Por si había alguna duda sobre él, Dominik Greif se encargó de disiparlas tras su gran partido con el RCD Mallorca ante el Girona. El eslovaco, portero para Javier Aguirre en la Copa, se encargó de frustrar a los atacantes del conjunto de Míchel, que a pesar de marcar dos goles (uno fue de penalti y el otro entre un barullo de jugadores) se encontraron con su enorme figura tanto por bajo como por alto, siendo una de las claves en la clasificación de los bermellones para las semifinales de la Copa del Rey.
El de este miércoles era un día para reivindicarse ante el equipo más goleador de la Liga. Primero resolvió con solvencia un mano a mano con Stuani, haciéndose grande ante el uruguayo. Y más tarde, ya con el 1-0 en el marcador, despejando a córner una ocasión muy clara de Savinho. Le aguantó hasta el final y sacó una mano muy arriba, esperando el disparo donde otros se habían dejado caer para tapar por abajo.
El final del partido dejó a un Greif feliz, disfrutando de la victoria y de su primera gran noche con el Mallorca tras tres años prácticamente en blanco. Y junto a Cuéllar, logró que el Mallorca fuese el equipo que más minutos tardó en encajar un gol en la Copa (458).
El guardameta eslovaco, suplente desde su llegada a la isla en 2021, ha vivido siempre un papel testimonial en el conjunto bermellón. Primero fue una misteriosa lesión que le mantuvo en el dique seco muchos meses y más tarde fue la aparición de Rajkovic la que le acabó de cerrar las puertas del once.
Un debut para olvidar
Precisamente, su debut en el campeonato doméstico encendió todas las alarmas, y más tras la exitosa campaña viral entre los aficionados, que adoptó el propio club en su presentación, con el hastag #freedominik. Ante Osasuna en Son Moix, el portero fue un flan y se le vio muy inseguro. Entre ese partido, disputado el 26 de septiembre de 2021, y su siguiente en Liga, pasó más de un año y medio, por lo que la Copa ha sido su refugio. Y este año se ha visto al fin el nivel que siempre le han atribuido los que han trabajado con él día a día en Son Bibiloni, calificándole como un gran portero con unas magníficas condiciones.
Si ante el Boiro no tuvo prácticamente que intervenir, frente al Burgos fue todo lo contrario –no jugó ante el Valle de Egüés al sentirse indispuesto–. Ya fuera desde lejos, desde cerca, por arriba o por bajo, el portero aplacó todas las ocasiones de gol de los burgaleses, dando una gran seguridad a la defensa. Ante el Tenerife no estuvo exigido, pero no se arrugó ni se puso nervioso al tener que jugar más con el balón en los pies.
Ahora, en semifinales, salvo cambio de decisión de Aguirre, tendrá una nueva oportunidad de seguir haciéndose un nombre en el club. Si antes se rezaba para que Rajkovic no sufriese ni un resfriado, dado su gran nivel y regularidad, ahora importa un poco menos sabiendo que tiene un relevo de total garantía.