Un canónigo forma parte del cuerpo de clérigos que viven de acuerdo con la regla católica. Algunas iglesias, como las catedrales y las colegiatas, no son dirigidas por un único sacerdote, sino por un colegio o cabildo que, entre otras funciones, asesora a los obispos. 

La figura del canónigo es casi tan antigua como la propia religión. Actualmente, el Cabildo Catedralicio de Valencia está formado por 18 canónigos efectivos y 9 eméritos, entre los que se encontraba Don Alfonso López Benito, de 85 años, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado el pasado martes por la mañana en su cama con signos de estrangulamiento.

Todos los canónigos de Valencia viven juntos en un edificio situado frente a la seo valenciana. Todos menos Don Alfonso, que residía en una vivienda propiedad del Arzobispado de Valencia situado en un inmueble de la calle Avellanas 22, en pleno corazón histórico de la ciudad.

[El estrangulamiento de Don Alfonso, canónigo de Valencia: usaron su móvil para fingir que aún vivía]

«Era un hombre muy singular«, reconocieron este miércoles fuentes de su en torno a EL ESPAÑOL. Pero ¿por qué vivía este sacerdote, canónigo emérito, solo en un inmueble propiedad de la Iglesia y no con el resto del cabildo? «Era por una cuestión de espacio porque todos no cabían en el otro edificio», aseguró una fuente oficial de la institución.

La vivienda es propiedad del Arzobispado de Valencia. La institución tiene varias casas del edificio inscritas a su nombre y en el mismo bloque se ubican las oficinas de las misiones y la sede de la Fundación Ad Gentes, creada en 1998 por el cardenal Agustín García-Gasco «como cauce de la solidaridad de nuestra Iglesia valenciana con los países más necesitados del mundo».

Don Alfonso era el único sacerdote que vivía en el edificio y, pese a que estaba jubilado y ya ejercía de canónigo emérito, seguía con sus laborales sociales. Pero el resto de vecinos se quejó de los problemas de convivencia que se habían generado en la comunidad por las personas desfavorecidas o con problemas de salud mental, la mayoría jóvenes y de nacionalidad extranjera, que invitaba a su casa con la promesa de ayudarles.

«A veces venía gente, muchos de ellos adictos que sufrían el síndrome de abstinencia, con malas formas y gritando dónde estaba el cura«, manifestó ayer a este periódico uno de sus vecinos. Por ello, la Policía empezó su trabajo en identificar a las personas que ayudaba, la mayoría conocidos en la calles, y a los que solía prestar dinero, según trasladaba al cabildo, «de manera desinteresada».

Al parecer, no era la primera vez que el sacerdote tenía problemas con la gente con la que coincidía en la calle. Don Alfonso ya había recibido amenazas de un hombre, pero se produjeron hace dos años aproximadamente y no se había producido ningún incidente más.

El tránsito constante de personas molestó tanto a los vecinos que el Arzobispado se vio obligado a mediar con la comunidad y trasladó al canónigo que dejara de subir personas a su casa, según confirmaron estas fuentes.


Edificio donde se produjo el crimen.

Su carácter «singular» también le generó algunos problemas en las iglesias donde ejerció de sacerdote o con las cofradías del Cabañal, el barrio que acoge la tradicional Semana Santa Marinera.

«Nunca entendió por qué el barrio se volcaba con las cofradías y sus celebraciones, pero luego no asistía a misa los domingos. Tenía un carácter muy particular», recordó a preguntas de este diario uno de los cofrades que trabajó con Don Alfonso. 

Robo o chantaje

Este miércoles por la tarde fue detenido un joven como presunto autor del asesinato de Don Alfonso.

El sospechoso, de nacionalidad extranjera, habría mantenido encuentros sexuales continuados con el sacerdote y fue apresado por el grupo de Homicidios por el rastro que dejó su teléfono, según la información avanzada por el periodico Levante-EMV.

Los agentes del grupo de Homicidios de la Brigada de la Policía Judicial de Valencia investigaron si el sacerdote había sido estrangulado y las sospechas se centraron en su entorno, pues ni la puerta de la portería ni la de su vivienda estaban forzadas, una pista que hizo pensar a los investigadores que la víctima conocía a la persona que finalmente acabó con su vida.

La casa no estaba revuelta ni había marcas en la puerta de entrada, por lo que se descartó inicialmente que se tratara de un robo con fuerza. Así, todas las sospechas se centraron en el grupo de personas a las que ayudaba e invitaba a casa.

No obstante, la investigación no descartó ninguna hipótesis porque la víctima era un anciano muy confiado.

Los mensajes escritos desde el teléfono del sacerdote para simular que seguía con vida fueron el primer hilo del que estiró la Policía y los que finalmente dieron con el sospechoso.

Don Alfonso el día que ordenado canónigo de la catedral.


Don Alfonso el día que ordenado canónigo de la catedral.

Asunto «particular»

Este crimen, resuelto en apenas 24 horas por la Policía Nacional, sacudió la vida palaciega del cabildo de la catedral de Valencia y el Arzobispado limita el caso a un suceso «particular» que no guarda ninguna relación con la institución.

Alfonso López Benito era desde 1999 canónigo de la colegiata-parroquia de San Bartolomé Apóstol y San Miguel Arcángel, en la ciudad de Valencia, de donde es natural.

Recibió la ordenación sacerdotal también en Valencia en 1969 y era doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Lateranense, de Roma, según consta en su perfil de la seo valenciana.

Además, fue párroco en varias localidades valencianas y profesor en el Instituto de Estudios Jurídicos de Valencia y en la facultad de Derecho Canónico. También trabajó en el Tribunal Eclesiástico de la archidiócesis de Valencia y fue autor de varios libros.

En 2015 fue nombrado canónigo de la catedral de Valencia por el entonces arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares, y participaba de la toma de decisiones del Arzobispado. Desde que cumplió los 80 años, ejercía de canónigo emérito.