Han sido días de infarto para los integrantes del grupo de rock Bi-2, una de las bandas musicales más populares de la Federación Rusa, ganadores de dos docenas de premios musicales y fervientes opositores a la guerra de Ucrania y a las políticas de Vladímir Putin. El pasado fin de semana, tras un concierto en Phuket, un balneario en la costa de Tailandia muy frecuentado por turistas rusos ahora que los viajes a Europa han sido restringidos casi por completo, los miembros de la banda fueron detenidos por las autoridades locales de inmigración bajo la acusación de haber realizado una actividad laboral provistos únicamente de un visado de turista. Han pasado casi una semana en centros de detención para inmigrantes antes de ser deportados este miércoles en un vuelo a Israel. Paralelamente, otras figuras artísticas rusas, como el humorista Maksim Galkin o el rapero Alisher Morguenshtern, también opuestos a la invasión de Ucrania, vieron como su presencia en Indonesia y los Emiratos Árabes Unidos respectivamente era vetada por las autoridades locales, presionadas en algunos casos ya de forma abierta por Moscú.

«La embajada de Rusia ha exigido que todos los músicos sean entregados y deportados a Rusia; los rusos son muy influyentes allí», ha declarado a EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica, Dmitri Gudkov, abogado ruso, exdiputado en la Duma Estatal y destacado líder opositor instalado en Alemania, quien desde Europa ha realizado en los últimos días numerosas gestiones para evitar que los músicos de Bi-2 fuesen devueltos a Moscú. «El Gobierno de Tailandia no sabía qué hacer», ha continuado, constatando al mismo tiempo la existencia de una lista internacional de «artistas no deseables» elaborada por el Gobierno ruso. «Estamos haciendo frente a presiones sin precedentes», había admitido, por su parte, VPI Event, la empresa organizadora del evento.

El grupo está compuesto por siete músicos, cuatro de los cuales poseen la nacionalidad israelí o australiana, además de pasaportes rusos. En la primera parte del cautiverio, estuvieron encerrados en un centro de detención de emigrantes al aire libre de Phuket, a 40 grados de temperatura. Posteriormente, fueron trasladados a Bangkok, donde compartieron celda con unos 80 presos en condiciones muy duras. «Tenían que turnarse para dormir», ha explicado Gudkov. Periódicamente, en la cárcel, se les acercaban «traductores» ruso hablantes que les amenazaban con graves consecuencias y les exigían sobornos, según informó el periodista Mijaíl Kozirev. En todo momento, rechazaron categóricamente reunirse con el cónsul ruso en Bangkok, mientras diplomáticos de Israel se hallaban en contacto con sus ciudadanos y «asistiéndolos» en un intento de evitar su traslado a Rusia, según confirmó en un email a EL PERIÓDICO Alex Gandler, viceportavoz del Ministerio de Exteriores israelí.

Ganas de neutralizar al grupo

Y es que en el Moscú actual, todo apunta a que había ganas, y muchas, de neutralizar a los integrantes de la célebre banda fundada en Minsk en 1985 por Aleksándr Uman y Yegor Bortnik, entonces dos adolescentes, y autora de éxitos como ‘El coronel no tiene nadie que le escriba’, un tema extraído de la banda sonora de ‘Hermano-2’, una película sobre mafiosos que obtuvo un gran éxito en el año 2000 en Rusia. Su popularidad en su país de origen equivale a la que disfrutaron en su día en España grupos de rock alternativo como Radio Futura o Héroes del Silencio, y por esta razón, personajes como Maria Zajárova, la portavoz del Ministerio de Exteriores, o Andréi Lugovói, parlamentario ultranacionalista y uno de los autores del envenenamiento de Aleksándr Litvinenko en 2006, habían empleado en los últimos días mordaces palabras para exigir el traslado de los músicos a Moscú. «Les vamos a recibir aquí de forma adecuada… cantarán pronto con cucharas y platos metálicos y bailarán el claqué ante otros reclusos», había advertido sarcásticamente Lugovói.

El humorista Galkin, casado con la leyenda de la música pop soviética y rusa Ala Pugachova e incluido en la lista elaborada por el Gobierno ruso de agentes extranjeros, al igual que los integrantes de Bi-2 por su oposición al Kremlin, vivió hace escasos días una escena similar a su llegada a la paradisíaca isla de Bali, un lugar también muy frecuentado por los turistas rusos. Pese a haber recibido dos días antes un visado de trabajo, los funcionarios de inmigración le negaron la entrada en el país, y durante las conversaciones que mantuvo con ellos, afirma que le fue mostrada «una carta de la embajada rusa» demandando no permitirle la entrada en Bali. Al rapero Morguenshtern, por su parte, le fue prohibida la estancia en los Emiratos Árabes Unidos después de que concediera una entrevista en la que proclamaba su intención de instalar su base de operaciones en Dubai. «En Dubai me había comprado un apartamento y había iniciado un negocio», ha declarado el cantante, antes de dirigir un amargo mensaje a las autoridades emiratís: «Empecé a considerar Dubai como mi casa … Nunca he violado las leyes de los Emiratos Árabes Unidos«.