Coincidió con el arranque de la campaña electoral del 18-F pero no era un mitin. Soraya Sáenz de Santamaría reapareció este viernes en la escena pública en un foro de debate celebrado en Ribadeo (Lugo), ajeno a la organización del PP, y donde recalcó que «España no es un país corrupto».
La que fuera vicepresidenta del Gobierno de Mariano Rajoy entre 2011 y 2018 protagonizó el IX foro de debate organizado por Sargadelos en Ribadeo.
Soraya Sáenz de Santamaría, en una conferencia titulada El Estado: súbditos o ciudadanos y preguntada por la legalidad de los partidos independentistas, remarcó que «el problema no es lo que pida, sino lo que se está dispuesto a dar, con o sin leyes».
Más allá de la exposición, los temas de actualidad han saltado a la palestra de la mano de los asistentes, que le han formulado a la abogada cuestiones sobre la ley de amnistía o el modelo territorial.
Santamaría, si bien ha evitado profundizar en estos asuntos señalando además que ya no está en primera línea política, sí ha ofrecido su opinión personal. «No es tanto el problema de lo que te pidan, como es problema de lo que tú estás dispuesto a dar, con o sin leyes», ha respondido tajante a un vecino que le ha preguntado si es un error que no exista en España una ley orgánica que «prohíba los partidos independentistas que atenten contra el Estado».
En esta misma línea, y preguntada por la viabilidad de la continuidad del actual modelo territorial, para Santamaría «la virtud está en el término medio». Aunque reconoce que con el modelo se llegó «a un equilibrio» y que ha contribuido, entre otras cosas, «a lograr un desarrollo más o menos equiparable entre territorios, también apunta que «ha llegado hasta donde podía llegar», informa Europa Press.
«Ya hay poco margen para seguir viviendo los partidos de la reclamación constante. (…) Yo no soy partidaria de la uniformidad pero creo que tenemos que encontrar un punto de equilibrio y ser mucho más colaborativos», ha defendido.
En este tipo de debates, ha continuado, muchas veces el ciudadano queda «más al margen» y no se discute «quién puede hacer más o mejor», sino que es un debate de «poder», de «quién acapara más competencias para ser más poderosos, más influyentes o conseguir lo que busca, el camino hacia la independencia».
Banalizar el terrorismo
En este sentido, y en cuanto a la ley de amnistía y la posibilidad de que «salgan en libertad terroristas de ETA», la exministra popular ha señalado que lo que más le preocupa es que se «banalice» el terrorismo.
«Yo creo que es una pena que un país olvide el sufrimiento de tanta gente, que nuestros hijos, no sepan qué fue ETA, que no sepan de los años duros que vivió mucha gente de este país», ha comentado.
Ha mostrado su preocupación porque considera que el terrorismo va más allá de ETA, «que ha desaparecido por el esfuerzo durante tantos años de mucha gente», y que sigue y seguirá existiendo el terrorismo.
Santamaría ha reivindicado, entre otras cosas, el deber del ciudadano en libertad y la importancia de los buenos políticos.
«Hay políticos y políticos. El problema que nos toca vivir es que la política está muy mal vista y nos hemos encargado de eso todos, especialmente los medios, de desprestigiarla (…). Hace falta mucha vocación», ha comentado, preguntándose «quién va a querer dedicarse a ella» con tales niveles de desprestigio y de falta de privacidad.
«Ya de base creo que deberíamos reflexionar sobre un movimiento que es global. Los grandes líderes han desaparecido completamente porque es incómodo, es desagradecido porque desde que entras tienes la tacha de vago, de corrupto», ha apuntado.
De hecho, ha admitido que la política es «una carga». «Cuando lo dejé, al día siguiente, lo que sentí es que me había quitado una mochila llena de piedras de la espalda», ha afirmado. En parte, ha relatado, porque ella -dada la «época complicada» en la que formó parte del Gobierno, en plena crisis económica- no «disfrutó» el poder, sino que lo «ejerció».
«Y esa es una diferencia muy grande. Entre los políticos que ejercen el poder que le dan los ciudadanos para cambiar las cosas y los que lo disfrutan. Y ahí tenemos que educarnos para saber distinguirlos, porque si quieres los distingues», ha asegurado.
El riesgo ante esta situación, ha alertado, es que entren personas «que no han hecho otra cosa jamás y que tienen poco que aportar». Para la exministra, «la desaparición del bipartidismo es un problema a la hora de llegar a acuerdos entre los grandes partidos».
«Hay tal afán por la diferencia que es difícil encontrar un marco de acuerdos y los partidos tienen que volver, como en la época de la Transición, a abrirse a otras cosas», ha reflexionado, tras lo que ha censurado el excesivo «consumo interno de políticos» y ha incidido en el riesgo de «perder permeabilidad» con otras capas sociales.
Hay políticos y políticos. El problema que nos toca vivir es que la política está muy mal vista y nos hemos encargado de eso todos, especialmente los medios, de desprestigiarla»
Frente a esto, la «responsabilidad» del ciudadano está «en votar mucho más informados de lo que lo hacemos». «Y votar. Porque a veces ni hacemos ese esfuerzo», ha lamentado.
Esta receta sirve también para hacer frente a los populismos y a las autocracias que pretenden «demostrar que esas democracias consolidadas no generan tanta riqueza ni tanto crecimiento como sus sistemas autocráticos donde uno manda y todos obedecen».
Para Santamaría el 2024 será un año «crucial» para ver el «estado de salud de la democracia en el mundo», con el 51% de sus habitantes votando, «también los gallegos».
«Me pregunto si a la conferencia no hay que añadir el título de consumidor porque, por desgracia, muchas veces nos hemos convertido en consumidores de política. (…). Dicen que el problema de los políticos es la comunicación y discrepo. Es el proyecto, pero a nadie le interesa (…). El ejercicio de responsabilidad es valorar esos proyectos», ha explicado.
«Esa responsabilidad tenemos también que ejercerla a la hora de pedir una cierta moderación y consensos políticas. España tiene ante sí prioridades que es imposible cumplir en cuatro, en ocho o en doce años. El debate sobre la energía, cómo regulamos la tecnología, cómo solucionamos el problema de la sequía no es algo que se pueda decidir hoy y cambiar a los cuatro años siguientes si hay un cambio de gobierno», ha reflexionado.
Esto, ha continuado, no puede hacerlo el Estado solo. «Tiene que escuchar a la sociedad civil y al sector privado», ha animado.
Crítica «dentro de casa»
En otro orden de cosas, para la que fue también portavoz del Gobierno de Rajoy «la crítica interna es buena; constructiva desde la lealtad», aunque sí ha defendido que se haga «dentro de casa». «Si te vas a someter a la disciplina de partido, te callas. Si eres crítico, actúas en consecuencia. Y eso a veces no lo vemos. Vas a un medio, quedas fenomenal, pero a la hora de votar… Y sigues allí, que igual hay decisiones que te tienes que plantear deontológicamente», ha reflexionado.
Aunque reconoce que el sistema democrático español es «imperfecto» -«¿qué modelo humano es perfecto?»-, se ha mostrado tajante al responder y asegurar que España «no es un país corrupto».
«En España puede haber corruptos, pero no es un país corrupto. Hemos dejado que lo crean», ha afirmado, deslizando además que «si hay un político que se corrompe es porque alguien lo corrompe, y ese alguien no está en política». «Deberíamos mirar también los aledaños de la política», señaló.
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