Todavía queda una semana de mercado de invierno. No parece que, en general, se estén produciendo grandes movimientos ni por arriba ni por abajo ni por el medio. La clase media del «fúrgol» no tiene un chapulín, y algunos de la nobleza, como es el caso del Barça, ya han vendido buena parte de las joyas de la abuela, los coches clásicos del abuelo y casi todas las fincas del tío que hizo las Américas. Así que, salvo sorpresón de última hora, no habrá grandes nombres que vengan a la Liga de Tebas a dar lustre. En lo que viene siendo la madreñina «furgolística», el mercado parece cerrado a ambos lados del Potomac a la espera de que, por ejemplo, el Oviedo cierre la salida de Luismi o, por el contrario, opte por no atender a la pasta que ofrecen desde México por el centrocampista.
En el caso de los rojiblancos, las entradas parecen resueltas con la llegada de Mario González, cuyo debut defendiendo los colores del equipo gijonés se espera para el domingo, ante el Racing de Ferrol. Y ya veremos lo que ocurre con las salidas, si hay o no un sobresalto de última hora con la llegada de algún club con algo de suelto en los bolsillos. Por lo demás, ya empieza a oler a derbi y a la inyección que recibirán las arcas del Sporting por eso de que sus abonados tengan que pasar por caja. En tiempos de escasez y de apreturas nunca viene mal una paguina extra que sirva para ir cuadrando cuentas, que luego pasa lo que pasa y hay sustos.
También en Oviedo la afición y el equipo están de dulce. Los de Carrión serán recibidos por una multitud en la previa del importante partido ante el Leganés del sábado en el Tartiere. Las modas son las modas. Y a todas estas, Rubiales va camino de sentarse en el banquillo de los acusados por el famoso piquito no consentido. La justicia avanza. Lo que no se sabe es si lo hace a un ritmo lento y seguro, ¿oyisti, güey?