Ir eliminando tiro a tiro a cada agente policial que se interponga hasta llegar al judío que se pretende matar; o bajar en bicicleta por una avenida aniquilando a tiros a los viandantes de raza blanca; o ir alcanzando con rifle y mira telescópica a soldados enemigos entre las ruinas de un edificio en Oriente Medio… Cualquiera de estas partidas tentarán a un joven integrista islámico en proceso de fanatización. Y no le faltan al Estado Islámico (ISIS) videojuegos donde dar aire a esas ensoñaciones.

Estos ejemplos han aparecido en juegos online o de consola incautados o monitoreados durante investigaciones policiales antiyihadistas en Bélgica, Holanda y España. “Los videojuegos son un vector de radicalización tan potente o más que un spot en redes sociales”, relata un mando de la lucha antiterrorista en Madrid tras las detenciones del otoño y el invierno, una oleada marcada por un importante porcentaje de gente joven implicada, incluso menores.

Son un instrumento potente, y su control es aún más difícil que el de contenidos de Instagram o Facebook, porque “esas plataformas colaboran, pero en el mundo de los videojuegos nos faltan herramientas legales”, lamenta.

“En las últimas actuaciones hemos visto algunos juegos, pero no podemos generalizar señalando alguno más destacado”, explica un oficial de la Guardia Civil. Los expertos consultados son prudentes tratando de no señalar marcas que puedan verse perjudicadas. El videojuego de preferencia del joven radical islámico es, según esta fuente, del género FPS (First Person Shooter, o tirador en primera persona): o sea, un protagonista que se mueve por un entorno, que se muestra visto por sus ojos, y que va cambiando de armas para abatir enemigos con certeros impactos en el cráneo o el cuerpo, con sus correspondientes estallidos hemorrágicos.

Ese tipo de juegos “se puedan customizar con banderitas, logos…”, hasta simular, por ejemplo, que el jugador es un combatiente del ISIS en Irak, Siria, el Sahel… o en una calle de Europa.

El tuneo

En algunos de estos videojuegos es poco el esfuerzo de imaginación que tiene que hacer el jugador para sentirse un muyahidín, pues ya se le dan extras no de serie para transformar al protagonista. Existen en el mundillo integrista tuneos de versiones antiguas de al menos seis juegos occidentales de la industria, según fuentes policiales: Call of Duty, Medal of Honor, Grand Theft Auto, Counter Strike, y las versiones para móviles de Uncharted y Sniper Strike.

Del primer videojuego, el conocido Call of Duty, hizo el Estado Islámico en 2014 una imitación online y propagandística, apenas jugable pero potente de presentación, titulada ‘Call of Jihad; Operation Assad’, cuya acción situaba en Siria.

Call of Jihad, tuneo de un famoso videojuego bélico para convertirlo en propaganda yihadista. EPC


La creación de esta respuesta al juego líder del mercado se la autoatribuyó Al Hayat Media Center, la productora del ISIS, supuestamente desde un centro de producción en Londres. Ahora, explican las fuentes policiales consultadas, el yihadismo no precisa recurrir a una productora central: surgen los espontáneos con conocimientos informáticos, «islamonautas» dispuestos a tunear videojuegos aportando llaves, claves y trucos para el tuneo online de uniformes, banderas, bandas sonoras y escenarios.

Cruce de espadas

El objetivo es también fabricar gameplays, pantallazos, pequeños vídeos de batallas o partidas que puedan compartir y comentar los acólitos en una plataforma de chats -o «servidores»- como Discord, en algún rincón que rija un radicalizador o en la que los yihadistas se intercambian mensajes en clave.

Hay al menos dos características comunes en los videojuegos de preferencia y en esos vídeos de jugadas. En los primeros, una total deshumanización del objetivo. El enemigo es una silueta con rostro no definido, a la que más vale tumbar rápidamente o se disparará al jugador.

Spot promocional del ISIS con base en imágenes creadas al estilo de las de los videojuegos. EPC


En los segundos, algún personaje acaba clamando el acostumbrado “Alá-hu akbar”, o “Alá es grande”, y a menudo se oye por detrás el Salil al Sawarim o ‘Cruce de Espadas’, himno religioso muy utilizado en la propaganda del ISIS, y del que se han hecho hasta versiones bailables y orquestaciones para animar la propaganda historicista en YouTube.

En algún momento del episodio se verá flamear la bandera negra y el lema en blanco del Daesh.

Precedentes

En el tuneo yihadista del videojuego, frecuentemente con gameplays -algunos a su vez deformados por autores islamófobos que responden a los integristas- quizá el hecho fundacional no tuvo lugar en la guerra de Siria, sino en la del Golfo. En 2006 -recuerda un trabajo del experto en Relaciones Internacionales Antonio César Moreno para la Universidad Complutense- Al Qaeda fabricó un videojuego Quest for Bush, para responder a la versión comercial estadounidense Quest for Saddam. El argumento: sorteo de obstáculos y enemigos hasta llegar al presidente norteamericano y volarlo con una bomba.

En un estudio de la revista Perspectives on Terrorism del Centro Internacional Contra el Terrorismo de la universidad británica de Saint Andrews, ya se analizaba desde el otoño de 2019 la “migración” de técnicas y narrativas de los videojuegos a los vídeos de propaganda del Estado Islámico. Entre ellas, tomas aéreas de cámara de dron, o perspectivas de plano secuencia subjetivo, los propios de un first person shooter.

Si la utilidad del videojuego en el universo yihadista no es nueva, sí lo es su paulatina profusión en España, según baja la edad de los detenidos y su dedicación -mayoritaria en las operaciones de la Guardia Civil y la Policía Nacional desde octubre hasta este enero- al trabajo del proselitismo: radicalizar a otros para seguir la yihad.