Si algo ya está claro a estas alturas es que José Luis Rodríguez Zapatero se siente muy cómodo como coach del PSOE. Ya ejerció ese papel, capital, cuando el partido aún vivía en duelo tras el derrumbe de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo y estaba obligado a reponerse por la urgencia de la campaña de las generales del 23 de julio. Y ahora los socialistas encienden otra vez la maquinaria para los comicios gallegos del 18 de febrero. Con el expresidente como telonero estrella. Él fue el que abrió la convención política del PSOE en A Coruña, y el que otra vez le pidió a sus compañeros que se pongan las pilas, que arropen a su candidato, José Ramón Gómez Besteiro —tercero en las encuestas, tras el PP y el BNG—, y que defiendan la gestión del presidente, Pedro Sánchez.
La tesis fundamental de Zapatero, la que expuso ante los 1.200 delegados elegidos para este cónclave, es que este es «el mejor tiempo de España«. Porque «no hay violencia política», hay «un Gobierno sin corrupción», más españoles trabajan y hay «más empleo que nunca», las empresas registran beneficios —»tanto que se quejan«—, hay más mujeres trabajando y con más responsabilidades, «nunca hubo tantas libertades y derechos individuales», se han «empezado a reducir las desigualdades». «Y añado: un Gobierno al que no le han declarado la independencia en ningún territorio del país».
Sí, soy un firme defensor de la amnistía porque creo en la democracia de la generosidad, de la convivencia, del volver a empezar», subraya
Esa fue la percha que utilizó el expresidente para colgar una de sus reflexiones más relevantes durante su intervención de algo más de media hora, presentado por la eurodiputada Eider Gardiazábal. «Yo soy un firme defensor de la amnistía». Y lo es, siguió, porque cree en la democracia de la «generosidad«, de la «convivencia», con la posibilidad de «volver a empezar». Y porque la promueve el PSOE, justo el partido que es la garantía de que «no se va a romper» España, como no se rompió todas las veces que la derecha dijo que ocurriría, sostuvo. Porque el PSOE, siguió, ha sido «la columna vertebral» del país y de la Constitución desde 1978, y ha estado «en todos los procesos de cambios y de reformas». No era este viernes ni mucho menos la primera vez que el exjefe del Ejecutivo defendía la ley, pero el contexto es lo que daba sentido a sus palabras.
La amnistía es uno de los ejes centrales de la convención que este viernes arrancó en A Coruña —la abrieron, antes que Zapatero, la alcaldesa de la ciudad, Inés Rey, y también la presidenta del grupo de los Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo, Iratxe García, y el secretario de Organización, Santos Cerdán—, con la que el PSOE pone a punto su proyecto. De hecho, la ley ya se incorpora formalmente a la hoja de ruta del partido, y es reivindicada como una «herramienta fundamental» para la convivencia, para el «reencuentro total». Así que el expresidente se reafirmó, porque él la defendió desde que se puso encima de la mesa para conseguir la investidura de Sánchez, y abanderó una postura contraria a la de la vieja guardia encabezada por otro expresidente del Gobierno, Felipe González. Y ahora, además, está en plena tramitación la norma en el Congreso.
Zapatero tocó también de soslayo otro punto caliente de estos días: la delegación de las competencias en inmigración a la Generalitat acordadas con Junts hace 10 días, al amparo del artículo 150.2 de la Constitución. Aún no está claro qué se transferirá, ni cuándo, pero el expresidente acudió a lo que entiende como fondo del asunto, y es que el Gobierno respetará la Carta Magna. Precisamente porque ambas partes han invocado el 150.2. «¡Y dicen [en el PP] que es inconstitucional! ¡Van a declarar inconstitucional hasta la Constitución!», exclamó. Y fue en ese punto en el que defendió que este es un buen momento para pedir un «pacto de Estado de inmigración», para que este no sea «un elemento de combate».
