Tarragona, Guadalajara, Burgos, Valencia y Cáceres. El ‘mapa nuclear’ de España solo tiene cinco provincias. Aunque, en realidad, hoy en día sería más adecuado decir cuatro, ya que la central burgalesa de Santa María de Garoña, inactiva desde diciembre de 2012, se encuentra en proceso de desmantelamiento. En unos años, los reactores que formaron parte durante décadas del paisaje del Valle de Tobalina serán solo un recuerdo. Pese a que el número total es relativamente bajo, el país ocupa el segundo puesto (junto a Bélgica) en el listado europeo de territorios con más reactores en funcionamiento. Mucho más arriba está Francia (59 reactores en servicio), que se ha erigido en gran defensor de una fuente de energía siempre envuelta en un halo de temor. Tanto es así que su Gobierno ya ha proyectado la construcción de ocho plantas más.

Y es que, pese a que para algunos pesan más sus inconvenientes, la comunidad internacional ya reconoce sin reparos que la energía nuclear tiene sus ventajas. Eso no quiere decir que exista unanimidad a la hora de afirmar que estas compensan los riesgos. El pro más importante es que sus emisiones de gases de efecto invernadero son bajas. Un dosier publicado en 2013 por investigadores del Instituto Goddard de Estudios Espaciales, dependiente de la NASA, reveló que en apenas cuatro décadas su uso había ahorrado 64.000 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. Y eso ayudó a evitar 1,8 millones de fallecimientos por contaminación.

La ventaja más importante es que sus emisiones de gases de efecto invernadero son bajas

Pese a sus contras (los residuos y los graves accidentes son los más importantes), este discurso cuenta cada día con más adeptos. Según el presidente y fundador de la ONG Environmental Progress, Michael Shellenberger, es la alternativa más limpia y rápida en el camino hacia la descarbonización. Afirma también que el cierre de las centrales implica un incremento de la quema de combustibles fósiles. Para sostener su tesis, Shellenberger va un paso más allá y confronta esta forma de producir electricidad con las renovables: por ejemplo, sostiene que en el ensamblaje de paneles solares se generan muchos más desperdicios tóxicos.

Mapa de las centrales nucleares españolas Ministerio de Industria


La nuclear no depende de factores externos como las horas del sol y la potencia del viento, por lo que es una fuente de energía más estable. Eso explica que tenga un peso importante en el mix eléctrico de España: de acuerdo con los últimos datos, en 2021 representó el 22,2% del total (ocupó el segundo puesto, por detrás de la eólica) con solo el 7% de la potencia instalada. En 2020, en plena crisis del coronavirus, superó el 33%. En términos de empleo, se estima que da trabajo a unas 30.000 personas.

¿Una energía ‘verde’?

Aunque no hay consenso entre las partes, las instituciones supranacionales están inclinando la balanza en favor de las nucleares. En julio de 2022, y pese a la resistencia de países como España, el Parlamento Europeo la calificó (junto al gas) como energía verde. Esto ha posibilitado que planes privados para poner en marcha centrales jueguen en igualdad de condiciones con proyectos solares o eólicos al optar a ayudas gubernamentales. La ONU también se ha posicionado a favor. Sin embargo, un panel independiente de expertos que asesora a la Comisión Europea publicó entonces un duro informe en el que se mostró en contra de esa decisión. Para ello, enumeró los riesgos de esta tecnología: «Para la protección de recursos hídricos y marinos, para la transición a una economía circular o para la conservación y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas”.

Central nuclear de Ascó Efe


No son los únicos ‘peros’ que los científicos objetan a esta industria. Muchos señalan otros eslabones de la cadena, esos que van más allá de lo que ocurre en las plantas: la extracción de uranio del subsuelo, la fabricación del combustible, la construcción de los reactores (y su desmantelamiento) o el transporte siguen estando en el punto de mira. Ecologistas en Acción lo explica: «Si analizamos todo su ciclo de vida, nos daremos cuenta de que la minería de uranio, la cantidad de cemento requerido o los elementos de las centrales nucleares hacen que tenga un impacto de carbono mucho mayor que las renovables».

Residuos: problema sin solución

La comunidad científica aún no ha encontrado una solución para el tratamiento de los residuos que convenza a todos, tal y como afirma el informe World Nuclear Waste Report. Pese a ello, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sostiene que se ha producido un «progreso significativo» en la gestión de estos desechos (hasta los años 80 se arrojaban al mar) y, en concreto, apuestan por la puesta en marcha de depósitos geológicos profundos.

Ponen como modelo a seguir el que se está levantando en Finlandia, en la isla de Olkiluoto, donde se halla la planta nuclear más grande del país. Tanto es así que de sus entrañas nace un tercio de la electricidad que consumen los finlandeses. Con un presupuesto de 2.000 millones de euros, estos túneles a más de 400 metros de profundidad garantizan el correcto sellado de estos desechos radiactivos en los próximos 100.000 años.

