En sus casi 75 años de existencia, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) las ha visto de todos los colores. No solo sufre problemas crónicos de financiación, sino que vive instalada en una temporalidad permanente, derivada del rechazo de Israel a acatar las resoluciones de la ONU que avalan el regreso de los refugiados palestinos a sus hogares (más de cinco millones, al incluir a sus descendientes). Desde hace unos días, sin embargo, se enfrenta a una crisis existencial. El Estado judío ha acusado a una docena de sus trabajadores en Gaza de participar en el atentado terrorista de Hamás del 7 de octubre. Los principales donantes de la agencia han reaccionado suspendiendo sus aportaciones cuando más agónica es la situación de los gazatíes. En una entrevista con El Periódico de Cataluña, del grupo Prensa Ibérica, la directora ejecutiva de la UNRWA en España, Raquel Martí, responde a las alegaciones, explica las medidas adoptadas por la agencia y analiza el escenario que le espera a la población de Gaza si la organización se ve obligada a cesar sus operaciones por falta de fondos.
¿Cómo ha recibido la UNRWA las alegaciones de Israel contra algunos de sus trabajadores?
Estamos evidentemente horrorizados de que unos trabajadores de la UNRWA hayan participado en el atentado terrorista contra la población civil israelí. Lo hemos condenando desde el principio y, desde el principio, hemos estado pidiendo la liberación de los rehenes. No era algo que esperábamos ni algo que pensáramos que podía pasar.
¿Ha compartido el Gobierno israelí con la UNRWA el informe íntegro con las acusaciones?
Nosotros no tenemos el informe, solamente nos han comunicado los nombres. Lo primero que hicimos fue contrastar que eran trabajadores de la UNRWA. No fue inmediato porque la agencia tiene 30.000 empleados, de los cuales, 13.000 están en Gaza. Pudimos contrastar que dos de ellos están muertos y de baja en nuestro sistema; ocho coinciden y se han identificado; y con otro todavía estamos intentando determinar quién es porque un nombre muy común en Palestina. Coincide con dos personas, por lo que hemos pedido más información a Israel. Los contratos de trabajo de los nueve identificados han sido inmediatamente cancelados. Y nuestro comisionado general ha viajado a Nueva York a comunicar personalmente la situación al secretario general de la ONU y pedirle que ponga en marcha una investigación. La investigación ya ha comenzado y estamos esperando los resultados.
Entiendo que, si nueve trabajadores han sido despedidos, es porque la UNRWA considera creíbles las alegaciones presentadas contra ellos.
No es una cuestión de credibilidad, es una cuestión de que nos tomamos muy en serio este tipo de denuncias y pensamos que, para salvaguardar la integridad de la agencia, era conveniente una medida cautelar hasta que se esclarezca cuál es la implicación que han tenido. En caso de que no se pueda demostrar, evidentemente la UNRWA tendrá que compensar a estos trabajadores y volverles a contratar.
Desde entonces, más de una decena de países han suspendido las donaciones, incluidos los principales donantes de la agencia, como Estados Unidos y Alemania. ¿Qué porcentaje del presupuesto representan estas ayudas suspendidas?
En este momento tenemos 15 donantes que han cancelado fondos y que suponen 840 millones de dólares. Esa cantidad equivale a dos tercios de las donaciones que recibimos el año pasado de los Estados.
¿Qué impacto tendrá a corto plazo en Gaza?
En Gaza podemos mantener nuestras operaciones hasta finales de febrero. Para entonces, si no se revierte la situación, tendremos que dejar de operar. Y será un varapalo para la población, que ahora mismo depende de las operaciones humanitarias de la UNRWA. No solo coordinamos y distribuimos toda la ayuda que entra en la Franja, sino que además atendemos a los 1.700.000 desplazados que se alojan en nuestras instalaciones. Con la ayuda que entra, no llegamos a cubrir sus necesidades, pero al menos están sobreviviendo, aunque ya hay registrados medio millón con hambruna y cada día aumentan las personas que pasan hambre. También distribuimos a las municipalidades el combustible que se usa para bombear agua y para las plantas desalinizadoras. De modo que, sin la UNRWA, Gaza no va a sobrevivir.
Semanas antes del escándalo, la prensa israelí publicó que el Ministerio de Exteriores tiene un plan para expulsar a la UNRWA de Gaza. ¿Por qué cree que Israel quiere acabar con la UNRWA?
Habría que preguntárselo a Israel. No es la primera vez que hace ese tipo de declaraciones. Las hemos escuchado a lo largo de muchos años, no solo desde que empezó este conflicto. Ahora mismo somos la agencia que mantiene a la población de Gaza y la agencia que está informando de lo que ocurre sobre el terreno.
Israel les acusa, entre otras cosas, de perpetuar el conflicto defendiendo el derecho al retorno de los refugiados. ¿Quiere Israel destruir a la UNRWA para acabar con ese derecho?
