El Gobierno de Baleares y otras instituciones penden de un hilo después de la crisis interna de Vox en esta región. Cinco diputados del grupo parlamentario de la extrema derecha expulsaron del mismo a la presidenta de la formación en Baleares, Patricia de las Heras, y al presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, por «circunstancias internas de este grupo y para conseguir la mejor organización y unidad posible», en palabras de la portavoz Idoia Ribas, y acto seguido, la dirección nacional del partido, encarnada por Abascal y compañía, destituyó a los otros cinco, solicitando al Comité de Garantías su «expulsión cautelar inmediata», asegurando que sólo se mueven por «ambición personal». Los expulsados por la propia dirección del partido son Idoia Ribas, Sergio Rodríguez, Manuela Cañadas, María José Verdú y Agustín Buades.
En este sentido, se ha abierto una fuerte brecha entre la dirección nacional de Vox y su Ejecutiva en Baleares, y es ahora el Partido Popular quien tiene que decidir si continúa apoyando su Gobierno en estos cinco diputados, enfadando así a la dirección nacional de Vox y viendo comprometida la gobernabilidad de Ayuntamientos y Consells, o si se apoya en los dos diputados que han mantenido el apoyo de Vox a nivel nacional, pero con esta suma no conseguiría los apoyos suficientes para sacar adelante ninguna iniciativa. Es esta la situación en la que se encuentra la presidenta balear, Marga Prohens (PP), en la encrucijada de tomar una decisión envenenada por ambos lados: o apoyarse en los cinco independientes que le dan la mayoría numérica, arriesgándose a abrir un cisma aún más grande con Vox en clave nacional y en Ayuntamientos en los que cogobiernan, o hacerlo en los dos diputados expulsados del grupo parlamentario, y que no le permitirían sumar apoyos suficientes para gobernar la Comunidad autónoma.
La directiva nacional de Vox, por su parte, ha asegurado que mantendrá el apoyo al Gobierno popular de Prohens, pero solo con los dos diputados «expulsados unilateralmente del partido”. Esta situación se traduce en que hay cinco diputados que sostienen seguir representando al partido, pero el partido sólo reconoce a los dos que han sido expulsados por esos mismos cinco.
Vox empezó la legislatura con ocho diputados, y hace unos meses, perdieron a Xisco Cardona por discrepancias con el grupo parlamentario y, ahora, se abre una nueva brecha con esta situación. Dos fieles a la dirección nacional, fuera del grupo parlamentario, y cinco que han sido castigados por Santiago Abascal por tomar la decisión de cesar a sus dos compañeros. Ahora, el PP debe tomar una decisión de urgencia y tomar partido en esta situación, optando por mantener la gobernabilidad pese a recurrir a los tránsfugas o si, por contra, mantendrá un Ejecutivo más endeble. El PP tiene 25 escaños en el Parlamento balear, y alcanzaba la mayoría absoluta (30) con el apoyo de Vox. Sin embargo, tras las diferentes expulsiones y crisis, el grupo sólo se queda con dos diputados, por lo que no dan los números.
Consecuencias principales de este cisma
La situación que se ha generado, a su vez, le trae problemas al Partido Popular no sólo en el propio Parlamento autonómico, sino en ciertos ayuntamientos y Consells. En concreto, el Ayuntamiento de Palma, el Consell de Menorca, el Ayuntamiento de Calvià y el Ayuntamiento de Marratxí, en los que el Partido Popular gobierna con la ultraderecha, la gobernabilidad puede verse puesta en jaque a raíz de estos sucesos.
¿El motivo? La afinidad y proximidad de sus dirigentes a Santiago Abascal. Si en el Parlamento autonómico Prohens decide apoyarse en los tránsfugas, lo pagará en las instituciones mencionadas, y viceversa. Si decide quedarse con los dos diputados afines a Abascal, mantendrá la tranquilidad en los Ayuntamientos, pero tendrá muy complicado sacar adelante cualquier medida en la Asamblea balear.
Mientras tanto, los cinco diputados que controlan el grupo parlamentario han mantenido que «siguen formando parte de Vox» y se han mostrado dialogantes con la dirección del partido para apaciguar las cosas. El portavoz adjunto del grupo, Sergio Rodríguez, ha subrayado que su intención nunca ha sido la de abandonar el partido y advertido a la dirección nacional, señalando que «la política del avestruz jamás ha solventado ningún problema». El diputado ha recordado cuál fue la primera división, venida por la salida de Cardona tras las negociaciones con el PP por el plan de segregación lingüística, y ha señalado que la cúpula del partido en Madrid intentó poco después que los diputados «abrieran un nuevo frente político» por el 25% de horas lectivas en castellano.
Sobre la expulsión de Le Senne, Rodríguez ha argumentado que se ha producido por su condición de miembro del Comité Ejecutivo Provincial, además de por ausentarse de las reuniones del grupo parlamentario, argumentando que su puesto como presidente de la cámara le eximía de participar en ellas. «Le Senne sabrá qué directrices quiere seguir y hasta qué punto se puede enrocar en esta posición», ha expresado, en referencia a la intención de Le Senne de continuar en sus roles hasta que no haya una resolución judicial que le diga lo contrario. «Somos fieles a lo que firmó el PP con Vox, nos vamos a mantener en todos los puntos, no hay negociaciones nuevas ni demandas diferentes. La estabilidad y la gobernabilidad en Baleares está absolutamente garantizada, no nos planteamos más escenarios electorales en un futuro próximo que aquellos que ya están convocados», ha incidido Rodríguez, lanzando un mensaje de tranquilidad a los ‘populares’.