«No tenemos fatiga con Ucrania, tenemos fatiga con (Víktor) Orbán». Estas palabras pronunciadas por el primer ministro de Polonia, el ex presidente del Consejo Europeo Donald Tusk, resumen a la perfección el sentir del resto de jefes de Estado y de Gobierno de la UE que se reúnen este jueves en Bruselas, en una cumbre extraordinaria «crucial» para garantizar la estabilidad financiera a medio plazo que necesita Ucrania para sobrevivir a la agresión de Rusia. Sobre la mesa de los líderes europeos, pese a la movilizavión y protestas de los agricultores a escasos metros de donde se reúnen, un único tema: la revisión del marco presupuestario de la UE para los próximos cuatro años y el fondo de 50.000 millones para Ucrania.
«Víctor quiere ser el centro de atención cada vez que estamos aquí pero no debería ser así», le ha reprochado también la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas a su llegada a la cumbre. El objetivo sigue siendo lograr un acuerdo a 27. Es lo más directo para hacer que la ayuda llegue a Kiev lo antes posible y de ahí los contactos de última hora y la reunión de último minuto organizada este jueves en la sede del Consejo Europeo antes del inicio de la cumbre para tratar de avanzar en un compromiso.
En ella han participado además de Viktor Orbán, Charles Michel (Consejo Europeo), Ursula von der Leyen (Comisión Europea), Olaf Scholz (Alemania), Emmanuel Macron (Francia) y Giorgia Meloni (Italia). «Mi firme convicción es que debería ser posible», ha dicho el canciller alemán a su llegada. «Es el momento», ha añadido. El mismo mensaje que han trasladado los liberales Alexander De Croo (Bélgica) o Mark Rutte (Holanda). «Creo que tenemos que llegar a un acuerdo hoy a 27, incluida Hungría. Soy cautelosamente optimista», ha dicho el holandés, partidario de no «aislar» a Orbán pero tampoco de responder a cada deseo del húngaro.
Pulso al límite
La decisión del húngaro de resistir y llevar al límite su pulso por la financiación para Ucrania ha generado una tremenda frustración y malestar entre el resto de líderes de la UE. «Ciertamente me siento muy frustrado y creo que todos los demás jefes de Gobierno también. Tenemos un sistema de unanimidad para tomar las grandes decisiones, pero se hace sobre la base de que todo el mundo actúa de buena fe y está dispuesto a hacer concesiones y a veces a aceptar cosas que no apoya necesariamente por un bien mayor”, ha dicho el primer ministro irlandés, Leo Varadkar.
Aún así, no hay apetito entre los líderes europeos para llevar al límite la pelea con Orbán y activar el botón nuclear del artículo 7 del Tratado, que en última instancia retiraría el derecho de voto de Hungría en el Consejo, tal y como se ha especulado en los últimos días. «Si nos embarcamos en ese camino pueden pasar meses o un año antes de que sea efectivo”, ha explicado el irlandés. Kallas coincide en advertir el camino incierto que supone esa vía, nunca utilizada en la UE, tanto porque necesitaría el apoyo del resto de socios europeos como porque habría que saber «cómo funcionaremos después».
«La cuestión ucraniana es existencial no solo para Ucrania sino para todos. Quiero convencer a mis colegas y Orbán de que es posible proteger a Ucrania de esta agresión. Creo que lo podemos hacer pero para eso necesitamos unidad. Victor Orbán tiene que ser consciente”, ha insistido Tusk que pese a las advertencias se ha mostrado optimista y convencido de que encontrarán argumentos para convencer a Orbán. “En interés de la prosperidad de Europa tenemos que acordar los 50.000 millones para Ucrania. Su victoria es nuestra victoria”, ha dicho Rutte.