Según datos de la Organización Mundial de la Salud, entre el 8 y el 13% de las mujeres en edad fértil tienen síndrome de ovario poliquístico, pero hasta el 70% de las mujeres que lo sufren no están diagnosticadas. La endometriosis, según la misma institución, afecta al 10% del mismo grupo poblacional. La píldora anticonceptiva, ese gran invento del siglo XX que cambió la vida y dio libertad a las mujeres, es el «tratamiento» que se utiliza para tratar ambos.
Sin embargo, la píldora no cura ninguna de las dos dolencias. Lo que hace es enmascarar los síntomas que a menudo no se diagnostican hasta que la mujer busca dejar el tratamiento hormonal para ser madre. O hasta que los efectos secundarios superan los beneficios que puede reportar a quien la toma.
A Elena, de 30 años, un ginecólogo le recetó el anticonceptivo oral nada más entrar en la veintena para responder a los sangrados excesivos. Tuvo que dejar de tomarla porque le subió el colesterol, así que se pasó ocho años más sufriendo los efectos de una endometriosis que no diagnosticaron tres médicos diferentes. «Siempre me habían dicho que mis síntomas eran normales«, confiesa. Sin embargo, el dolor que sufría se extendía más allá de los días de menstruación y, en ocasiones, la incapacitaba totalmente.
La píldora no regula el ciclo
«Tomar un anticonceptivo no soluciona el problema«, asegura a este periódico la doctora Radharani Jiménez Carvallo, autora de El gran libro de la salud integral femenina. Una experiencia que es fácil de encontrar con solo preguntar en el entorno. En parte, para la ginecóloga y escritora, hay una falta de información: mucha gente toma la píldora «para que se le regule el ciclo» sin ser conscientes de que se trata de un sangrado por deprivación y no una menstruación normal.
Para Jiménez Carvallo debería ser obligatorio que a las mujeres se les informase, con su primera regla, de su situación. Que se comprobase el funcionamiento de los ovarios, la situación del útero, y el nivel de fertilidad. De esta manera podrían no solo estar al tanto de su salud y sus posibilidades, sino que podrían tomar decisiones en base a esos datos. Porque muchas se pasan la vida camuflando los síntomas de diferentes dolencias y cuando quieren ser madres, con 35 o más, se encuentran con que no es tan fácil.
Sin embargo, sí hay que tener en cuenta que las reglas irregulares son habituales en los primeros años de menstruación. Eso no significa que se pueda descartar de manera categórica el dolor o la frustración de miles de mujeres: «Los profesionales podemos ser muy paternalistas», admite Jiménez Carvallo.
De niña a mujer adulta sin una sola menstruación
«Todo el mundo te habla de experiencias traumáticas con médicos», expresa Antonio Villarreal, que escribió con María Zuil el libro La mitad que sangra. «Aunque la píldora fuera la gran solución para la generación de nuestras madres ha llegado un momento en el que se receta para todo», añade el periodista. Ahora «ya no cuela tanto que le des hormonas a una niña», sin más pruebas, y para no pensar más en ello en 20 años.
Es lo que le pasó a Judith, de 28 años, cuando tenía 15. «Mi médico de cabecera me recetó la píldora como primera opción de tratamiento porque tenía acné hormonal y llevaba tres meses sin tener la regla», cuenta a El Independiente. «No tuve ningún efecto secundario», explica. «Formaba parte de mi rutina diaria tomarme esa pastillita al día. Estuve tomándola unos 11-12 años, sin plantearme en ningún momento dejarla», añade.
Judith decidió dejar la píldora anticonceptiva con 26-27 años porque se vio «completamente adulta» y sin aparente necesidad de tomarla. El embarazo no le preocupa, ya que es lesbiana y tiene una relación con una mujer cis. «Quería ver si mi cuerpo era capaz de regularse solo o si realmente existía un desajuste hormonal importante que me había estado contrarrestando la píldora durante todos estos años», ella nunca tuvo un diagnóstico de nada, pero ningún ginecólogo hizo amago de retirársela.
Ahora, año y medio después de dejar de tomar hormonas para controlar su ciclo ha descubierto que sí tiene una menstruación normal. «Tardó unos meses en ajustarse, pero ahora lo tengo bastante regulado», confiesa.
