Ha sido figurante, actor de reparto, telonero y mucho más. Siempre en acción. Su rostro aparece en una decena de películas, de las largas y de las cortas; ha subido al escenario como teatrero, monologuista o de payaso, sólo para hacer reír o agradar a la concurrencia. De forma intermitente trabaja como técnico sanitario en un mundo de locos, en un mapa en el que puede caber cualquiera. No concibe el éxito sin esfuerzo. Tuvo un ratito de gloria cercano a grandes actores, como Alain Delon o Gérard Depardieu, en una de las películas rodadas en la Ciudad de la Luz, del ciclo de Astérix y Obelix. Remontó el vuelo después de ser en la ficción centurión de Brutus, el hijo de Julio César. Quedó atrapado por la interpretación, por el espectáculo, por la escena.
Alfredo Belda Sepulcre (Monóvar, 1975) creció en un pueblo rodeado de viñedos y bodegas. Su padre fue trabajador en el sector zapatero. El hermano, cinco años menor, se dedica al mismo oficio, que prácticamente emplea al 80% de la población de las comarcas por las que discurría el río Vinalopó, ya seco, como las piedras. De chaval estudió en el colegio público “Escriptor Canys”. Luego fue al instituto, pero acabó en un centro de formación profesional, en La Melva, en Elda, para aprender técnicas de radiología. Sanitario, modelo, actor. Amable. Soltero. Centrado entre estancias en Madrid, Alicante y Monóvar. Trabajó como técnico sanitario en el Hospital Doctor Balmis, en Alicante. Consiguió una plaza en el Psiquiátrico Doctor Esquerdo, cerquita de Alicante, en la pedanía de Santa Faz, faena que comparte en un mundo asistencial complicado, de forma intermitente, con su vocación de transmitir cosas a las personas, que no es poco. A los 23 años fijó su residencia más estable en Alicante, en la barriada de San Blas. Ahí sigue. Entre viajes a Madrid o a cualquier parte. Antes fue camarero y mozo de almacén.
Licenciado en la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia, se especializó como payaso (clown) en la academia de la gran Zywila Piertrzak. Aprendió de grandes directores como Montxo Armendariz o John Strasberg, entre otros. Afronta la vida pasito a pasito, incluso de puntillas; salta obstáculos precisos. Ni uno ni dos, los necesarios. “Mis humildes logros son, en gran parte, culpa de mi insistencia, cabezonería, y en esa creencia de que se puede conseguir todo aquello que te propongas. Tengo la gran suerte de no deber ningún favor a nadie”. La familia es la base de su crecimiento emocional, un trampolín para alcanzar inquietudes artísticas, basadas en valores: la educación, en la empatía, la cercanía y el respeto. Alfredo no entiende de éxitos sin esfuerzo, sí de algún que otro traspiés en algunas contiendas.
Apostó por la interpretación, camillas a parte, para repartir al público monólogos, más o menos improvisados, obras de teatro y momentos ante las cámaras para interpretar a gentes distintas, variadas, de cualquier parte, de aquí o de más lejos. La actuación no se reduce tan solo a simular una situación, “sino más bien podríamos decir que vives y piensas como lo haría esa persona en la escena”. Es fiel al personaje que interpreta, tal vez demasiado. Es amable. Se deja el pellejo en cada instante. Y también deja quererse ante el objetivo inquieto que busca imágenes y palabras en escaso tiempo. Prefiere trabajar en directo, sin interrupciones, como en las salas en las que se alza el telón, frente al público, cara a cara, con el corazón latiendo como surcan las olas: rápido en un océano salvaje.
Ha trabajado como actor de reparto, en pequeños o mejores papeles, en series de televisión, como “Aida” (Telecinco), “Amar es para siempre” (Antena 3), “El hombre de tu vida” (TVE1), “Acacias 38” (TVE1). Y en el personaje de “celador Alfredo” en la serie de TVE1 “Centro Médico” (2017); también en la serie de Telecinco “Ella es tu padre”, en calidad de cliente de la tienda de discos. Ha sido actor de reparto en el largometraje llamado: «El arca de Noé» (2014). Ha participado en cinco cortometrajes, en cuatro de ellos como protagonista: “Como un lastre”, «Cuando venga a por mi», «Solamente amigos», «Cena familiar» y «Espérame esta noche”. También ha subido a las tarimas del teatro: “Ifach” (2021), “Enfermedades contagiosas”, “El oso” o “Un tranvía llamado deseo”.
Se ha enfrentado a las cámaras como modelo en varios anuncios para la televisión o internet para publicitar empresas de seguros, grandes superficies comerciales y la promoción de periódicos y otras mercancías, como unas sandías bien coloreadas y sin molestas pepitas, o tomates de los invernaderos de Mutxamel. La última escena fue por encargo del Ayuntamiento de San Vicent del Raspeig para felicitar las pascuas a sus vecinos. Este miércoles fue a parar a una fábrica de Ibi para participar en el rodaje de un anuncio de cápsulas de café. Todo es posible.
Llama la atención su forma de expresar sus vivencias, su forma de ser. Trabajó como figurante en la superproducción “Axtérix y Obelix en los Juegos Olímpicos”, rodada en 2007 en la Ciudad de la luz. Alfredo Belda aparece un ratito en la pantalla pegado al actor francés Alain Delon, en su papel interpretativo de Bruto, el hijo de Julio César. Y siempre alejado de Gérard Depardieu. Por ahí también estaban Santiago Segura, Zinedine Zidane y el piloto Michael Schumacher. Salió ileso de la película y de sus entresijos. Experiencia precisa para que en su vida entrara el gusanillo de la interpretación, que le ofrece la posibilidad de trasladarse a otras realidades y diversas personalidades: “La actuación no se reduce tan solo a simular una situación, sino más bien podríamos decir que vives y piensas cómo lo haría esa persona en escena”. Le gusta el teatro, sin cortes ni interrupciones. Pero disfruta y se quiere delante de las cámaras. Siempre en acción.