«Para toda la humanidad» arrancó en Apple TV planteando una realidad en la que la Unión Soviética fue la primera nación en pisar la Luna a finales de los años 60. A lo largo de cuatro temporadas, hemos ido explorando esta nueva realidad ucrónica con una carrera espacial que se desarrolló de una manera diferente, y en la que nos encontramos con un cambio sustancial en la trama a partir de la tercera entrega. Ni qué decir tiene que a lo largo de estas líneas, el lector podrá encontrarse con algún que otro spoiler. Marte ha pasado el centro de la trama y nuestro pequeño satélite casi parece relegado a un segundo plano. La serie terminó en su segundo año con uno de esos cliffhangers que desencajaban la mandíbula al dejarnos ver que en esa otra realidad el hombre pisó el Planeta Rojo a comienzos de la década de los 90. Y ahí nos hemos quedado en las dos entregas siguientes y, a juzgar por lo que hemos visto en la recientemente finalizada cuarta temporada, ahí nos vemos a quedar en la próxima.
La serie arrancó en un 1969 alternativo y ha seguido explorando a lo largo de sus cuarenta episodios la actualidad de ese mundo, como si estuviéramos en The Crown. Ya sabemos, por ejemplo, que aquí en los 70 el entonces príncipe Carlos de Inglaterra sí que se casó con Camila Parker. A cada nueva tanda de episodios hemos ido saltos de década en década y en esta cuarta temporada nos hemos plantado en el 2003. En este mundo que nos plantea la serie, la carrera espacial avanzó más deprisa que en el nuestro, ya que Estados Unidos siguió tratando de protagonizar nuevos logros para tratar de eclipsar los conseguidos por los rusos. Los cambios en la línea del tiempo se van sucediendo, en virtud de los aleteos del llamado efecto mariposa, y tenemos a Al Gore en la Casa Blanca y no a George W. Bush. Mientras que la Unión Soviética sigue siendo una dictadura comunista. No he visto ninguna alusión en la trama a los atentados del 11-S, por lo que presumo que las Torres Gemelas siguen en pie.
La tercera temporada se centró en la llegada a Marte en una carrera en la que tanto Estados Unidos, como la URSS y Corea del Norte se vieron obligados a cooperar en pro del éxito de la misión. De esta manera, en los actuales episodios, ya hay una primera base en el Planeta Rojo llamada Happy Valley, donde conviven astronautas de las dos superpotencias y personal de la corporación Helios, porque las grandes multinacionales también han entrado en la carrera espacial. En el mismo espacio conviven con los difíciles vecinos de Corea del Norte, cuyas dependencias son tan opacas e inaccesibles como su país en la Tierra. En este pequeño reducto enclavado en una zona desértica y árida del planeta, donde hay viviendas y laboratorios, las tensiones entre el personal civil y militar están a la orden del día.
En este nuevo mundo, los asteroides son fuentes de minerales de gran valor y buena parte de la trama gira en la operación para capturar uno de gran tamaño con más iridio que el que se puede encontrar en la Tierra. Así, se convierte en un tesoro muy codiciado. Los habitantes de la colonia en Marte temen quedar relegados a un segundo plano si la misión tiene éxito, lo que nos brindan escenas de las clásicas películas de atracos a lo Ocean’s Eleven, sólo que el escenario no es ningún casino y el botín es un meteorito, que los asaltantes pretenden llevar a la órbita de Marte, para que sus recursos puedan ser explotados desde allí. Recuerda mucho esta trama a las de aquellas películas del oeste donde la búsqueda de minas de oro estaba a la orden del día entre esos grupos de colonos que trataban de labrarse una nueva vida en el nuevo mundo. La colonización espacial tiene algo de aquella vida, donde también estos exploradores estaban en permanente peligro a causa de un entorno hostil, donde cualquier descuido podía suponer la muerte.
El escenario ha quedado listo para que en la quinta temporada Marte pase a ser un importante foco económico, dando la trama un salto hasta el año 2013 para la quinta temporada, que todavía no ha sido anunciada oficialmente, aunque se da por hecha la renovación. Poco le queda ya a la serie para alcanzar nuestro presente. Si seguimos el símil con la colonización del Oeste de los Estados Unidos, puede que nos encontremos en estos nuevos episodios un entorno parecido al de los westerns. Sobre todo teniendo en cuanta, que las empresas privadas ya están metidas en el negocio de los viajes espaciales y cada vez será mayor el número de civiles que se trasladen al nuevo mundo. En esta cuarta temporada ya hemos visto una sublevación del personal civil contra las autoridades de la base.
La duda está en cuántos años más seguirá explorando la serie este futuro una vez que lleguen a la actualidad. A lo largo de cuatro décadas de historia alternativa, hemos tenido muchas bajas en el reparto e incorporaciones nuevas, pero siempre hemos contado con el personaje del astronauta Edward Baldwin (Joel Kinnaman) en el centro de la trama. Oficialmente, es el protagonista, pero la serie tiene una trama mucho más coral. En estos nuevos episodios hemos visto a su personaje con problemas de salud derivados de la edad, por lo que podríamos aventurar que nos encontramos ante sus últimos días de hazañas. Pero ¿quién sabe? Hemos vuelto volver a un Indiana Jones octogenario. Siguiendo con el símil con el western, Baldwin es como un vaquero a lo John Wayne cuyo personaje en El hombre que mató a Liberty Valance (1962) veía cómo el rudo mundo en el que había vivido se desmoronaba para dar paso a otro mejor. De manera que en aquel clásico de John Ford optaba por sus propios sacrificios para dejar que lleguen los aires de renovación. El viejo vaquero podría estar a punto de colgar sus botas.
Lo que está claro, es que un punto determinante de la serie es qué ocurrirá cuando alcance nuestro presente. Este momento no tiene por qué ser necesariamente el final. ¿Veremos la colonización de más planetas?, ¿la salida del Sistema Solar? Como el espacio, la exploración de este futuro imaginario puede ser infinita. Veo poco posible que nos vayamos a encontrar con seres alienígenas en este viaje, porque esto no es ni Star Wars ni Star Trek. Pero también sería un buen colofón como gran final.