Con una novela debajo del brazo, así llega Máximo Huerta al plató de Espejo Público. El escritor acaba de publicar ‘París despertaba tarde’. En su libro refleja «tiempos felices a pesar de estar entre dos guerras». «Es una historia de amor de alguien con arrepentimiento y con culpa que está entre dos lugares y dos amores y tiene que ver qué decide y qué le pide el corazón». En su libro Huerta refleja un París loco de terrazas, clubes nocturnos, libertad y travestismo.
Lejos de los focos de los medios de comunicación que le alumbraron durante muchos años y con su paso por la política como un vago recuerdo en su biografía, Máximo ha regresado a Valencia natal con ‘la librería de Doña Leo’. Bromea diciendo que es «la segunda librería más bonita del mundo». En el local atesora recuerdos como fotos suyas con la escritora Ana María Matute o un teléfono que perteneció a su bisabuela. Para Máximo abrir la librería no supuso un riesgo porque el proyecto ha estado cargado de «mucha emoción».
El escritor vive volcado en el cuidado de su madre, que sufre demencia. Afirma que su progenitora está muy cuidada. «A veces soy el hermano, otras el vecino o a veces creemos que estamos en otra casa pero eso le da una ficción a la vida«, relata. Reconoce que envejecer es muy difícil y «cuando has sido una persona tan luminosa fastidia más». «Envejecer es para valientes», sentencia. Sabe que la demencia y el Alzhéimer entra en muchas casas y por eso no quiere quejarse demasiado de la situación que viven.
El aprendizaje de Huerta tras su paso por la política
Su paso por la política como ministro de Cultura del Gobierno de Pedro Sánchez fue breve pero cuando va por la calle percibe que la gente le recuerda con mucho cariño. «Eso me va a hacer más eterno que a muchos anteriores y posteriores ministros» señala. El comunicador reconoce que desde que salió del Gobierno y despachó con Pedro Sánchez aprendió una lección: «Eso me ha hecho no esperar cariño nunca y ser más de los que lo ofrecen».