Un ecosistema económico es un hábitat común beneficioso en el que interaccionan empresas, administración, investigadores y universidades. Durante demasiados años en Canarias investigadores y empresarios hemos vivido de espaldas. Pero en los últimos meses se constatan por fin movimientos de convergencia. La empresa canaria abraza al boom de la ciencia. Aparecen empresas industriales con I+D propio, y empresas en colaboración público-privada que acuden a los centros de investigación a contratar desarrollos que llevar al mercado. Las empresas start-up surgen de la diversificación de negocios en sectores bien establecidos, pero con poca necesidad de innovación (turismo, construcción, comercio, energía, puerto…) hacia otros sectores de gran crecimiento y nueva generación de riqueza, o surgen desde cero, desde una idea que resulta apoyada por inversores. Aquellas empresas start-up que emergen y se separan desde un contexto maduro o desde un centro de investigación consolidado son spin-off de esos centros y empresas. Investigadores y egresados se aventuran ya a crear empresas de base tecnológica. Pero el tamaño importa. Toda start-up, o todo spin-off de base científica o tecnológica, es siempre intensiva en I+D, constantemente durante la vida de la empresa, y necesita crecer hasta dimensiones al menos de mediana empresa. No hace «proyectos sueltos» de investigación, la empresa hace investigación en sus departamentos de I+D, en sus líneas de actividad, fácilmente identificables. Todos esos gastos «son gastos de I+D», y no giran ni siempre ni necesariamente en torno a «proyectos con ayuda pública» o de «convocatoria». Va con la dinámica interna de cada empresa. Y el marco fiscal debe estar para estimularlo. Tenemos que aprender esto y Hacienda también. Por otra parte, los mecanismos de financiación y rondas de capitalización y crecimiento son ya estables en Canarias. Las empresas sin dimensión y con poco capital no hacen I+D, y al no acceder a nueva tecnología ni poder desarrollar la propia no se benefician del motor económico y de crecimiento y estabilidad que es la I+D.

España se incorporó a la Unión Europea en 1986. Rápidamente se benefició -siendo receptor neto en las balanzas fiscales- de varios fondos, entre ellos los fondos FEDER, durante años dedicados muy mayoritariamente al hormigón: carreteras, AVEs, puertos, aeropuertos. Eso trajo mucho crecimiento. Nos dieron peces porque estábamos atrasados. Los políticos, los gobiernos, se adaptaron a poder gestionar esas infraestructuras. Pero esa fase del hormigón terminó. Ahora España no es beneficiaria neta en la UE. Recibimos tanto como ponemos. Pero lo que recibimos nos viene además orientado, dirigido. Ya los fondos FEDER vienen por conceptos muy distintos al hormigón: vienen para desarrollo industrial y tecnológico en su mayoría, y para servicios avanzados basados en tecnología. Consecuentemente los gobiernos se adaptan, y España y luego las CCA adaptan y formulan sus presupuestos para poder gestionar y distribuir esas asignaciones establecidas por Bruselas, por la UE. También en la estructura de los gobiernos los ministerios o consejerías de innovación, tecnología e industria adquieren mucha más importancia, como antes la tenían los ministerios de «Obras Públicas». Se trata de la Transformación Digital, tecnológica, y la Transición Energética, también tecnológica. Nos ha costado darnos cuenta de esta realidad, pero al final hemos aprendido. Hemos perdido algunos años, algunos presupuestos europeos (que son de 7 años). Además, esta orientación tecnológica se ha reforzado con ocasión de la crisis covid-19. La UE ha decidido, esta vez sí, una política expansiva para compensar el parón económico de la pandemia, y ha creado y asignado los fondos Next Generation con un enfoque no tanto de darnos peces, sino de ayudarnos a construirnos las cañas y aperos con qué pescarlos nosotros mismos. Hay mecanismos de responsabilidad con el dinero público europeo que implican el visado o autorización de actuaciones por la Comisión Europea, la notificación, la transparencia, la justificación por tramos y otros condicionantes, como disponer de una hoja de ruta de planificación (RIS3 ampliada, el Plan PRTR y sus componentes, con el que España propone recibir los fondos y alcanzar los objetivos del MRR o presupuesto nuclear de los Next Generation, las Adendas periódicas al Plan, los PERTEs…). Pero hoy más que nunca todo depende de nosotros mismos, está en nuestras manos. El 2 de octubre Bruselas ha aprobado, y no ha cuestionado ni tocado ni una coma, la Adenda remitida por el Gobierno en junio. Administración y Empresa saben que los presupuestos públicos y la inversión privada ya no van tan focalizados al hormigón. Por fin estas fuerzas están entrando con éxito en la creación de empresas tecnológicas, y en la diversificación y modernización de la economía canaria. Y por encima aún de esta poderosa palanca público-privada está la realidad de la libertad de iniciativa y empresa en una sociedad occidental de mercado cada vez más madura en Canarias.

