El anuncio de la llegada de la Fórmula 1 a Madrid a partir de 2026 no ha quedado ajeno de polémica política esta semana. Frente a un silencio generalizado en Moncloa, que ha evitado la confrontación, la presidenta de la Comunidad de Madrid y del PP madrileño, Isabel Díaz Ayuso, centraba el tiro contra el Govern de Cataluña y la influencia del independentismo en la región. La concesión de la titularidad a Madrid para albergar el Gran Premio de España hasta 2035 abre la posibilidad de que Montmeló quede excluido del circuito anual, algo chocante para una autonomía en la que el motor, también Moto GP, son los dos eventos deportivos con más apoyo social. Ayuso desea que puedan cohabitar ambos GP para «que ningún proyecto se vaya de España», una posibilidad que solo pueden decidir las autoridades de la competición. Stefano Domenicali, presidente de la misma, a priori, ve posible ese dualismo. También el conseller de Empresa, Roger Torrent, quien muestra optimismo hacia la renovación del contrato, que caduca en dos años. La idea sería nominar como ‘GP de Cataluña’ el evento, desligándolo del de España.
En una entrevista para Catalunya Ràdio, el pasado jueves, Ayuso, pese a todo, ahondó rascó en la cuestión: «lo que no haré es pedir perdón por que la F1 venga a Madrid (…), el capital es libre y decide dónde instalarse». Y apuntó a lo que considera que ha motivado la elección de Madrid para un aparente relevo; con un adelantamiento por la derecha, usando términos automovilísticos. Acusó de «victimismo» a la Generalitat cuando la región «se lleva inversiones de todo el Estado» -es la primera en inversión, muy por encima de Madrid-. Para Ayuso, el problema existente en Cataluña -se extiende a Barcelona- es que ha perdido atractivo en la última década por las «luchas identitarias» y la politización. «Desde fuera genera un mal rollo que no os lo podéis imaginar«, declaró en directo.
Así, la popular entraba, nuevamente, en el cuerpo a cuerpo entre territorios, potenciando una rivalidad histórica que se extiende a múltiples facetas. Desde lo económico, mayoritariamente, a lo cultural o deportivo. Nacionalizaba un asunto que compete a la FIA en su ámbito de F1 y que no había generado tanto conflicto. Y ello, dando rienda suelta a uno de sus ejes discursivos clásicos: la idea de Madrid como ciudad abierta.
La pugna de Madrid y Cataluña no es nueva, ni ha comenzado con Ayuso o con el president Pere Aragonés. Pero si se sostiene a lo largo del tiempo. El rechazo frontal al independentismo le da combustible electoral en Madrid, le permite arrinconar a Vox, y añadir un respaldo extra de votos a las filas del PP de Madrid para lograr una mayoría absoluta. De hecho, la influencia de los de Rocío Monasterio es ínfima ante Ayuso, que usa o deshecha sus marcos a su antojo. Por su parte, a partidos como ERC, ahora en el poder autonómico, igualmente les permite focalizar el discurso secesionista contra Madrid como enemigo y antagonista. Les permite señalar a Ayuso como adalid del nacionalismo español más extremo que alienta movilizaciones contra la amnistía en su versión más dura, con la idea de la manifestación de Colón siempre presente. La protesta convocada por el PP en Sol a finales de noviembre, ejemplificó la visión diferenciada de Ayuso con Alberto Núñez Feijóo. El marco educativo expone los dos modelos: Ayuso blinda el castellano y limita al inglés a las optativas en la Comunidad mientras aboga por la defensa del castellano y la libre elección en Cataluña.
Frente a los 112 millones de euros que la F1 deja anualmente en Cataluña, la Comunidad de Madrid prevé 4.500 millones de ingresos potenciales en diez año. Es cuatro veces más en cada ejercicio»
Con la concesión de la F1 a Madrid, se abre un nuevo frente económico entre comunidades. Según el informe del Impacto económico del Circuit Barcelona-Catalunya, a cargo del Gabinete de Estudios Económicos, de los 205,5 millones de euros anuales que dejan las actividades que rodean a este deporte de motor, algo más de la mitad, 112 millones, se quedan en Cataluña. Además, crea 1.000 puestos de trabajo. De no poder renovar de ese GP de manera autónoma al de España, como se plantea, ese dinero saldrá de la región. La previsión de Madrid, en cuanto a repercusión monetaria, es cuatro veces mayor a esas cifras con un contrato de 10 años y 4.500 millones de ingresos potenciales. Supondría el 0,2% del PIB y unos 8.200 puestos de trabajo directos. Ello, tras una inversión de 100 millones que, según anunció la presidenta, será de procedencia íntegramente privada.
