Los vasos comunicantes son ineludibles en política: no hay acontecimientos aislados, crisis susceptibles de circunscribirse a determinado perímetro. Sucede, siempre, que las hondas sísmicas tienen la facultad de reverberar lejos de las lindes en las que la causante o los causantes las pretenden constreñir. Marga Prohens afirma que la voladura de Vox perpetrada por los cinco diputados tránsfugas, dirigidos por la «sujeto» Idoia Ribas, cabeza más o menos pensante del desestabilizador Caballo de Troya que se ha ido construyendo, no tiene consecuencias más allá del propio Vox, del Parlamento balear. Sabe Prohens sobradamente que es falso; seguramente no se ha percatado de que lo urdido, cavilemos si con su anuencia y previo conocimiento, es, además de grave irresponsabilidad política, peligroso, no para su estabilidad, que parece apuntalada por la señora Ribas, que tiene doble mirada: despacho profesional y presidencia del Parlamento, que se le ha puesto cuesta arriba, porque Gabriel Le-Senne rectifica, anuncia que no renuncia acatando taxativo ucase de la dirección nacional; quedamos a expensas de que los letrados de la Cámara afinen sus dictámenes jurídicos. El asunto llegará hasta el Tribunal Constitucional. Largo me lo fiais. Prohens se apoyará en los cinco tránsfugas, que no díscolos, porque han sido expulsados de Vox. Lo ha dicho Ribas repleta del cinismo que caracteriza la condición que ha adquirido: «no vamos a permitir que nada ni nadie se interponga en los objetivos de los ciudadanos de las islas». Lección primera del manual del tránsfuga: nada para mí, todo por la ciudadanía. Miserable.

Pero, cuidado, hay un vector que en el Consulado del Mar (para quien no esté al cabo de la calle sede de la presidencia de la Comunidad Autónoma) se ha obviado, el de los mencionados vasos comunicantes, las imprevisibles reverberaciones que rebasan el ilusorio acotado perímetro. Ahí radica la gravedad del golpe de mano. Veamos: Vox, la dirección nacional del partido, a través de su vicepresidente y secretario general, Ignacio Garriga, ha expulsado fulminantemente a la banda de los cinco, estipulando que son Patricia de las Heras y Gabriel Le-Senne quienes ostentan la representación de Vox. ¿Se quedará quieto Vox si observa cómo Marga Porhens se aviene a un convoluto con los cinco de la banda? No parece plausible salvo que el partido de Abascal esté en imparable proceso de descomposición, que es lo que airean los medios madrileños que tanto pugnaron por levantarlo y ahora piensan que es el principal obstáculo para que Feijóo acabe con Sánchez, objetivo primordial, diríase que único. Prohens tiene que calibrar, o que se lo calibren, que será lo más probable, hasta dónde puede llegar sin provocar fenomenal desestabilización en territorios de las Españas en los que PP y Vox gobiernan en coalición: cinco comunidades autónomas e innumerables ayuntamientos. El PP no va a dejar a Prohens cargarse su estabilidad por una operación de tan incierto futuro como impresentable presente. Además, están el ayuntamiento de Palma y el ignoto Consell de Mallorca, instituciones en las que la desmadeja extrema derecha no se sabe para qué está ni lo que hace.

Vox salta por los aires, como ayer Diario de Mallorca titulaba en su portada, definición exacta de lo que acontece. Lo que está por saberse es si la deflagración, que, insistamos, se ha querido controlada, se ha salido de madre, amenaza con la ruina del edificio institucional levantado por las derechas en España. Vox transita por su hora más difícil, ha tomado el sendero que antes anduvo Ciudadanos, por el que se ha adentrado Podemos sin retorno, pero la extrema derecha está hecha de peculiares mimbres, con capacidad de succión del electorado atrayente para muchos en épocas como la que vivimos, expuesta a violentas turbulencias. Pensemos en la eclosión de los fascismos en la década de los treinta del pasado siglo. Trump, Putin, Milei son sus profetas. Abascal no es el requerido. En su desespero, a la vista de lo que le está haciendo el PP, tal vez concluya que es hora de que también todo lo demás salte por los aires.