La píldora no es veneno
Según el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva de la SEC, en 2022 solo el 17,8% de las españolas utiliza la píldora para evitar el embarazo. Y en el grupo de edad de las más jóvenes las cifras son menores. ¿Por qué? Se habla de bulos y desinformación, como Violeta Mangriñán diciendo en redes sociales hace unos años que la píldora producía celulitis.
Tampoco son veneno, no engordan ni producen cáncer ni aumentan los riesgos de sufrirlo. Al menos, no hay estudios que lo demuestren. «Los anticonceptivos no son una mala opción, son una opción más, pero no le va bien a todas», sentencia Jiménez Carvallo. La ginecóloga asegura que a veces llegan atemorizadas a su consulta, sobre todo las más jóvenes, porque han visto un bulo en redes sociales.
Esta doctora apuesta en su libro por una salud integral formada por varios puntos clave. Lo representa a través de una estrella de cinco puntas, en donde el equilibrio hormonal es solo una de las esquinas. El resto son la alimentación correcta, el sueño reparador, la estabilidad emocional y el ejercicio físico.
Las alternativas naturales
Por lo tanto, hay que ser consciente del recorrido que pueden tener los tratamientos alternativos. Por ejemplo, las vitaminas, el aceite de onagra, los probióticos para controlar el microbioma y otras posibilidades, no son una solución definitiva.
Lo verifica Alberto Gómez de Laboratorios Niam, que comercializa un complemento alimenticio con vitaminas y minerales que incluye D-Chiro-Inositol. «Es un ingrediente que actúa regulando hormonalmente a la mujer con Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP), ayudando de esta manera a regular la ovulación, a mejorar problemas como la fertilidad, el acné, el hirsutismo, la resistencia a la insulina, el colesterol y los triglicéridos», asegura.
«No pretende sustituir a tratamientos como los anticonceptivos hormonales, que son anovulatorios», añade. «En ningún momento los anticonceptivos llegan a mejorar la resistencia a la insulina o a conseguir una ovulación regulada, ya que con los anticonceptivos se inhibe la ovulación», finaliza.
Por lo que hay que recordar, como dice la ginecóloga Jiménez Carvallo, que hace falta un tratamiento multidisciplinar. «Podríamos estar gastando dinero en algo que no nos funciona«, comenta, señalando que no siempre que algo es natural es bueno.
La regla es un síntoma de salud
Tal y como explica Radharani Jiménez Carvallo, una menstruación regular y sin problemas es un síntoma de salud normal. El cuerpo necesita todas sus funciones vitales así que en el caso de que algo vaya mal, la regla es una de las primeras en desaparecer. Se puede ver afectada por la ansiedad, el estrés, la alimentación, el esfuerzo físico y otros tantos factores. Todo está interconectado en la salud reproductiva femenina, algo que también han observado María Zuil y Antonio Villarreal.
La falta de estudios en lo referente a la regla, eso que sufrirá en algún momento de su vida el 51% de la población, fue lo que alertó a los periodistas y lo que les hizo escribir este libro. «Encontré superpoco de la menstruación pero si te pones a buscar estudios sobre trasplantes de pelo o disfunción eréctil hay muchos más», dice Antonio Villarreal. Para él no hay un tabú, porque cuando preguntas nadie tiene problema en hablar del tema. Sin embargo, en el día a día no forma parte de las conversaciones.
De hecho, María Zuil y Antonio Villarreal se encontraron a cientos de personas que estaban deseando contar lo que habían pasado. Su esperanza es que al hablar del tema se potencie la investigación para dejar de vivir con dolor.
Hacen falta estudios
Por eso, Enriqueta Barranco, catedrática de la Universidad de Granada, es todo un referente porque desde hace años intenta comprender mejor los secretos de la menstruación. Pero no ha sido un camino fácil, ni siquiera dentro de la medicina. «En el campo de la ginecología no se le ha dado importancia» a la regla, considera esta ginecóloga y obstetra. «Cuando empecé a estudiar la sangre menstrual me trataron de loca«, aseguraba a ARA en 2023.
La regla, que siempre ha existido, es ahora más visible de lo que era hace veinte y treinta años, aunque quede mucho por andar. Y los avances llegan, con interesantes estudios de epigenética y microbiota, por ejemplo, para entender todos los campos que tocan estas dolencias olvidadas.
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