El pasado jueves, Mark Zuckerberg anunció que el nuevo objetivo de Meta es construir la llamada Inteligencia Artificial General (AGI, por sus siglas en inglés). Este concepto plantea un escenario hipotético en el que las capacidades de las máquinas igualen o excedan la inteligencia del ser humano. Aunque es solo teórica, esta idea se ha convertido en la última y controvertida obsesión de Silicon Valley.
La humanidad sueña desde hace décadas en un dar vida a un agente más inteligente que su propio creador. Esa fantasía ha quedado plasmada en las novelas y el cine de ciencia-ficción, desde los replicantes ideados por Philip K. Dick a Skynet en la saga Terminator.
En el mundo real, la inteligencia artificial es mucho más limitada. Hasta ahora, estos sistemas han sido diseñados para resolver un problema o ejecutar una tarea concreta. Es el caso de los asistentes virtuales que ponen música cuando se lo pedimos, de los programas que juegan solos a ajedrez o de las aplicaciones que nos ayudan a no perdernos en la carretera. Esta IA se conoce como estrecha o débil.
AGI, una mina de oro
Lo que ahora plantea la propietaria de Facebook e Instagram va más allá. Teóricamente, la AGI será capaz de realizar múltiples tareas, entender el mundo que le rodea y aprender por sí misma para educarse a un ritmo cada vez mayor. Eso apunta a una máquina autónoma equiparable en cierto sentido al conocimiento de un humano.
La popularidad de este concepto, también apodado IA fuerte, se ha disparado en el último año. Meta acaba de añadir la AGI a su lista de prioridades, pero antes ya lo hicieron OpenAI, creadora de ChatGPT; el laboratorio de investigación DeepMind; y la ‘startup’ Anthropic. Las tres son financiadas o propiedad de Microsoft, Google y Amazon respectivamente.
Los gigantes tecnológicos se han lanzado a participar en una carrera en la que invierten cada vez más millones para liderar un mercado emergente, el de la IA, que ven como una mina de oro. OpenAI, por ejemplo, ha señalado que su modelo de lenguaje más vanguardista, GPT-4, supone un salto hacia esa AGI.
Dudas de los expertos
Sin embargo, el desarrollo de la IA sigue plagada de preguntas. Así, científicos, filósofos y otros expertos en esta tecnología aún no han llegado a un consenso sobre qué será la AGI, cuándo llegará (si es que lo hace) y qué diferenciará a la máquina de un humano.
«Se puede discutir si la inteligencia general es similar a la inteligencia humana, o si es más humana, o si es una superinteligencia del futuro lejano», explicó Zuckerberg al medio especializado The Verge. «No tengo una definición concisa de una sola frase».
Muchos otros expertos recelan de ese concepto. El neurocientífico cognitivo Gary Marcus, por ejemplo, cree que se trata de una exageración de las grandes empresas del sector para captar inversión y esquivar así el escrutinio por externalidades negativas de la IA que ya son una realidad, como su impacto climático o la concentración de poder.