Hasta 1,4 millones de ciudadanos secundaron las manifestaciones contra la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) registradas este fin de semana en todo el país, de norte a sur y de este a oeste, según el balance final movimiento Fridays for Future y Campact, . La cifra no es verificable, dada la diversificación geográfica de las marchas y también el amplio espectro que las respalda. Incluye todos los partidos del espectro parlamentario excepto la AfD, desde el bloque conservador a La Izquierda, así como organizaciones ecologistas, activismo pro-refugiados, sindicatos e iglesias.
Muchas de ellas fueron convocadas casi de forma espontánea, como producto de un “efecto contagio” en que ninguna ciudad alemana, grande o pequeña, quería quedarse atrás. De las 80 inicialmente anunciadas el viernes se pasó a un centenar y medio. Las hubo de signo más bien izquierdista, como la desarrollada ante la sede del Parlamento federal (Bundestag), en Berlín, donde se escucharon desde el escenario muchas críticas a la coalición de gobierno entre socialdemócratas, verdes y liberales del canciller Olaf Scholz.
A la marcha berlinesa acudieron unas 150.000 personas, aproximadamente el mismo número que la convocada en Múnich. La policía bávara tuvo que dar por terminada la concentración muniquesa al verse superadas las capacidades del emplazamiento previsto. Fue la misma situación que se vivió el viernes en Hamburgo, así como en sábado en Colonia y otras ciudades del oeste del país.
Destacable fue asimismo la afluencia registrada en el este del país, donde la AfD aspira a convertirse en primera fuerza en las elecciones regionales que tendrán lugar el próximo septiembre. Decenas de miles de personas salieron a la calle en Cottbus, Halle y Potsdam, entre otros puntos de esa mitad del país.
Mensaje de Steinmeier
“Cientos de miles de personas han salido a la calle en todas partes de Alemania. Gente de toda edad y condición, con o sin raíces alemanas, que quieren un futuro de convivencia en paz”, afirmó en un mensaje institucional el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier. Son personas “que defienden nuestra República, nuestra Constitución y nuestra democracia contra sus enemigos”, prosiguió el presidente, originario del Partido Socialdemócrata (SPD) aunque dejó en suspenso su militancia, por la neutralidad inherentes a su cargo.
El detonante de las marchas son las revelaciones sobre una reunión en Potsdam entre ultraderechistas y neonazis, en que se abordó la expulsión de millones de extranjeros, incluidos personas de origen no alemán ya nacionalizadas. Desde la AfD se ha tratado de relativizar la presencia de varios de sus miembros en esa reunión y atribuido las informaciones periodísticas a una campaña. La respuesta de la calle ha sido contundente, en un país donde uno de cada cuatro personas es de origen extranjero.
Todo eso ocurre en un momento de auge en los sondeos de la AfD, segunda fuerza en intención de voto a escala nacional y primera en la mitad este. Es un partido aislado políticamente y descartado como socio por el resto del espectro parlamentario. Sin embargo, dentro del bloque conservador hay corrientes favorables a abrir el diálogo. Una de estas corrientes, la más derechista y radicalizada, es la Unión de Valores, varios de cuyos miembros acudieron asimismo a la reunión de Potsdam.
Justamente este fin de semana decidieron sus líderes fundar su propio partido. De formalizarse podría proporcionar a la AfD un primer aliado, escindido del bloque conservador, la primera fuerza de la oposición y también en intención de voto.