Elon Musk está de celebración. Este lunes, el magnate tecnológico aseguró que su compañía Neuralink logró implantar su primer chip en el cerebro de un ser humano, el primer paso para alcanzar su soñada meta de convertir a los hombres y mujeres del futuro en cíborgs dotados con capacidades casi telequinéticas. Como es habitual, sus palabras han dado la vuelta al mundo, pero ¿qué hay detrás de este ambicioso proyecto?
Musk es conocido por servirse de la tecnología para dar forma al futuro. Lo ha hecho con los cohetes de SpaceX y con los vehículos eléctricos de Tesla, dos de sus empresas más conocidas. Entre sus otras iniciativas, la mayoría mucho menos exitosas, destaca la atípica Neuralink, una corporación neurotecnológica que fundó secretamente en 2016 junto a un equipo de científicos e ingenieros.
Su misión es implantar pequeños dispositivos electrónicos en cerebros humanos para mejorar la vida de personas con discapacidad: «restaurar la visión» de personas ciegas, la movilidad de pacientes con parálisis y el habla para quienes la han perdido a causa de una enfermedad.
Control con la mente
«Permitirá controlar el teléfono o el ordenador, y a través de ellos casi cualquier dispositivo, solo con pensar», prometió el lunes su plataforma X, anteriormente conocida como Twitter. «Imagine que Stephen Hawking pudiera comunicarse más rápido que un mecanógrafo o un subastador. Ese es el objetivo».
Esta teórica simbiosis entre humano y máquina, entre biología e inteligencia artificial (IA), es el medio declarado del transhumanismo, un movimiento filosófico con tintes de ciencia-ficción y con muchas implicaciones éticas que aboga por el uso de la tecnología para superar las limitaciones de la humanidad y mejorar a la especie humana.
Experimentos para impulsar el cerebro
Cada chip, del tamaño de una moneda, estaría equipado con más de 1.000 electrodos capaces, en teoría, de monitorizar la actividad cerebral y estimularlo a base de impulsos eléctricos. Esos datos serían transmitidos de forma inalámbrica a los ordenadores de los investigadores. Sin embargo, aún hay dudas sobre el posible sobrecalentamiento de los chips, fugas químicas o el desplazamiento de cables a otras áreas del cerebro.
Musk esperó a 2019 para presentar Neuralink al mundo. En 2020 la compañía demostró sus experimentos con Gertrude, una cerda a la que se implantó un chip cerebral y se monitoreó con éxito durante dos meses. Un año después se logró que un macaco pudiese controlar un videojuego solo con su mente.
Neurociencia y maltrato animal
Durante los últimos años, varios neurocientíficos han lamentado que, a pesar de lo impactantes que puedan parecer para el gran público, las innovaciones de Neurolink no suponen un gran salto. De hecho, este tipo de tecnología fue impulsada el año 2002. Lo que más se ha valorado es la capacidad de los chips para su transmisión inalámbrica de datos. «Se trata de ingeniería sólida, pero de neurociencia mediocre», explicó Andrew Jackson, experto en interfaces neuronales de la Universidad de Newcastle, en una entrevista con el medio especializado Business Insider.
Neuralink también ha sido criticada por el posible maltrato animal. En 2022, un grupo animalista presentó una queja ante las autoridades en Estados Unidos tras documentar que al menos 23 monos habrían experimentado un «sufrimiento extremo». A finales de ese año se abrió una investigación federal por una posible violación de las leyes tras matar unos 1.500 animales, entre ellos ratones, ovejas, cerdos y macacos.
Sin embargo, el pasado mayo, la agencia de medicamentos de EEUU dio luz verde a los ensayos clínicos con humanos. «Representa un primer paso importante que algún día permitirá que nuestra tecnología ayude a muchas personas», celebraron desde Neuralink. Aunque Musk aseguró el lunes que el primer implante se ha realizado con éxito, de momento no hay estudios que avalen buenos resultados en cuanto a seguridad y eficacia. De eso dependerá que, en un futuro más o menos cercano, las autoridades sanitarias aprueben oficialmente la tecnología de Neuralink o le pongan freno.