La pesca de arrastre es una de las actividades pesqueras más nocivas para el medio ambiente. Pero su ya conocido y criticado daño a los ecosistemas no es el único impacto que generan las grandes y pesadas redes que se desplazan sobre los fondos marinos. La pesca de arrastre también está alimentando el cambio climático, al liberar al medio marino y a la atmósfera el CO2 que el océano guarda enterrado desde hace milenios en los fondos marinos.

Así lo ha revelado un grupo de investigación estadounidense que, en un estudio publicado en Frontiers in Marine Science, han puesto de relieve que esta fuente de emisiones, que no ha sido contabilizada nunca, puede tener un importante impacto en el devenir de la lucha climática.

No en vano, tal y como confirman los científicos, en 24 años (entre 1996 y 2020), esta actividad ha emitido el doble de CO2 que todo el combustible utilizado para mover la flota mundial de buques de pesca.

Los arrastreros de todo el planeta causan un gran daño ambiental Europa Press


«Es bien sabido que arrastrar esas pesadas redes de pesca por el fondo del océano destruye la vida y los hábitats marinos, pero hemos descubierto que también libera columnas de carbono que, de otra manera, quedarían almacenadas de forma segura en el fondo del océano«, reseña la autora principal del artículo, Trisha Atwood, bióloga experta en ecología de la Universidad de Utah (EEUU).

En este sentido, el estudio ha confirmado que la pesca de arrastre tiene la capacidad de liberar entre un 55% y un 60% del CO2 que se encuentra en el fondo del mar en los próximos nueve años.

Tanto CO2 emitido como toda la aviación mundial

Pero, en realidad, este daño viene produciéndose desde hace ya décadas. Los investigadores han calculado que entre 1996 y 2020, la pesca de arrastre ha logrado emitir cada año más CO2 que muchos países y en un orden de magnitud similar a lo que emite la aviación mundial.

Pero no todo el planeta lo sufre por igual. El mar de la China Oriental, el mar Báltico, el mar del Norte en el Océano Atlántico y el mar de Groenlandia son los más afectados por esta actividad y por la consiguiente emisión descontrolada de CO2.

Suelo marino arrasado por los arrastreros Oceana


Además, los investigadores concluyen que el sudeste asiático, la Bahía de Bengala, el Mar Arábigo, algunas regiones de Europa y el Golfo de México también pueden ser importantes fuentes de emisiones de carbono debido a la pesca de arrastre, aunque en este caso no han podido recopilar suficientes datos como para establecer una correlación.

Con esta información, los científicos han puesto de relieve un problema que, sin embargo, es desconocido. “Los países no tienen en cuenta las importantes emisiones de carbono que está originando esta actividad y no lo incluyen en sus planes de acción climática”, insiste Enric Sala, coordinador del artículo y Director Ejecutivo de Pristine Seas que, sin embargo, se muestra optimista. “Reducir esta actividad generará beneficios inmediatos en las emisiones”, destaca.

El nuevo estudio también evalúa qué sucede con el carbono que no es emitido de nuevo a la atmósfera, que supone entre un 40 y 45% del total. Según el estudio, este CO2 permanece en el agua, acidificando, de manera local, el medio marino. Una circunstancia que, en última instancia, genera daños en la fauna y la flora marina en la que se desarrolla esa actividad pesquera.

Enlace al estudio: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmars.2023.1125137/full

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