Ver a un samurái japonés en la Mallorca del siglo XVI debió de ser un golpe visual y cultural tan exótico como difícil de encajar. Pero esto es precisamente lo que ocurrió a principios de 1585 cuando, no uno, sino cuatro jóvenes descendientes de guerreros nipones desembarcaron en Alcúdia para refugiarse de una gran tempestad, de camino a Roma para ver al Papa Gregorio XIII. Querían ser ordenados curas católicos. Ésta es la historia de la Embajada Tenshō, una aventura épica que este año será conmemorada por primera vez en el santuario de Lluc, este próximo 18 de febrero.

«Fue una expedición llena de peripecias y dificultades, digna de ser contada y recordada», explica Perfecte Acosta, presidente de la Asociación Cultural Rey-dô de Porto Cristo, que estudia y divulga las artes tradicionales de Japón en el Llevant de Mallorca y que ahora, en colaboración con la Asociación catalano-balear-japonesa, organizan en la isla el reconocimiento que desde 2009 se viene celebrando en la abadía de Montserrat catalana. «Ya lo tenemos más o menos listo. El acto consistirá en una misa y una ofrenda (vestidos con el tradicional Jiambori japonés)». Una celebración donde también cantarán los Blauets y a la que asitirán las principales autoridades religiosas mallorquinas.

Japoneses y jesuitas

La Embajada Tenshō (1582-1591) es el nombre que se le da al viaje que hicieron cuatro samuráis de entre trece y catorce años: Mancio Ito, Miguel Chijiwa, Julián Nakaura y Martín Hara, que, ya convertidos a la fe cristiana, querían ser ordenados curas por el Papa de Roma y poder así extender el mensaje cristiano en su país.

Los navegantes y comerciantes portugueses habían llegado por primera vez al archipiélago japonés en 1543 desde Macao, el enclave portugués en la costa de China. Poco después llegaron los castellanos. La idea de enviar una embajada japonesa a Europa fue concebida originalmente por el jesuita Alessandro Valignano.

Representación gráfica de los samurais que hicieron escala en Mallorca. D. M.


La expedición (donde perdieron la vida por distintas razones hasta 32 pasajeros) zarpó de Nagasaki el 20 de febrero de 1582 para llegar a Macao el 9 de marzo. Tras cruzar el estrecho de Malaca en enero de 1583, en abril ya estaban en Cochín (India). Finalmente, el 20 de febrero de 1584 alcanzaron su primer objetivo europeo. Atracaron en Lisboa, donde fueron recibidos por la corte real española (por entonces Portugal formaba parte de la corona de Felipe II). Y así es cómo avanzaron, protegidos y auspiciados hasta Guadalupe y Toledo.

En Madrid, la misma corte del rey Felipe los recibió con un ágape, que según reflejan los libros de la época fue a base de calamares rellenos. Aún hay muestras físicas de este encuentro, como por ejemplo, el regalo por parte de los adolescentes de una armadura (Yoroi) que todavía se exhibe en la armería real del Palacio de Oriente de Madrid. Para terminar la primera parte de la visita española acudieron a El Escorial y el 26 de noviembre de 1584 volvieron a ser recibidos oficialmente en la Universidad de Alcalá.

Cartel promocional del acto de homenaje que se celebrará el mes que viene en Lluc. D. M.


Y aquí es cuando su camino pasa por Mallorca, «aunque no sepamos tampoco demasiadas cosas y las crónicas hablen de ello sin referencias sobre qué hicieron y dónde fueron de la isla», explica Acosta, quien desde hace años mantiene un estrecho contacto con el catedrático en lengua hispánica de la Universidad de Kioto, Ángel Ferrer i Casals, descubridor de que efectivamente los samuráis pasaron por Mallorca y que lo hicieron durante el viaje de ida a Roma, para detenerse en Cataluña ya de vuelta. 

La Noche de Reyes de 1585, pues, salieron del puerto de Alicante con la intención de llegar directamente a Livorno, Italia, el primer día de marzo del mismo año. Pero a medio camino, sabemos que una gran tormenta les obligó a refugiarse en las costas ‘alcudienques, donde aún se recuerda la llegada accidental de los ilustres expedicionarios con una representación teatralizada.

En Italia

Ya en tierras italianas visitaron Asís, Perugia, Ancona, Bolonia y Ferrara. Incluso el Gran Dogo veneciano les recibió con honores en la ciudad-estado. El 22 de marzo de 1585 consiguieron su gran objetivo: ser recibidos por el Papa Gregorio XIII en el castillo de Santangello, cerca de la Ciudad del Vaticano. Allí, aparte de la bendición cristiana, tuvieron la posibilidad de asistir a un hecho histórico: la muerte del pontífice dieciséis días más tarde. Así fue como los emisarios pudieron presenciar también la coronación de Sixto V. Tras su reconocimiento eclesial, en agosto embarcaron desde Génova para llegar a Barcelona varios días más tarde. La visita a Montserrat está fechada el 9 de septiembre de 1585, donde la actual basílica restaba sin inaugurar.

El contacto mallorquín con Cataluña data de 1998, cuando Perfecte Acosta estableció los puentes adecuados para crear la Asociación catalano-balear-japonesa Wa Rei Ryu. De hecho, miembros de la colonia japonesa en Mallorca, ya han confirmado también su asistencia a la primera ofrenda. Un intercambio cultural entre Mallorca y Japón que tendrá lugar en Lluc el 18 de febrero a partir de las 11 horas.