Carlos Camacho llevaba todos los años a su perro Terry a la bendición de mascotas que se realizaba en el Codema. Pero este año no tuvo esa posibilidad. Cogió el teléfono y llamó a varias parroquias, hasta que encontró la de San Juan XXIII en Viesques. “Es la única de Gijón en la que se acuerdan y que se hace la bendición de mascotas. Debería extenderse y hacerse en más”, explica Camacho. Este domingo fueron un buen puñado de mascotas, principalmente perros y gatos, las que recibieron el agua bendita por parte del párroco de Viesques, Andrés Fernández, en un acto por San Antón que ya lleva celebrándose tres años seguidos en este rincón de Gijón, y que ya se ha convertido en tradición para feligreses y vecinos.
“La importancia ya no es solo bendecir las mascotas, es hacer que los niños se responsabilicen de sus mascotas, del sentido de cuidar animales que nos hacen compañía y nos dan alegrías”, explicó el párroco tras una bendición que se produjo tras la misa dominical de catecismo. “No se trata de exaltar la necesidad de tener mascotas, sino que hay que ser responsable una vez entren en casa”, añadió.
A Terry lo acercaron a Viesques con un objetivo. “Que esté bendito y tenga salud. Es la compañía que tengo, no lo quiero pensar el día que me falte”, subrayó Camacho sobre su compañero de hogar, que ya alcanza los 15 años. Porque esa idea, la de “uno más de la familia” se transmitió entre prácticamente todos los asistentes. “Es como mi hijo”, resaltó Margarita Robles, vecina del barrio de La Arena, que llevaba antes a su perro Coco al Corazón de María.
Los pequeños Lucía y Mateo Gutiérrez llegaron a casa pidiéndole a su madre que sus gatos, Pumuky y Trasgu, recibiesen la bendición del párroco. Lo habían escuchado en misa. “Insistieron mucho y aquí estamos”, comentó Lorena de Dios. “Me parece que se va a quedar ya en una tradición a partir de ahora”, añadió.
Esther y Mayte González son hermanas. Sus dos perritas, Mila y Lali, “son como si fueran primas”. Ambas vestidas con un atuendo rosa se acercaron a la parroquia, también procedentes del Corazón de María. “Somos muy católicas y creyentes. Si se bendicen coches que se llevan a Covadonga o casas, pues mucho más lógico es hacerlo con los perros, que es como si fueran hijos, que tienen su santo y todo”, enfatizaron.
Miguel Rebolledo y Raquel Granda, junto a su hija María Rebolledo Granda, cambiaron este año Infiesto por Gijón. Son las dos localidades en las que residen de forma alterna, pero al tener a la gata Lisi con menos de un año de vida no querían llevarla en coche. “Soy de la Cofradía de San Antón de Infiesto, allí llevamos 20 años haciéndolo, es una pena que no se haga en más lugares de Asturias esta bendición de mascotas”, explica Miguel Rebolledo, que lamenta además las trabas para que la tradición se instaure en las parroquias: “Hay algunos curas que hasta te ponen mala cuando lo dices”.
San Antón, la fiesta de las mascotas en la iglesia, se consolida en Viesques, donde acuden animales de compañía de todos los puntos de la ciudad. “Te dan muchísimo, es lo menos que podemos hacer por ellos”, concluyen varios de los asistentes, trasladando así un sentimiento común.