Hay que aclarar que la UNRWA no aboga por el derecho al retorno. Somos una agencia humanitaria dedicada a prestar servicios sanitarios, educativos, básicos y ayuda de emergencia a la población refugiada de Palestina. No tenemos más mandato. Es lo que nos diferencia de ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados), que sí tiene en su mandato buscar una solución para los refugiados, integrándolos en un tercer país o ejerciendo el derecho a retornar a su país de origen. De modo que cuando Israel nos critica diciendo que, en 75 años no hemos solucionado la situación de ningún refugiado, está tergiversando la realidad de nuestro mandato. La UNRWA no defiende el derecho al retorno, solo una solución justa y definitiva para los refugiados palestinos. Pero nosotros no podemos decir cuál es esa solución.
También dice que la UNRWA está infiltrada por Hamás y actúa como un brazo paralelo a su Gobierno en Gaza.
También lo ha dicho de ONU Mujeres, de la Organización Mundial de la Salud o de cualquier organismo, institución o Estado que critique la ocupación, que condene las violaciones de los derechos humanos que comete Israel y que vaya en contra ahora mismo de la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza.
¿Qué pasaría en términos legales y políticos si la UNRWA desapareciera, como quiere Israel?
Imagínense que la UNRWA colapsa y no puede prestar más servicios porque no hay financiación. Tendría que ser la Asamblea General de la ONU, sus países miembros, los que decidan qué van a hacer con esa población y qué agencia se va a ocupar de ellos, si es que deciden mantener los servicios. Ahora mismo la única alternativa sería ACNUR. Quizás Israel no ha pensado que, si la UNRWA desaparece, la alternativa es una agencia que tendrá que trabajar para que los refugiados de Palestina regresen a sus hogares, que hoy en día se encuentran en el Estado de Israel. A la UNRWA le gustaría desaparecer de una vez por todas porque eso significaría que se ha resuelto esa situación y ya no es necesaria.
Si se diera ese escenario, ¿no debería Israel hacerse cargo como potencia ocupante de prestar servicios a los refugiados?
Por supuesto. Tiene la obligación de proteger y encargarse del bienestar de la población ocupada, algo que Israel lleva incumpliendo desde 1967, cuando ocupó Palestina. Israel dice que ya no es la potencia ocupante en Gaza porque sacó de allí a sus tropas y colonos en 2005, pero la ONU le recuerda que hoy no hace falta ocupar físicamente un territorio para controlarlo. Israel hace una ocupación periférica de Gaza, pero con un control efectivo del territorio. Decide quién entra y quién sale, además de las mercancías. Controla las horas de electricidad o los litros de agua que entran en Gaza. Controla la telefonía móvil, el tipo de conexión a internet, todos los aspectos de la vida de los palestinos. Y eso equivale para la ONU a tener el territorio ocupado.
¿Cómo se explica que el presunto escándalo de la UNRWA surgiera el mismo día en que la Corte Internacional de Justicia declarase que existen indicios plausibles de genocidio en Gaza y aprobara medidas cautelares?
Pocos días antes, Israel informó al Comisionado General de la UNRWA de esta situación y fuimos nosotros los que lo hicimos público el mismo viernes del dictamen. Fue el tiempo que nos llevó comprobar que esas personas están en el listado de nuestros trabajadores.
¿Y por qué se decidió hacerlo en ese momento?
Porque somos una organización transparente y cada vez que hay un problema tenemos la obligación de informar al público, a nuestros donantes y, evidentemente, al secretario general de la ONU. Siempre ha sido así y así funcionan todas las agencias. No podemos encubrir ningún hecho.
España es uno de los países europeos que ha optado por mantener la financiación. Otros han actuado antes de conocerse los resultados de la investigación.
Tengo que agradecer al Gobierno de España su postura. Tenía el convencimiento de que iba a ser así por el posicionamiento que ha mantenido el Gobierno hacia la UNRWA y hacia el conflicto, y me parece que es la decisión más consecuente con la situación actual en Gaza. Entiendo perfectamente que los gobiernos quieran una investigación para constatar que la UNRWA no tiene nada que ver con estos hechos delictivos, pero deben entender que ahora mismo no hay alternativa a la UNRWA y que de su decisión depende que la gente no vaya a morirse de hambre, a morirse de sed o a morirse por falta de atención sanitaria y de medicamentos. Ante el interés superior de la vida humana, deberían primar mantener los fondos a UNRWA.
Sus trabajadores han pagado un precio altísimo.
Hay que partir del hecho de que operamos en zonas de alto riesgo. No es fácil y lamentablemente estas cosas pueden pasar. Lo que no se puede es poner el dedo en el ojo de la organización que opera en este contexto, más teniendo en cuenta que nos están matando el personal. 152 trabajadores de la UNRWA han sido asesinados, 145 de nuestras instalaciones han sido atacadas, incluido el edificio donde duerme el personal internacional. Nuestro personal se está dejando literalmente la vida y encima, ahora, la comunidad internacional culpabiliza a todos los trabajadores de la UNRWA y a la propia agencia por los hechos que han cometido 12 personas. En ningún lugar del mundo, en ninguna organización, pasa esto, excepto con la UNRWA.