No habían pasado ni 48 horas desde que Abascal se blindó al frente de Vox durante cuatro años más, hasta 2028, cuando el partido empezó a implosionar en las islas. La asamblea general para reelegir al presidente se adelantó y terminó celebrándose este sábado en Madrid para, entre otras cosas, acabar con el runrún de crisis interna que ha sido constante durante meses. El cónclave no tuvo una sola crítica pública y el cierre de filas fue absoluto. Pero los problemas, que llevan tiempo sucediéndose en algunos territorios, volvieron a aflorar.
La diferencia es que en estos momentos no hay parche que pueda tapar la descomposición de Vox en Baleares. Dos de los dirigentes más significativos, el hasta ahora presidente del Parlamento, Gabriel Le Senne; y la líder del partido, Patricia de las Heras, fueron expulsados por sus propios compañeros de formación, que ahora se quedan con el control del grupo parlamentario. Son cinco en total.
La operación se ha hecho de acuerdo al reglamento del Parlamento autonómico, que en su artículo 27 establece la posible expulsión de diputados de un grupo si la mayoría así lo decide. Y esa expulsión también provoca la marcha de Le Senne como presidente de la Cámara autonómica (artículo 39 del reglamento), lo que de facto, deja a Vox sin su más alta representación institucional en Baleares. En la dirección nacional ultra sabían desde hace tiempo que la situación estaba descontrolada, pero no esperaban este desenlace que, literalmente, los deja fuera de juego.
Ignacio Garriga, vicepresidente y portavoz nacional del partido, tuvo que reconocerlo abiertamente: “Es una decisión unilateral, sin autorización y de la que no hemos tenido información”. También confirmó lo que era una evidencia: que los cinco diputados rebeldes serán expulsados del partido.
La cuestión es que la popular Marga Prohens afronta ya una primera decisión que puede tener muchas réplicas en su partido: si la persona que sustituye al hasta ahora presidente del Parlament saldrá del grupo parlamentario de los díscolos (que, al ser cinco, le garantizan la mayoría a su Govern) o pacta el nuevo nombre con los fieles a Abascal, que no le pueden proporcionar una suma suficiente para gobernar, pero que representan al partido en su conjunto. Es decir, con qué ala de Vox establece esa interlocución.
Dirigentes del PP reconocen que la situación es rocambolesca. Si Prohens se decanta por la primera vía podría explorar con ese grupo un nuevo pacto para el resto de legislatura. Pero, al mismo tiempo, estaría incumpliendo un pacto firmado con las siglas de Vox a nivel nacional. Y, reconocen otros cargos populares, se podría abrir una crisis mucho mayor con afectación a otros territorios.
Desconfianza de los barones del PP
Dentro del partido de Feijóo llevan días con las alarmas encendidas pensando en cómo influirá el ciclo electoral que viene en los gobiernos autonómicos donde hay coaliciones entre PP y Vox. Solo Andalucía, Madrid y La Rioja tienen mayoría absoluta, mientras que en Cantabria no se firmó pacto con la ultraderecha. El resto, dentro o fuera del Gobierno, dependen de Vox. Un presidente autonómico de mucho peso da por seguro que si hay fracaso, como todo apunta, Abascal “tendrá que endurecer su discurso” y “actuar en consecuencia”. El mismo dirigente apunta a que incluso podría poner en peligro algún gobierno autonómico para «dar un golpe en la mesa», desviar la atención y buscar más diferencias con el PP.
Todo ello con otra cita crucial en medio: las elecciones europeas, donde la ola de extrema derecha que triunfa en Europa (en Italia incluso llegando al Gobierno, pero también con fuerza en Francia, Polonia, Holanda o Hungría) aspira a dar un vuelco al tablero actual en Bruselas. Durante la asamblea general de Vox la primera ministra transalpina, Giorgia Meloni, intervino para pedir a Abascal que pusiera toda la carne en el asador mirando a esa cita, y que por fin, la ultraderecha sea decisiva en la Unión Europea.
También influye que desde hace semanas Abascal se haya separado mucho de Feijóo, al que acusa de manifestarse los domingos contra la amnistía y cerrar pactos al día siguiente con el PSOE. Entre los reproches más recientes está el cambio de la Constitución en su artículo 49 para eliminar la palabra “disminuidos”, y que Abascal llegó a calificar de “golpe” en los pasillos del Senado, apuntando directamente al PP.
Por eso, el desenlace de Baleares y la situación en la que quede el partido de Abascal y el PP (más allá del grupo de rebeldes) puede tener efectos inmediatos para los dos partidos en un momento en que los dos líderes se juegan mucho.