«Cuanto más fuerte es el PSOE»
El expresidente no se cansó de elogiar la gestión de Sánchez, de reiterar que este es el «mejor momento de la historia de España«. Una manera de pedir a los suyos que reivindiquen lo hecho por el Ejecutivo y su hoja de ruta para esta legislatura. «Y la clave es la firmeza, la valentía y la determinación de nuestro compañero Pedro Sánchez: así de claro», alabó.
Sostiene que una de las claves de una democracia fuerte es la aceptación de la derrota, y el PSOE, insiste, lo hace, a diferencia del PP
Zapatero fue invitado por la dirección para hablar de las Democracias más fuertes —era el título de su foro—, y comenzó asegurando que «cuanto más fuerte es el PSOE, más fuerte es la democracia en España». Porque lo que da «más fortaleza a la democracia es la aceptación de la derrota, en las urnas o en las instituciones. Ese es el pacto fundacional de la democracia». El PSOE, dijo, es el partido «que mejor acepta los resultados electorales», y ahí está lo que ocurrió tras el 28-M: «Somos un ejemplo, digámoslo con orgullo». Lo hacía para contraponer la actitud de su formación con la del PP, un partido «más cerca de Vox y más lejos del centro» y que en realidad no ha aceptado, a su juicio, el golpe del 23-J. Justo uno de los argumentos que usa igualmente Sánchez para atacar a los populares y a su líder, Alberto Núñez Feijóo.
A partir de ahí, Zapatero desgranó el resto de elementos que componen las democracias más fuertes. El primero, la paz, la «convivencia pacífica», no solo dentro de un país, ya que «las democracias se debilitan cuando hay un escenario de guerra«. Esa era la percha que utilizó para elogiar la postura del Gobierno respecto a Israel, para alabar la «valentía de Sánchez» al denunciar la «respuesta absolutamente injustificada» de Benjamín Netanyahu, hasta el punto de que «la historia le va a dar la razón».
Pero también una democracia se fortalece «combatiendo las discriminaciones«, y por eso «nuestra democracia es fuerte». Y es más fuerte «cuando defiende los derechos fundamentales», señaló, «también de las personas migrantes». La cohesión y justicia social, la equidad, la redistribución y hasta los límites a la riqueza definen, para el expresidente, cómo son las democracias más asentadas. La conclusión a la que quería llegar Zapatero era sencilla: este es «el mejor tiempo de la historia de España» porque el Gobierno de Sánchez reúne todos esos elementos. «Y si no reconocemos esto es que el PSOE tendría un momento de debilidad, y no lo tiene«. Era su manera de apelar a los suyos a que hagan suya la gestión del Ejecutivo sin ambages ni dudas, de principio a fin. Y de responder, sin citarlo, a González y a los históricos del partido que se han posicionado contra el Gobierno.
«¡Venga, compañeros!»
Zapatero ya se apunta al 18-F: «Le he cogido el gusto a las campañas electorales«. Le adelantó al candidato a la Xunta, José Ramón Gómez Besteiro, sentado en primera fila, que puede contar con él para este viaje, y de nuevo infundió optimismo a los suyos.
El expresidente se apunta a la campaña gallega y le dice a Besteiro que puede contar con él
Y eso que las encuestas pintan una nueva mayoría absoluta del PP y un BNG de segunda fuerza: «Besteiro es un gran apellido, nos dice muchas cosas, es apellido de presidente, tiene una madera y unas trazas de presidente… va a haber sorpresa, vamos a dar la sorpresa y va a ser presidente».
El ciclo electoral comienza ahora. Gallegas el 18-F, vascas en abril, europeas en junio y en el horizonte, las catalanas, las que pueden definir la legislatura y la marcha del propio Gobierno.
—¡Qué ganas tengo de que sean las elecciones en Cataluña. Pero de momento, Galicia y País Vasco. ¡Venga, compañeros! —acabó.
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