El trabajo de los mercados financieros es procesar la información para que el dinero vaya hacia los mejores proyectos y empresas. Tal vez esto sea simplificar demasiado las altas finanzas ya que también tienen que lidiar con problemas como, a día de hoy, la guerra comercial, tipos de interés y la inflación.
Una constante en los mercados es su vocación de permanente renovación con el fin de buscar una ventaja competitiva, lo que ha llevado a que hoy algunas máquinas estén tomando el control de las inversiones. No solo con tareas simples de compra y venta de acciones sino también con tareas más complejas como monitorizar la economía, asignando capital e incluso haciendo Asesoramiento Financiero Inteligente.
Como el mundo financiero trata con grandes cantidades de dinero, siempre ha sido capaz de adoptar los nuevos avances antes que nadie. El primer cable transatlántico, finalizado en 1866, transmitía el precio del algodón entre Liverpool y Nueva York. Los analistas de Wall Street fueron pioneros en el uso de programas de hojas de cálculo, como Excel, en los 80.
Desde entonces, la tecnología ha ido conquistando partes de la industria financiera. Su primera conquista fue el núcleo de la ejecución de órdenes de compra-venta. Si se visita hoy un «trading floor» no se escuchará el griterío de los brókers sino el ruido de servidores.
Mientras tanto, las máquinas siguen ganando autonomía. Los programas informáticos que usan Inteligencia Artificial (IA) están desarrollando nuevas estrategias sin necesidad de supervisión humana. En la actualidad la gran mayoría del mundo financiero sigue siendo escéptico al respecto pero la realidad es que a la vez que aumenta el poder de procesamiento también lo hacen sus habilidades.
Hasta hoy el aumento de las máquinas ha democratizado las finanzas reduciendo los costes, como han hecho en el mundo del asesoramiento los Asesores Inteligentes. Esta reducción de los costes ha provocado, entre otras cosas, que el coste de intermediación haya caído y los mercados sean más líquidos que nunca.
Esta «revolución» tiene también sus riesgos asociados, el principal es la estabilidad financiera. Inversores experimentados aducen que las máquinas pueden llegar a distorsionar los precios ya que podría darse el caso que varios algoritmos persigan valores con unas determinadas características y de la noche a la mañana los descarten. Esto podría reducir la liquidez al bajar el mercado como ha pasado tantas veces.
Todos estos riesgos que se pueden achacar a las máquinas también son imputables al ser humano, que ya ha demostrado a lo largo de la historia que es muy capaz de poder causar sus propias crisis. Sin embargo, una serie de incidentes como la disrupción en los precios de los ETFs en 2010, el crash de la libra en 2016, la caída de los precios de la deuda en diciembre de 2018, la crisis financiera tras el Covid que se han quedado en la memoria colectiva, han hecho que aumente su percepción como fuente de inestabilidad.
Las nuevas tecnologías suelen generar al principio desconfianza, principalmente por los nuevos horizontes de posibilidades que develan. En este proceso suelen aparecer errores pero cuando se ajustan nos traen una mejora de nuestra realidad. Esto es lo que va a traer el mundo de las finanzas, una nueva realidad con mejores condiciones para los inversores finales. O te dejes asustar por la Inteligencia Artificial (IA) ni por los Asesores Inteligentes (IA) asústate de como tu entidad financiera se queda con tu dinero.