A pesar de que la satisfacción de los españoles con su cuerpo se ha incrementado progresivamente, existe un significativo 52% de la población que no se siente a gusto con su peso. Se trata de una conclusión obtenida por Herbalife y la empresa de investigación IO Sondea en br a los datos recogidos sobre hábitos de nutrición de los españoles en los últimos diez años.

Y, por este motivo, y más en enero, mucha gente recurre a técnicas o estrategias como el ayuno intermitente, un término que describe un periodo en el que se alternan períodos de ayuno y alimentación, en su lucha contra la báscula. Cabe destacar que no se trata de una dieta en sí misma, sino de un régimen alimenticio con la intención de reducir la ingesta calórica.

“Realmente, no es algo novedoso, simplemente se le ha puesto un nombre”, apunta Sandra Carbó, dietista de la clínica deportiva FIX Salud y Deporte. “Mucha gente lo lleva a cabo cuando no desayuna, o cuando cena más temprano. Y, desde luego, es algo que ya se viene haciendo en muchas culturas”, subraya. El protocolo dietético que acompaña al ayuno intermitente habla de “entre 12 y 16 horas sin ingerir alimentos, 24 en algunos casos muy extremos”, e incluiría la ingesta de líquidos como “agua o café”.

“No es una dieta, sino un protocolo dietético con la idea de producir un déficit calórico”, Sandra Carbó, dietista de Fix Salud y Deporte




Entre los beneficios del ayuno intermitente están, según sus seguidores, la pérdida de peso, el retraso del envejecimiento, la reducción del estrés, la regulación de la microbiota intestinal o una mejora de la autofagia, pero también existen ensayos que apuntan que esas mejoras se podrían conseguir mediante cualquier otra estrategia alimentaria de reducción calórica, dado que los pacientes parten con malos hábitos que podrían corregirse fácilmente.

Los posibles riesgos que pueda tener este ayuno dependerá “del número de horas” que se prolongue. “El problema surge cuando tienes alguna patología asociada, porque ahí ya entraríamos en algo más clínico, o si ya tienes una relación mala con la comida. Incluso el estrés de no comer puede ser un problema”, destaca.

Carbó reconoce que el ayuno intermitente puede llegar a ser útil para gente que tiene “un horario complicado o que trabaja con turnos”. “Incluso puede ser interesante para esas personas que no tienen identificada la idea de la saciedad o cuando tiene un hambre más emocional”. En todo caso, “perder peso no es lo principal, sino perder grasa” y, en general, “para población global que quiera cuidarse”, recomendaría “otro tipo de estrategias”: “Establecer hábitos más saludables, tener una organización, incorporar más verduras… Son estrategias que van a ser mejores a la larga y más fáciles de mantener”.

“Realmente, el ayuno intermitente no es una dieta, es un protocolo dietético con la idea de generar un déficit calórico, que se produce al reducir esa ventana de horas en las que podemos comer”, destaca. Y aunque puede llegar a ser “una herramienta interesante dependiendo del estilo de vida y las características de cada persona”, es necesario gestionarla bien. “Hay gente que tiene mala relación con la comida a la que este tipo de estrategias le generan más presión”, afirma. “Incluso hay gente que puede parecerle que esta es la mejor opción y, cuando intenta llevarla a cabo, se da cuenta de que no pero siguen porque creen que es lo mejor”.

Lo ideal sería, en todo caso, llevarlo a cabo guiado o asesorado por un profesional, sobre todo a la hora de “romper ese ayuno”: “Cuando vayamos a ingerir algo, la idea es que no sean alimentos llenos de azúcar o de grasa, o que no sean unas cantidades excesivas”.

Otro aspecto importante y que puede llegar a difuminarse con esta idea del ayuno intermitente es el de la compensación. “Saltarse una comida para comer más en la siguiente no es la opción y si vas a comer el doble por estar un tiempo en ayunas no va a ser lo mejor”, subraya. “También se ha puesto de moda lo de comer una sola vez al día y, luego, comer cualquier tipo de alimento como pizza o hamburguesas, pero eso no es lo mejor”, afirma.

“Comer es sencillo, lo que pasa es que nos lo ponen difícil”, Rubén Carrasco


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“Desgraciadamente, el ayuno intermitente está de moda”, dice, por su parte, el dietista Rubén Carrasco, que apunta que “si quieres ganar salud o mejorar tu forma de comer, no es la máxima prioridad”. “En determinados contextos puede ser útil, pero hay otras prioridades antes que el ayuno. Hay que priorizar los alimentos de origen vegetal, como frutas, verduras y hortalizas, el pescado, la carne…”, enumera.

“Tenemos que estar constantemente desmintiendo bulos y mitos”, dice sobre las modas en torno a la nutrición. “Lo que hay que hacer es empezar por el principio, por los cimientos”, destaca.

También advierte que realizar el ayuno intermitente “a lo loco” puede provocar que “al final estés peor de lo que estabas”. “Vas a restringir más comida, no sabes qué tienes que comer y qué no, puede ser que cuando entres en la ventana de comer comas más porque tienes mucha más hambre… El ayuno, en diversos contextos, puede ayudar a perder peso, a ganar salud, pero eso debe ser algo individualizado para cada persona y guiado por un profesional”.

Porque, advierte, “si se hace mal” existen riesgos como, por ejemplo, el de derivar en un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). “Echas un vistazo en las redes y sale cada gente diciendo cada barbaridad…”, advierte.

Nada partidario de dietas y sí de “cambios de hábitos”, su consejo es “que la gente no se vuelva loca, que vuelva a la normalidad y que no compense, porque no funciona”. “Es más fácil de lo que nos hacen creer porque comer es sencillo, lo que pasa es que nos lo ponen difícil”, afirma: “Hay falta de educación nutricional, en general, y soy partidario de que, por ejemplo, en los colegios se dieran clases de nutrición adaptadas a las diferentes edades”.

Clave: «Cambiar las relaciones con la comida»

La fuerza motivadora del nuevo año que anima a realizar listas de nuevos propósitos puede ser una buena aliada para desarrollar una sana relación con la comida en el proceso de la pérdida de peso, que para Pilar Conde, directora técnica las Clínicas Origen, debe apoyarse en planteamientos que excedan “la simple necesidad de vernos mejor ante el espejo”.

La psicóloga recomienda comenzar con el “reconocimiento de que es necesario cambiar la relación con la comida, porque se come por muchas cuestiones y la mayoría de ellas tienen un trasfondo emocional”.

Pero, ¿cómo saber que nuestros pensamientos, sensaciones y emociones nos influyen a la hora de comer? “La persona siente descontrol y culpabilidad ante ciertas ingestas, acude a la comida para aliviarse cuando algo le provoca malestar o incluso la preocupación o rumiación por la comida se han instalado en el día a día”, enumera Conde, que apunta que “incorporar nuevos hábitos como el de comer mejor requiere de un proceso de adaptación que incluye conectar con las sensaciones de nuestro cuerpo y relacionarnos de una manera diferente con nuestras emociones” y subraya que “no es un proceso lineal, por lo que la tolerancia a la frustración será clave para lograr el éxito”.