Marcos Buenaga llama a la puerta de una casa propiedad de su familia situada en la Travesía de los Estudiantes, en la zona de la Tenderina conocida como Rayo Mercadín. Pasado un rato, cuando ya se iba, un hombre de unos treinta años sale a la calle con una barra de hierro de metro y medio y se dirige a él desde lejos de forma poco amistosa. «¿Qué pasa?», pregunta con tono airado. «Lo que pasa es que estás en una vivienda que no es tuya y vengo a pedirte por enésima vez que te marches«, responde Buenaga sin amedrantarse ante uno de los muchos okupas que han tomado esta zona de Oviedo. «No somos los únicos que estamos pasando por esto. Hay por lo menos una decena de casas okupadas«, explica Marcos Buenaga mientras se le revuelve la sangre al ver cómo el hombre de la barra de hierro vuelve a meterse en el interior de una vivienda que forma parte de la historia de su familia.

No en vano, la casa que ahora está okupada fue construida con mucho esfuerzo por su abuelo, Manuel Villanueva, y en ella vivió durante muchos años junto a su mujer, Valentina de la Mier. En la vivienda también se crio su madre, María Teresa Villanueva, la actual propietaria. «Si mi abuelo levantara la cabeza y viera lo que está pasando en su casa se volvería loco. Tener que ver cómo alguien se mete en nuestra vivienda sin poder hacer nada para evitarlo es desesperante», explica Marcos Buenaga, que tiene denunciado a su «inquilino» desde hace tiempo y aún no ha conseguido que se vaya.

«En cuanto me avisó un vecino de que habían entrado en la casa fui a denunciar a la Policía Nacional. A los dos días se celebró un juicio rápido y la jueza ordenó que la casa fuese desalojada de inmediato. Eso ocurrió a principios de diciembre y ahí siguen», explica resignado Marcos Buenaga. «Hace unos días volví a enviar un correo electrónico al juzgado explicando la situación y me contestaron que se iban a poner en contacto con el área de Servicios Sociales porque los okupas son personas vulnerables. Es alucinante, pero las leyes están hechas así y tienen ellos más derechos que los propietarios«, añade el joven afectado.

Marcos Buenaga, ayer, frente a la casa de su familia que está okupada en la travesía de los Estudiantes, en el Rayo Mercadín. FdV


La vivienda de la familia de Marcos Buenaga no es ni mucho menos la única que está okupada en la zona del Rayo Mercadín. Las primeras casas asaltadas por personas ajenas a la propiedad fueron las que están situadas en la calle de las Madreselvas, después les tocó el turno a las de la zona de la Carretera del Rayo y, por último, al menos hasta el momento, les llegó a las que hay en la travesía de los Estudiantes, donde se encuentra la que era del abuelo de Marcos Buenaga. «Toda está zona está pendiente de un plan urbanístico. Muchas de las casas se fueron quedando vacías porque las compraron las constructoras. En el caso de otras, como la nuestra, la junta de compensación llegó a acuerdos con los inquilinos para que se fuesen, pero han llegado otros que se saltan las leyes a la torera», explica Buenaga. Los okupas que están en su vivienda se encontraron con una casa de dos habitaciones lista para disfrutar. «La señora que la tuvo alquilada los últimos años dejó hasta las sábanas cuando se fue».

En la zona también hay casas en las que todavía viven los «vecinos de toda la vida», familias que ya han denunciado amenazas por parte de algunos de los okupas y que «viven con miedo» desde hace tiempo. Una mujer que lleva toda su vida residiendo en este punto de la ciudad asegura que ya no se atreve a sacar a sus perros a pasear, que los monta en el coche y se los lleva lejos de allí para no tener que encontrarse con «personas que no sabes lo que pueden hacerte» y que «no respetan a nadie».