Pobre Madrid, pobre Barça. Cualquiera que escuche a los órganos mediáticos de Florentino Pérez, a Xavi o Joan Laporta sospechará que hay un complot arbitral a gran escala para que el Girona gane la Liga. Desde Chamartín se lanzan llamaradas audiovisuales contra el desacreditado sector arbitral y se jalea un único VAR clientelar: a la carta, cuando convenga. Desde Montjuïc, como si no importara el indecente eco de Enríquez Negreira, el presidente habla de “vergüenzas en el Bernabéu” y el técnico ya vio la Liga casi perdida en la primera jornada. ¿Ya intuía entonces que en distintos torneos el Madrid le metería cuatro (Supercopa), y el Girona (Liga) y el Athletic (Copa) le darían la misma ración?
Curioso. Pese a tanto atropello de los colegiados, el Real solo ha perdido dos partidos en el curso. Con tanto demonio arbitral sin corazón blanco doblegó al Atlético y arrasó al Barça en Riad. Los “quejíos” madridistas no cuelan. Ni en Almería ni en ninguna plaza. Sorprendente. El último 15 de mayo, Xavi levantó su primera Liga en el banquillo. Tres meses después, el 13 de agosto, el preparador azulgrana ya barruntaba en Getafe que este campeonato estaría trucado. ¡Cáspita! Xavi, solo insinuante, no explicó cómo era posible tal viraje cuando los del silbato serían los mismos, justo con los que acababa de encumbrarse. Los plañidos barcelonistas no hay quien se los trague. Ni en Getafe ni en ningún otro sitio.
Acorde con su grandeza, Barcelona y Real Madrid deberían responsabilizarse de no emponzoñar un fútbol español que no es su patio particular y tiene otros esplendores. En España, que no es una Siberia futbolística, abundan partidos estupendos. Los últimos duelos coperos, la fabulosa reciente Supercopa, las gestas del Girona… El impulso de un cadete Valencia en tanga institucional, el tirón del Athletic y la Real, el juego cada vez más vivificante del Atlético… Por el fútbol español transitan quien más remite a Di Stéfano o Zidane (Bellingham), el ilusionante Lamine, esos hermanos Williams con pies de Usain, el imponente e inesperado Dovbyk, el Griezmann más trovador, el renacido Isco…
Argumentos de sobra como para que haya que soportar cada semana las corrosivas pirotecnias de Barça y Madrid. Si el primero ganó la última Liga es porque fue el mejor. Si el segundo lo hace esta temporada será por el mismo motivo. Si de verdad alguien, de un bando u otro, sostiene algún tipo de conspiración actual que lo demuestre ya. Tanta maledicencia es insoportable. Que no olvide el Real que los demás, por modestos que le parezcan, también tienen memoria y videoteca. Que no olvide el Barça que, por más que se empeñe, no habrá forma de blanquear el procaz “caso Negreira”. Y que no olviden los árbitros que con su creciente arbitrariedad solo atizan la hoguera. VAR mediante, jornada tras jornada lo suyo y lo de su nomenclatura sí que es un error claro y manifiesto.