El fútbol es impredecible. Nadie imaginaba lo que iba a suceder esta temporada con el Valencia, actualmente en la mitad alta de la tabla, y pocos creían que el conjunto dirigido por Baraja iba a responder de la manera en la que lo está haciendo. Lo mismo sucede con algunas posiciones.

El centro del campo es una de ellas. La confianza en Pepelu era total pero su rendimiento está muy por encima incluso de lo que se podía esperar. No porque no tuviera potencial, sino por la naturalidad con la que ha asumido el reto de ser el auténtico líder del centro del campo. El jefe absoluto. El hombre capaz de llevar el peso de todo lo que sucede cerca de él. Y además lo está haciendo en un momento también en el que Javi Guerra atraviesa -y no pasa nada por decirlo- por una dinámica en la que no está a su mejor nivel.

Y ojo, hay que confiar más en Javi Guerra hoy que ayer. Y así todos los días. Porque el potencial lo tiene. Además de él y el mencionado caso de Pepelu, lo de Guillamón también merece mención especial. Un jugador que no solo ha luchado contra la competencia, sino que también ha luchado contra él mismo.

Jugó contra sus dudas y con las que había en torno a él. En cualquier caso, Pepelu, Guillamón y compañía merecen toda la confianza más allá de los resultados, porque han demostrado que el nivel lo tienen de sobra. Y que con cierta paciencia el futuro está más que asegurado en esa parcela central. Baraja es consciente.