Entre los obstáculos están la pérdida de productividad, de capacidad de trabajo y de habilidades requeridas, el demoledor informe Pisa para toda la OCDE (frente a Asia) pero en especial para España y para Canarias, la pérdida de competitividad ante las rigideces de la regulación, o la competencia entre estados miembros de la UE e incluso entre CCAA en nuestro país. Muchas comunidades mantienen un lobby constante en los ministerios del Gobierno, y esto nos exige muchos viajes y presión política. Como mínimo tan fuerte como el lobby que hacen otras comunidades. Canarias tiene una herramienta poderosa si, una vez que la tenemos otorgada, la gobierna ella misma: el REF. Sin embargo, decide el Estado, y muchos expedientes de inversión, atractivos según salen de Canarias, se recortan por los ministerios en Madrid regateando con la letra pequeña de las regulaciones correspondientes y haciendo atenuar las ventajas competitivas del REF frente a otras regiones.

La empresa canaria efectivamente abraza la ciencia. Hay sectores que ya están atrayendo importante inversión tecnológica en Canarias. Las industrias de diseño de microchips y sistemas con sus aplicaciones es una; otra la de desarrollo de producto software. Lo primero que hay que tener claro es que no son «servicios» de diseño o desarrollo, servicios «que se prestan». No son instalaciones o soluciones informáticas para usuarios y empresas. Son desarrollos de producto hardware o de producto software. Y ese debe ser su tratamiento en REF, en ZEC o en Incentivos Regionales en Hacienda. Esta industria de desarrollo de software, las «software factories», ha adquirido un volumen gigantesco, al tiempo que la programación se ha ido estructurando y organizando en arquitecturas software, patrones, capas, «stacks», objetos y recursos, de modo que se apalanca mucho el potencial de cada desarrollo. Esto produce una explosión en la producción de diseños y aplicaciones. Pero también en otra cosa: la creación y despliegue de nuevos servicios basados en las tecnologías digitales. Estos ya sí son servicios, pero tan servicios como la distribución de energía en las redes eléctricas. La provisión de esos servicios basados en productos software se está organizando localmente o en la red Internet, ya sea en su borde de acceso (Edge) o en su núcleo (Cloud, Centros de Datos).

Hay varios hechos diferenciales en Canarias en Microchips y Tecnología Digital. Uno de ellos es que ya hemos superado la barrera de entrada en diseño de microchips y esto solo ocurre en cinco comunidades de España. Actualmente Canarias diseña microchips para empresas peninsulares e internacionales. Otro, el espectacular desarrollo, en los últimos veinte años, de las «software factories» en Canarias. Otro, el haberse situado en el exclusivo mapa de talento en Inteligencia Artificial en España y la consiguiente aparición de empresas «AI factories». Otro, el volumen de estudiantes en ingeniería y en los ciclos formativos de grado superior en especializaciones más afines, en una proporción solo superada en cinco o seis comunidades. Y se puede mejorar «combatiendo Pisa» con planes decididos y ambiciosos en Secundaria (reforzando Matemáticas, Física y Tecnología), FP y Universidad y con el impulso a las vocaciones STEM y programas de becas estratégicos y generosos. No impulsamos STEM si somos cicateros en los títulos y programas educativos universitarios en este campo y si dejamos de ser estratégicamente proactivos. Muchos «nómadas digitales» ven con interés venir a Canarias. Pues, igualmente, incentivemos el regreso de nuestros muchos «emigrados tecnológicos». «España no va a perder la carrera ante la tecnología más avanzada» ha dicho Sánchez. Canarias tampoco. Fernando Clavijo en su visita a los Institutos Universitarios tecnológicos de la ULPGC en el Polo Tecnológico de Tafira dijo: «Estamos bien ubicados, pero lejos del continente, somos islas, tenemos dificultades, pero la realidad es que la tecnología es lo que nos va a permitir tender puentes con Europa». De nosotros depende.

Catedrático emérito, Ex director del Instituto Universitario de Microelectrónica Aplicada (iuma), Universidad de Las Palmas de Gran Canaria