A esa duda de renovación del GP de Montmeló se une a otros aspectos que han azuzado una carrera por ser el motor económico nacional. En la pasada legislatura, la segunda de Ayuso, de 2021 a 2023, más breve por el adelanto de elecciones, Madrid superó en PIB a Cataluña. Se pasó de un 6% y el 7% respectivamente, a un 7,2% y 6% hasta 2022 -aún no hay datos oficiales de 2023-. Queda reflejado también en la renta per cápita, de igual manera. Madrid, que ya estaba por delante, se consolida con una diferencia de casi 6.000 euros entre un madrileño y un catalán. 38.435 frente a 32.550 euros. Siguiendo la línea de Madrid, el resto de comunidades en manos del PP han abogado por una rebaja de impuestos y bonificaciones a, por ejemplo, el Patrimonio, para incentivar la llegada de grandes fortunas e inversión. Una ofensiva popular que el Gobierno central ha intentado paliar con un impuesto ‘a los ricos’.
El doble juego que brinda Madrid a Ayuso
Que Madrid sea la capital y aglutine las principales instituciones del Estado permite a Ayuso entrar en casi cualquier debate que se dé. En su estrategia política tiene mucho que ver la llegada de Miguel Ángel Rodríguez -MAR, por sus siglas-, el exportavoz del Gobierno y secretario de Estado con Aznar, un hombre muy vinculado al PP y que desde enero de 2020, a las puertas del confinamiento por coronavirus, asumió la dirección del Gabinete de la Presidenta. Es asesor, publicista y periodista. Domina los códigos para comunicar, y eso se pudo ver con su asesoramiento previo a la popular en la campaña de 2019.
La estrategia de Ayuso tiene mucho que ver con el asesoramiento del periodista, publicista y exmiembro del Gobierno de Aznar, MAR»
Fuentes próximas al PP de Madrid apuntan que con la llegada de MAR Ayuso empezó a desplegar un mensaje más agresivo y polarizador, y a tener como objetivo la confrontación con el Gobierno central. ¿Para qué? Para tener el foco mediático y mantenerse como líder activa. Y ello, adaptándose a un escenario político donde el ciudadano de a pie muestra decepción con las instituciones, las organizaciones políticas y sus dirigentes -el CIS lo sitúa como principales problemas tras el desempleo o la economía constantemente-; y donde cada vez importan menos las estructuras y se priorizan los hiperliderazgos. Eso hace que, pese a mantenerse fiel a Feijóo, en Madrid despliegue un discurso más contundente al de Génova. Se quiere ir un paso más la función pública predeterminada de un presidente autonómico, algo que, al mismo tiempo, le permite obviar polémicas de su gestión.
Esa presencia excede, por ejemplo, a la de compañeros de partido y homólogos como Juanma Moreno, Carlos Mazón o María Guardiola, que eventualmente pueden tener algún conflicto con el Gobierno, caso del andaluz por el Parque Nacional de Doñana. Ese choque empezó a verse en pandemia, con la apertura de locales y terrazas antes de las directrices dadas por Sanidad, prosiguió con el decreto de ahorro energético de Moncloa, el transporte, la Ley Celáa, el ‘sí es sí’ y continuó este último año con el polémico Dos de Mayo con el ministro Bolaños, la tensión con la delegación del Gobierno, los pactos con EH Bildu como el de la Ley de Vivienda, la amnistía, las protestas ante Ferraz y el Cercanías, en diciembre. Con la F1, aún no ha habido rifirrafe. Desde la izquierda, el PSOE-M considera «positiva» la inversión, pero como Más Madrid, que lo hace de manera directa, evoca al imaginario colectivo el desastre que supuso un proyecto similar en Valencia, con una deuda multimillonaria para las arcas públicas y un circuito en ruinas de 98 millones de coste.
La idea voló en forma de pregunta en la presentación de Ayuso en IFEMA, el martes pasado. Esta, recalcando que la inversión será privada, dijo que no hay nada que relacionar los casos y que si el proyecto lo encabezase otra comunidad ni se hubiese formulado esa cuestión. La izquierda madrileña aguarda a la espera de errores de gestión, de haberlos, o de inversión pública poco transparente, para explotar el tema. También lo hará el Gobierno, más si se sostiene hasta el final de la legislatura En la campaña electoral de 2027 podría tener cabida, con un año ya de competición vigente.
De momento, el anuncio del Gobierno hecho este viernes, de ampliación del aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas con una inversión de 2.400 millones, ha prendido otra mecha para que la presidenta de la Comunidad de Madrid entre en el debate y pugne. Pese a que Ayuso celebró la oficialización de un anuncio hecho en 2022, se congratuló por que eso permitirá mejorar el tráfico aéreo en Madrid y ofreció «plena colaboración» al Ejecutivo, aprovechó la ocasión para instar a Sánchez y los suyos a dejar de lado «cuestiones simplemente ideológicas» en referencia a «los vuelos cortos». Puente propone reducirlos y potenciar las alternativas ferroviarias siempre que las haya.
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