Casi todos los glaciares de Groenlandia han ‘adelgazado’ o retrocedido en las últimas décadas, lo que ha provocado mayores tasas de aumento del nivel del mar e impactos climáticos en todo el mundo. Un estudio que acaba de publicarse en la revista ‘Nature’ ha concluido que la pérdida de hielo en los glaciares de Groenlandia desde 1985 ha sido un 20% mayor y más veloz que la que los científicos creían hasta ahora.
Este sorprendente resultado ha sido obtenido por un equipo de investigadores estadounidenses, que ha recopilado 236.328 observaciones obtenidas manualmente y mediante inteligencia artificial de las posiciones terminales de los glaciares recopiladas, cada mes, entre 1985 y 2022.
«Aquí mostramos que, desde 1985, la capa de hielo de Groenlandia ha perdido 5.091 kilómetros cuadrados», una superficie similar a la de La Rioja, que a su vez se corresponde con unas 1.000 gigantones (un gigatón equivale a 1.000 millones de toneladas) de hielo perdido. En términos numéricos más comprensibles, Groenlandia pierde unos 30 toneladas de hielo cada hora.
Este resultado implica que la pérdida de hielo en Groenlandia podría tener implicaciones tanto en el aumento del nivel del mar, que podría ser mayor al esperado, como en el colapso de las corrientes oceánicas del Atlántico Norte, de importancia mundial, ya que son fundamentales en lo que respecta a la regulación el clima del planeta.
«Nuestros resultados indican que, al ignorar la retirada del frente de desprendimiento (el perímetro de Groenlandia, donde los glaciares se encuentran con el mar), las estimaciones de consenso actuales del balance de la capa de hielo han subestimado la reciente pérdida de masa de Groenlandia hasta en un 20%«, recoge el informe.
Ciudades y países en peligro
«La pérdida de masa de la que informamos ha tenido un impacto directo mínimo en el nivel global del mar, pero es suficiente para afectar a la circulación oceánica y la distribución de la energía térmica en todo el mundo«, alertan los autores del estudio. Y presagia un mayor derretimiento del hielo en el futuro.
Otra de las conclusiones de los autores del estudio es que el retroceso multidecenal del hielo está «altamente correlacionado» con la magnitud del avance y retroceso estacional de cada glaciar (desde un máximo en mayo hasta un mínimo entre septiembre y octubre), lo que significa que la variabilidad de la posición terminal en escalas de tiempo estacionales puede servir como un «indicador de la sensibilidad de los glaciares al cambio climático a largo plazo«.
El retroceso de los glaciares en Groenlandia es general. «No hay excepciones, esto sucede en todas partes y al mismo tiempo», apuntan los investigadorse. No obstante, los glaciares más susceptibles a los cambios estacionales (los que se expanden más en invierno y retroceden más en verano) son también los más sensibles al impacto del calentamiento global y los que experimentaron el retroceso más significativo en los últimos 40 años.
Las estimaciones de los científicos apuntan a que el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia, solo superada en el planeta por la registrada en la Antártida, contribuyó en más del 20% al aumento del nivel del mar desde hace veinte años.
El aumento del nivel del mar amenaza con intensificar las inundaciones en las comunidades costeras e insulares, donde residen cientos de millones de personas y, con el tiempo, podría llegar a sumergir ciudades e incluso naciones enteras
«Una amenaza sin precedentes»
El Ártico se está calentando cuatro veces más rápido que el resto del planeta. Además, experimentó su verano más cálido el año pasado. Todo ello como consecuencia de la crisis climática.
La consecuencia puede ser devastadora: el calentamiento de la atmósfera puede hacer que la superficie de los glaciares se derrita a mayor velocidad y que gotee hacia el fondo de la capa de hielo, lo que facilita que se pierda aún más hielo.
Según los científicos, los océanos más cálidos, aquellos que han absorbido alrededor del 90% del exceso de calor causado por la emisión de gases de efecto invernadero, están relacionados con el derretimiento de las principales plataformas de hielo, cruciales para la Tierra, pues amortiguan las vastas capas de hielo de Groenlandia y la Antártida.
Los investigadores expresan su preocupación por otro posible impacto: la alteración de las corrientes de aguas profundas, claves de los patrones climáticos globales. Apuntan que la aportación adicional de agua dulce al océano podría afectar la Circulación Meridional de Inversión del Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés), un complejo sistema que regula la transferencia de calor desde los trópicos al hemisferio norte.
Los cambios en AMOC y el derretimiento de las capas de hielo figuran entre las más de veinte emergencias climáticas apuntadas el año pasado por un grupo internacional de científico, que suponen «una amenaza sin precedentes» para el futuro de la humanidad y del planeta.
Informe de referencia: https://www.nature.com/articles/s41586-023-06863-2
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