Salomé princesa Idumea, hija de Herodes Filipo I, Gobernador de Galilea y Herodías, e hijastra de Herodes Antipas; nieta del famoso rey Herodes, que ordenó matar a todos los niños de Belén al nacer Jesús.

Durante un festín en honor a Herodes por su cumpleaños, Salomé accede a bailar encima de una mesa para el tetrarca delante de todos los invitados. Herodes y todos los invitados excitados por el exceso del alcohol y las viandas, la observan con concupiscencia y el Gobernador le promete, en su delirio etílico, que le ofrecerá todo lo que pidiese, incluso la mitad de su reino. Salomé como pago de su actuación, solicita que le sea entregada la cabeza del predicador Juan El Bautista, en esos momentos en prisión como predicador profetizando un tiempo nuevo, la convierten en una mujer sexualmente diabólica.

Herodes Antipas quedó horrorizado y afligido ante esta petición, pero sabía que estaba obligado a cumplir su promesa. Envió un soldado a la prisión y regresó trayendo la cabeza de Juan El Bautista en una bandeja. Se la entregó a Salomé y ésta a su madre.

Nacida en torno al año 16 d.C. en un lujoso palacio que su familia tenía en Roma, desde muy niña fue educada en la tradición y costumbres judías, recibiendo una educación liberal, propia de las nobles muchachas romanas de la época. Aprendió a leer y escribir; tomó clases de danza y de música, con el objetivo de un buen futuro matrimonio.

Por ello, su madre Herodías, mujer ambiciosa y ávida de poder, trató por todos los medios de desposarla con el hombre más influyente posible, al objeto de poder ascender, todavía más, a toda la familia en la escala social.

Artistas de todas las épocas, se han inspirado con frecuencia en esta macabra historia, destacando principalmente el trasfondo psicológico que se revela a través de sus protagonistas. Oscar Wilde en el teatro, y Richard Strauss en su ópera más famosa, así como las obras pictóricas de Bernardino Luini o Tiziano, entre otros.

La puesta en escena

Salomé es todo un alegato en favor de la libertad, pero también una profunda reflexión en torno al sexo y a la capacidad de seducción de la mujer, esa capacidad que han ejercido algunas mujeres dotadas para ello por su belleza y, especialmente, por su inteligencia, único poder que ha tenido el sexo débil durante siglos.

El espectáculo, de marcado toque feminista, presenta a una Salomé caprichosa, con ciertas preferencia por Juan El Bautista, un joven profeta en prisión. Un capricho que se le niega permanentemente. El flirteo sexual no va con el profeta, por lo que ella, consentida y caprichosa, le pide a su padrastro, Herodes, que le corten la cabeza, como si fuera una reina de corazones.

El ansia de poder, se convierte en una obsesión, un deseo colectivo que conforma el devenir de una familia, que se transforma en frustración permanente. La puesta en escena es todo un dechado de sensualidad oriental; un verdadero festín que complace a todos los sentidos. Rebosante de opíparas viandas, una gran mesa conforma el centro de la escena, en la que Salomé interpreta sus voluptuosas danzas, y en clave satírico-humorística, los personajes que la rodean se desenvuelven en una constante opereta, sobre todo por parte de la guardia real, con tupidas barbas, gafas de sol y ropajes negros, donde su presencia le otorga al espectáculo una gran eficacia expresiva.

Salomé es una producción de Pentación Espectáculos, en coproducción con el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.

Reparto: Belén Rueda, Luisa Martín, Juan Fernández, Pablo Puyol, Sergio Mur, Antonio Sansano, Jorge Mayor, José Fernández, José de la Torre.