Llevo dos meses sin publicar la columna porque era necesario descansar, poner distancia y, sobretodo, disfrutar de María, mi primera nieta. Además de darme la oportunidad de poner orden en el desorden, físico y mental, que se ha ido acumulando con el paso del tiempo. Esas ocho semanas han sido necesarias para avanzar compromisos profesionales que tenían fecha de entrega y los días se echaban encima. Una serie para la RTVC sobre las noticias que han marcado la actualidad en Canarias, otro proyecto en Tenerife que está pendiente de firma y alguna cosa más. En fin, cosas que enredan y no te permiten ni disfrutar del trabajo. Parar dos meses ha sido una especie de curación y una sorpresa. Les cuento. En la segunda semana o por ahí, raro era el día que algún lector no me preguntaba por la columna. La buscaban los domingos en LA PROVINCIA y no la encontraban. La echaban de menos. Para no dar muchas explicaciones, les contestaba con un «ya veremos…». He recibido muchas más muestras de cariño de las que esperaba. «Sin tu columna, no leeré más el periódico», me decían. Hace una semana me llamó el director, Antonio Cacereño, y en pocas palabras me convenció. «Ayala, el hueco de tu columna sigue esperándote», me dijo. «Cuenta con ella», contesté. Y aquí estoy de nuevo.