Pocas horas después de la prepublicación en El Confidencial de algunos pasajes de su nuevo libro, Carne gobernada, en el que arremete contra la deriva reciente del periódico en el que escribe desde hace décadas, El País habría decidido prescindir de la firma de Fernando Savater, según ha podido confirmar El Independiente.
En su nuevo libro, Savater, hasta ahora el columnista más veterano en activo del diario de Prisa, dedica varias páginas a la evolución del periódico en los últimos años, especialmente desde que inició su columna de los sábados tras la muerte de su mujer, Sara Torres, en 2015. El periódico «mantuvo su línea socialdemócrata habitual» hasta que quedó sometido al «liderazgo caudillista» de Pedro Sánchez. Entonces, «de ser un diario progresista, de centro izquierda, con las virtudes y defectos propios del caso, pasó a convertirse en un portavoz gubernamental y del peor Gobierno que ha tenido la democracia española desde la muerte del dictador».
Savater atribuye la «evidente decadencia» de El País a la «colonización ideológica por parte del PSC, que es un elemento cancerígeno allí donde se implanta». Este lunes, en una entrevista publicada en el diario El Mundo con motivo de la publicación de Carne gobernada, abundaba en ello. «La entrada masiva en El País de socialistas catalanes, y que poco a poco fueran apoderándose de los puestos importantes, ha sido un cambio fundamental. También en el PSOE ha sido determinante la irrupción del socialismo catalán. Sánchez es simplemente una antena parabólica que capta lo que hay por ahí, lo que le conviene. Como no tiene unos principios, donde ha visto fuerza, que es en Cataluña y en el sector radical de izquierda, ahí se ha apuntado. Miguel Barroso, que Dios tenga en su gloria, escribía el editorial que quería Pedro Sánchez. Lo que Pedro Sánchez tiene todavía confuso, ellos se lo ponen en claro en el editorial, se lo argumentan, para que sepa lo que tiene que decir».
Una situación insostenible
Hacía tiempo que la situación del filósofo en el periódico parecía insostenible, tal y como Savater la describe en su libro. Pero lejos de amilanarse, además de empezar a colaborar en otros medios como The Objective, «acentué el tono heterodoxo de mis columnas en contraste permanente con las opiniones del resto del periódico, tan previsibles y unánimes como el canto gregoriano salvo honrosas excepciones como Félix de Azúa». Savater pronto advirtió que sus artículos, «cuando empecé a alejarme de la ortodoxia», merecían una respuesta casi inmediata por parte de otros articulistas de la casa. «Obedientes piezas de encargo fabricadas por mindundis serviciales tipo Sergio del Molino y gente parecida. Llamé a la redacción para advertirlos de que tuvieran cuidado, no fueran un día a publicar la refutación antes de mi artículo… Los que creyeron que eso me iba a hacer reventar de cólera o de frustración no me conocen bien: puedo asegurar sin vanagloria que nunca he disfrutado tanto con mis columnas como en estos últimos tiempos, sabiendo a cuántos molestan».
«A mí escribir a la contra no me importa», corroboraba hoy en El Mundo. «He hecho mío el lema de Jean Cocteau: la reprobación me exalta». Hoy parece que la escritura exaltada de Savater ha conseguido el objetivo de romper con una situación demasiado incómoda para todos los interesados.
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