La economía aragonesa observa con calma chicha la movilización agraria que revoluciona el corazón de Europa. Alemania, Italia y Bélgica, pero sobre todo Francia, viven revueltas de sus trabajadores del campo. Es en el país galo donde más incisivas han sido las protestas, que atesora ya dos semanas de revueltas con cortes de la circulación en las principales autovías durante varias jornadas. Resulta que la nación vecina es el cliente del comercio exterior aragonés: a falta de conocer los datos de diciembre, Aragón había exportado a Francia una producción por valor de 3.305 millones de euros, lo que supone un récord histórico a falta de sumar los últimos 31 días del ejercicio.

Las relaciones con el país vecino las lidera el principal motor de la economía aragonesa: el automóvil. La industria de la automoción aragonesa vendió a Francia vehículos y componentes por valor de 1.166 millones de euros. Sin embargo, llama la atención el peso que precisamente tiene el sector agroganadero. Los franceses importaron el año pasado 457,17 millones de euros de productos alimentarios, con preponderancia de cárnicos (152,64 millones de euros) pero seguido en la cercanía por el cereal (98,54 millones) y los productos hortofrutícolas (45,77 millones), según los datos extraídos del portal Datacomex del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa.

La preocupación se ha extendido durante las dos últimas semanas entre los empresarios y transportistas aragoneses, que veían como los bloqueos de las carreteras dejaban varados a cientos de conductores. Decenas de camiones quedaron parados en la frontera francesa en lo que se denominó como un viernes negro (en referencia al último de enero) del que todavía no se han cuantificado las pérdidas, si bien desde el sector reconocen que las movilizaciones se han calmado durante las últimas jornadas.

«Francia es el primer mercado en casi todas nuestras exportaciones, sigue creciendo y es muy relevante. Las empresas, de momento, nos dicen que no hay afecciones significativas, pero llevan días trasladándonos preocupaciones muy directas. Es un nuevo conflicto que si se mantiene en el tiempo podría tener implicaciones», explica Marta Sorbed, la jefa de servicio de Consultoría internacional de la Cámara de Comercio de Zaragoza.

El sector primario

El riesgo principal está precisamente en un subsector del campo: la producción frutícola. «Francia es el segundo mercado para Aragón, pero hemos tenido la suerte de que las exportaciones empiezan en primavera. De momento, los productos más afectados son la trufa y la manzana», apunta Sorbed.

Los puestos de mando en las carreteras fronterizas llevan días observando los movimientos de los tractores franceses. El jueves pasado, la columna de tractores que asedió París durante la semana se reprodujo en la A-9 hacia Perpiñán, la autopista que conecta con Girona y uno de las principales arterias que atraviesan la frontera entre ambos países.

La cuestión es que la mayor parte de la mercancía aragonesa transportada al país galo se mueve por carretera por motivos evidentes de proximidad fronteriza. A falta de cerrar 2023, el valor de la producción transportada por las vías de circulación ascendía a 2.737 millones de euros.

El peso que Francia tiene como cliente del sector agroganadero aragonés no hace sino subrayar la relevancia de las acusaciones vertidas por altos mandatarios y exministros del Gobierno galo en las que cuestionan que los productos españoles cumplan con los requisitos de la Unión Europea en cuanto a la utilización de fitosanitarios y el cumplimiento de algunos requisitos medioambientales.

Por ejemplo, el primer ministro francés, el recién nombrado Gabriel Attal, cargó contra los sectores agrícolas de España e Italia y les acusó de competencia desleal. Estas críticas se añaden a los ataques a camiones que transportan productos desde España. También se sumó la exministra francesa de Medio Ambiente Segolène Royal, que criticó los productos ecológicos españoles como el tomate en un programa de televisión donde aseguró que son «falsos» e «incomibles» al tiempo que acusaba al sector agrícola español de no respetar las reglas francesas.