Los residuos siguen siendo el gran obstáculo y problema de la energía nuclear Shutterstock


Y ese es, precisamente, otro de sus principales inconvenientes: su peligrosidad no se apaga hasta que han pasado muchísimos siglos. En eso basa su oposición Greenpeace. «Sus huellas, altamente contaminantes y muy duraderas en el tiempo, y sus riesgos, con accidentes devastadores para la salud de las personas y los ecosistemas circundantes, hacen que la energía nuclear no sea una alternativa limpia y sostenible», subraya la organización. Es más, sus responsables afirman que no existen pruebas de que esta forma de enterrarlos garantice que no se den fugas.

Nadie quiere un ‘megacementerio’ nuclear

En España se intentó poner en marcha una iniciativa similar en Villar de Cañas (Cuenca), pero finalmente decayó por la resistencia de los vecinos y la negativa de las administraciones. Nadie quería que su nombre se ligase a ese ‘megacementerio nuclear’. En su lugar, el Gobierno, en el último Consejo de Ministros de 2023, aprobó el VII Plan General de Residuos Radiactivos y con él la construcción de siete almacenes descentralizados que se ubicarán en el mismo sitio donde está cada central. Foro Nuclear denuncia que esta decisión imposibilitará la reutilización de esos terrenos.

«La peligrosidad de los residuos no desaparece hasta que transcurren muchos siglos», recuerda Greenpeace

Dejando de lado las consideraciones técnicas, en el imaginario colectivo, si algo va unido a las centrales son los accidentes. En concreto, dos: Chernóbil y Fukushima. Del primero han pasado ya casi 38 años y del segundo, 13, pero la devastación que causaron sigue viva en la memoria. En el caso de Fukushima, al quedar la central arrasada por un tsunami, este hecho evidenció un riesgo más para este tipo de energía, derivado directamente del cambio climático. Y es que dos de cada cinco instalaciones están en la costa y, por ello, más expuestas a los fenómenos meteorológicos extremos. También podrían verse afectadas por la subida del nivel del mar. Otra sombra más para una actividad que divide a los gobiernos, confronta a los científicos y que no admite posiciones neutrales.

……………….

ENTREVISTA. Alfredo García, ingeniero de Telecomunicaciones y divulgador

«Los residuos de alta actividad de España caben en un cubo de 13 metros»

Divulga en las redes sociales las ventajas de la energía nuclear para combatir el calentamiento global

Alfredo García, en una central nuclear AG


-¿Puede la energía nuclear ser parte de la solución a la crisis climática?

-Ha demostrado ser una excelente herramienta para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Los grandes países con menores emisiones tienen una parte importante de energía nuclear en su combinación eléctrica. Además, proporciona estabilidad y garantía de suministro a los consumidores. Y todo de una forma sostenible, como han demostrado varios informes recientes. En la COP28 se ha incluido como una herramienta necesaria para reducirlas.

-Uno de los argumentos en contra es el problema de la gestión de sus residuos. ¿Se puede hacer de forma sostenible?

-Es una cuestión tecnológicamente resuelta, sigue unos estándares aceptados y está supervisada por organismos nacionales e internacionales. Lo primero que hay que saber es que se trata de un volumen relativamente pequeño. Todos los residuos de alta actividad generados en España cabrían en un cubo de 13,5 metros de lado. Además, se trata de un sólido cerámico insoluble en el agua, es físicamente imposible que explote y, una vez almacenado en contenedores blindados y herméticos, no alcanza temperaturas que puedan fundirlo. Estos contenedores se refrigeran por circulación natural del aire, sin necesidad de alimentación eléctrica, y son sísmicos y resistentes a impactos de misiles y aviones.

-Finlandia ha construido un gran depósito nuclear geológico. ¿Se podría replicar en España?

-Tras el almacenamiento en contenedores en superficie viene el almacenamiento geológico profundo. Finlandia está terminando de construir el suyo a 500 metros de profundidad en un lugar que permanece geológicamente estable desde hace mil millones de años. Se diseña con unos materiales que resisten el tiempo necesario para que los residuos dejen de ser radiactivos. Y lo hacen sin intervención humana, sin supervisión ni mantenimiento. Eso significa que una vez sellado no tiene gastos de gestión. El Plan General de Residuos Radiactivos de España contempla la construcción de uno en torno a 2070. Actualmente, es la solución de consenso científico.

-¿Debe el Gobierno revisar el calendario de cierre de las centrales?

-Diversos organismos advierten que cerrar las plantas nucleares conllevaría su sustitución por las de ciclo combinado, que queman gas natural. Esto supondría mayores emisiones de gases de efecto invernadero, mayores costes de pagos por ellas, mayor precio de electricidad y mayor dependencia de socios económicos poco fiables. Red Eléctrica ha advertido del riesgo de apagones. España debe seguir apostando por las renovables, pero sin olvidar que son variables y necesitan otras para complementar sus ausencias, a la espera de un almacenamiento masivo en baterías.

…………..

Contacto de la sección de Medio Ambiente: [email protected]