El PP sigue congregando a gente en la calle en esos domingos de pan bendito y triciclo del niño, como robándole el domingo a su propia tradición de sagrada familia de derechas. Quiero decir que los domingos de esta derecha ya no son de misa y churrería, sino de un republicanismo sorprendente, descubierto, festivo e insistente. Ahora la derecha ya no exige su patria cojonciana y sacrosanta desde debajo de las enaguas de los curas, ante un retablo dominguero de beatas, coroneles y piononos. No, ahora la derecha se ha afrancesado, sale a las calles con banderas europeas y gorro frigio por encima de las calvas de cajero de banco y de los zorros falsos de las señoras de toda la vida, y pide un país de “ciudadanos libres e iguales”. La derecha les ha quitado el domingo a los curas y le está quitando los ideales a la izquierda, que ya no tiene ideales, sólo estrategia.
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