.
De ahí que, pese a que quien manipulaba ese aparato declarara hace un par de semanas que lo había apagado una hora antes de que las lenguas de fuego devoraran los locales, las llamas pudieran haberse movido pausadamente por encima de la escayola hasta brotar violentamente tiempo después.
El organizador de la fiesta declaró que no se ocupa de comprobar si la persona que maneja la expansión de los gases o maneja ese tipo de máquinas reúne la preparación necesaria porque legalmente no se exigen requisitos para ello, y que era la segunda vez que se usaba en una fiesta en Teatre y anteriormente no había ocurrido nada.