Letrero luminoso en la bocatería vegana Ruca Bocata.

Un vistazo a la hostelería coruñesa sirve para darle la razón. Imperan los mensajes de narrativa canalla, que queda subrayada por las luces: La última y nos vamos en la cervecería Tatone, Descaradamente vegetal en la bocatería vegana Ruca Bocata, o No quiero morir sin ninguna cicatriz en el estudio de tatuajes Seventh Heaven. Algunos, como el de Bo&Go, Sonríe a la vida, no solo a la foto, llaman al optimismo, y otros, como el de la coctelería Astoria, Andar de parranda e durmir de pé, a la juerga. De los más afortunados es el del espejo del bar La Luisa, coronado por el lema Se prende, y que redondea la cuidada estética retro y ochentera del establecimiento. “Queríamos un elemento personal y representativo de nuestro local, de lo que significan nuestras noches”, cuenta su responsable, Nicolás Doval. A la vista de su impacto en el Instagram de sus clientes, no se equivocaron. “Acertamos de pleno con la idea, ya que es el punto más fotografiado de nuestro bar”, asegura.

La mayor parte de neones decorativos que se ven hoy en bares son de la tipología led, mucho más económicos y manejables que el tradicional, que requiere de alta tensión, por lo que no es recomendable prenderlos en interiores. De igual modo, los neones led funcionan mejor dentro que fuera, sobre todo en Galicia. “Un neón tradicional requiere entre 3.000 y 10.000 voltios, uno led, doce. El neón led es bueno para decorar, pero no para exteriores, en Galicia llueve”, advierte el fabricante, que, no obstante, matiza sus diferencias, que ejemplifica en su taller, donde el mismo neón lleva encendido 27 años a razón de 12 horas al día. “Un led no va a durar nunca eso. Esto solo es posible con un neón tradicional. El neón led nunca será como el tradicional. Yo trabajo los dos, hay que innovar. Sirven incluso para casa, yo los tengo como iluminación indirecta en el salón”, cuenta.