El pasado martes Mequinenza recuperó una imagen que no había podido vivir, por culpa de la sequía, durante el pasado año. Entre las 8.00 y las 14.00 horas, el pantano contribuyó a la crecida controlada del Bajo Ebro con un desembalse rutinario que también se realizó en los vecinos de Ribarroja y Flix, ya en la parte catalana de la cuenca.
Tal y como explican fuentes de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), esta subida fse lleva a cabo para cumplir con el mantenimiento de los caudales ecológicos previstos en el Plan Hidrológico del Ebro, y tiene tres patas relacionadas entre sí, desde la propia garantía de la renaturalización del régimen de caudales hasta la reducción de la invasión de los macrófitos (algas, que pueden generar otros problemas como el estancamiento del río o la aparición de la mosca negra), pasando por la contribución activa al estudio del tránsito sedimentario.
Con todo, si bien estos desembalses suelen realizarse de forma periódica, unas dos veces por año, durante todo el 2023 no se pudieron llevar a cabo, como consecuencia de la pertinaz sequía que sacudió a buena parte de la margen izquierda de la cuenca del Ebro. Este año, en cambio, las lluvias otoñales e invernales han propiciado una vuelta a la normalidad que ha permitido incrementar los caudales hasta los 1.400 hectómetros cúbicos sumando los embalses de Mequinenza, Ribarroja y Flix, cifras que, por reflejar su dimensión, suman la capacidad del pantano situado en el Bajo Cinca.
Con estas acciones, se ayuda a revertir la sequía del Bajo Ebro, muy salpicada durante el pasado 2023. Desde la CHE subrayan que, gracias a las precipitaciones de los últimos meses, la unidad territorial que va desde Mequinenza hasta la desembocadura del río Ebro «se ha recuperado de la sequía». De esta forma, el embalse aragonés pasó en tan solo unas horas de una capacidad de casi el 84% a una del 81%, teniendo en cuenta que siempre hay que salvaguardar parte de la capacidad del pantano.
Preocupación por la margen derecha y el eje del Ebro
Aún así, no todas las infraestructuras hidráulicas de la margen izquierda presentan esa mejoría, especialmente en la zona más oriental catalana, que en el caso aragonés comprende a la Noguera Ribagorzana. Una situación, esta última, que es más generalizada en los embalses de la margen derecha y del eje del Ebro, de los que la CHE admite que «siguen preocupando». «La margen derecha sobrellevó bastante bien la sequía del año pasado, pero ahora la está sufriendo», indican desde la confederación, donde reconocen que tanto esa parte de la cuenca como el eje dan «síntomas de sequía e incluso escasez en la zona del Huerva». En cualquier caso, desde la CHE son optimistas y esperan que en las próximas semanas las primeras lluvias primaverales «permitan una recuperación previa a la temporada de regadíos».
En datos, embalses de la margen izquierda como Yesa, El Grado o Mediano superan el 80% de su capacidad (en los dos primeros casos, más del 90%), mientras que en la derecha pantanos como el de La Tranquera o Calanda no alcanzan el 50%.