Otra barrera rota. Otra exhibición más. Otra semana más en la cima de la Liga. Otro viaje a la nueva dimensión anunciada por Míchel, que dirigió la espectacular goleada sobre el Sevilla (4-1), transformado en un equipo que emociona. Suma 52 puntos, récord de la historia del club destrozando la marca del Girona de Pablo Machín (2017-18), y ha anotado 51 goles, siendo el máximo realizador por delante de Madrid (43), con un partido menos aún, Barça (40), Atlético (39) y Athletic (38).
Y en Montilivi habita Artem Dovbyk, el Pichichi de la Liga con 14 goles. Un escándalo de jugador. Un delantero monstruoso que firmó tres goles en seis minutos y 33 segundos. El segundo mejor registro de la Liga, solo superado por Luis Suárez, el delantero del Granada, que logró tres tantos en cinco minutos.
En Montilivi, el escándalo es ese gigantesco ucraniano, que ridiculizó a Sergio Ramos y, de paso, a toda la defensa del Sevilla, un equipo que se adelantó en el marcador. Menuda ingenuidad porque eso despertó al vertical y venenoso Girona de Míchel, el equipo más divertido de ver en España. Y, tal vez, en Europa.
Savinho, un demonio
Presionó, y con acierto, el conjunto andaluz nada más arrancar el duelo, estimulado por el 0-1, sin saber que ahí estaría luego su perdición. Se fue arriba a intimidar al Girona dejando un latifundio a su espalda. Un panorama idílico para Savinho, ese endemoniado extremo que cabalga feliz por la pradera de Montilivi con regates eléctricos aprovechando la inteligencia táctica de Miguel.
Se iba el lateral –perdón por usar esa definición-, se iba el interior, volante hacia el centro arrastrando hacia ese pantano a Jesús Navas y dejando solo a Nianzu, un joven francés, expuesto al caos. Era uno contra uno con Savinho. O sea, estaba invitado el defensa del Sevilla a la ruina.
Caramelos para Dovbyk: tres goles en 6 minutos
Y se arruinó, mientras Dovbyk aprovechaba los caramelos que le iban llegando. La primera chuche fue de Savinho: 1-1. La segunda procedía de Portu, quien prolongó el pase previo de Savinho: 2-1. Y la tercera golosina lleva la firma en la estadística de Yan Couto: 3-1. Pero no tenía nada de eso porque fue un pase a campo abierto para que Dovbyk se peleara con Ramos. Lo de la pelea era una metáfora.
Se comió el nueve ucraniano al andaluz. Como el Girona al Sevilla, al que remontó el tanto de Isaac Romero en un santiamén. Ni 20 minutos y tres goles del Girona que enloquecieron a Montilivi, disfrutando de una noche espectacular, con ese juego moderno, colectivo y, sobre todo, bello.
En el palco, y junto a Quique Cárcel, el ideólogo de esta obra hermosa que conmueve al fútbol español y europeo, estaba sentado Txiki Begiristain, el director deportivo del Manchester City. Asistiendo ambos a la nueva exhibición del conjunto de Míchel, que produce tanto fútbol que se le caen los goles. Tres al Rayo en la Copa antes de llegar a la media hora inicial de juego. Y otros tres al Sevilla justo antes del minuto 20.
Oda al fútbol
Nadie marca tanto como el Girona. Ni tiene tantos atajos para llegar al gol. No se había pisado la hora de encuentro y no solo había festejado los tres de Dovbyk sino que Portu estrelló un disparo en el larguero tras una jugada soberbia y Yangel Herrera, ya en la segunda mitad, cabeceaba al poste derecho de Dmitrovic, antes de que Savinho desgarrara de nuevo a Nianzou para asistir a Tsygankov, el otro ucraniano que quería unirse a la fiesta que se montó su amigo Artem.
Quique, el técnico del Sevilla, no descodificó en ningún momento lo que le planteó el Girona cuya movilidad desorienta a cualquiera. No libró al defensa francés de ese calvario, mientras las patadas (Ramos y Hanníbal) dominaban sobre el juego, víctima de la impotencia andaluza.
En Montilivi cada partido se transforma en una oda al fútbol. Es normal. Allí habita el líder de la Liga (52 puntos, uno más que el Madrid, que tiene un partido menos), el máximo goleador (suma 50 tantos) y tiene al Pichichi del campeonato: Dovbyk, con sus tres goles, suma ya 14, los mismos que Bellingham, la estrella del Madrid.
Y Montilivi despidió la noche haciendo la ola para despedir a los héroes (Dovbyk y Savinho) cuando Míchel decidió darles descanso en los minutos finales, pensando ya en la Copa porque el miércoles le aguarda el Mallorca. Si lo derrota, estaría en semifinales, territorio que jamás ha pisado.
Tampoco estuvo tanto tiempo en la cima de la Liga. Decían que tendría vértigo. ¿Vértigo de qué? De nada porque faltaba aún el quinto y precioso gol de Stuani tras un pase soberbio de Pablo Torre a Miguel, un lateral, volante, interior, extremo… Juega al fútbol el Girona como los ángeles.