“Esto es una maratón, no es un esprint”. Con esas palabras Nikki Haley recordaba este martes, mientras se estaban celebrando las primarias republicanas en Nuevo Hampshire, que no piensa abandonar su carrera contra Donald Trump para tratar de lograr la nominación presidencial del partido conservador para noviembre, pase lo que pase en las urnas en esta jornada.
Esa contundencia de Haley es puesta a prueba por el aire de inevitabilidad que rodea a Trump, especialmente después de su arrolladora victoria en los caucus de Iowa. Y será puesta a prueba por los resultados en Nuevo Hampshire, que se empezarán a conocer a partir del cierre de los colegios electorales entre las siete y las ocho de la tarde (entre la una y las dos de la madrugada en la España peninsular) y que repartirán proporcionalmente 22 delegados.
Con Trump con unos 15 puntos de ventaja según una media de sondeos previos a la votación realizada por FiveThirtyEight, la esperanza para la que fue embajadora del expresidente ante Naciones Unidas y antes gobernadora durante dos mandatos en Carolina del Sur estaba en lo que apuntaba a ser una alta participación. También en el fundamental electorado independiente, que es cerca del 40% del de este estado del noreste, donde las primarias republicanas son parcialmente abiertas.
Es a esos independientes y a los moderados, así como a otros republicanos que querrían pasar página de Trump, a los que Haley trata de convencer ofreciendo una vía alternativa.
Trump, arrollador
El expresidente, no obstante, ha llegado a esta carrera con una fortaleza inusitada y una campaña perfectamente engrasada que está explotando a la perfección la información sobre sus bases y sobre potenciales votantes cosechada desde que entró en la arena política en 2015. Tiene a su parte del electorado entregada, haciendo horas de cola en el frío para intentar entrar a sus mítines y actos, alineada con sus teorías de fraude electoral en 2020 y sus acusaciones de que sus problemas legales son una «persecución política». En Nuevo Hampshire se puede beneficiar de los votos que han quedado huérfanos tras la retirada el domingo de Ron DeSantis. Y vuelve a ver cómo el partido cierra filas a su alrededor.
El lunes, en la víspera de la votación, lo subrayaba participando en un acto donde le acompañaron tres de los rivales que le retaron en estas primarias: Vivek Ramaswamy, el senador Tim Scott y el gobernador de Dakota del Norte Doug Burgum. En ese acto, uno de los asistentes gritó pidiendo 12 años de presidencia (el máximo legal en EEUU son ocho). Y Trump replicó con sorna: “No lo digas muy alto. Sabes que les encanta llamarme fascista”.
«Elecciones, no coronaciones»
Pese al aparentemente imparable empuje de Trump, y pese a que en los estados con las próximas citas de primarias y caucus Haley tiene peores perspectivas que en Nuevo Hampshire, el empeño por seguir adelante lo reiteraba también en un memorando este martes la jefa de campaña de la candidata, Betsy Ankney, que usaba también varias de las frases a las que últimamente recurre Haley: “Tenemos elecciones, no coronaciones”, “cerca del 50% del país quiere una alternativa a Trump y el 75% quiere una alternativa al duelo entre Trump y Joe Biden”.
Ankney trataba también de romper la narrativa dominante sobre el difícil camino en las próximas citas que tiene Haley, incluyendo la próxima importante el 24 de febrero en Carolina del Sur, donde Trump lleva 30 puntos de ventaja en los sondeos a la antigua gobernadora. Recordaba que en esa cita cualquiera puede votar si no ha votado antes en las primarias demócratas.
Ankney también decía que el «supermartes» del 5 de marzo, cuando votan 16 estados y territorios, tiene “terreno fértil” para Haley, con 11 de las 16 elecciones con elecciones abiertas o semiabiertas. “Hasta entonces respiren hondo”, escribía. “Un mes en política es toda una vida. Vemos la democracia en acción, dejamos que la gente tenga su voz, es como se supone que debe funcionar”.