La nueva Ley de Enseñanzas Artísticas, en los términos en que ha sido aprobada esta semana por el Consejo de Ministros después de décadas olvidada en los despachos, no parece convencer del todo a nadie. Hay quien ve en este documento una de cal y otra de arena, mientras que otros la denuncian sin paliativos desde diferentes puntos de vista. 

Entre estos últimos está Manuel Ureña, director del Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco, un centro que en teoría debería ser considerado como una universidad, con la misma independencia y recursos. «Soy muy pesimista al respecto», aseguró Ureña a este medio, ya que «creo que la Ley se va a quedar en agua de borrajas». De momento, el texto diseñado por el Gobierno de Pedro Sánchez ha generado el rechazo frontal de la Conferencia de Rectores (CRUE), que considera que otorga a los conservatorios (y otros centros artísticos) una capacidad de que sólo tienen las universidades, la de conceder títulos de grado. Este periódico ha intentado sin éxito conocer la versión del rector de la UCO, Manuel Torralbo.

Títulos universitarios

Es ahí donde está la clave de esta nueva Ley. Para Ureña, «se quiere crear una supuesta universidad, un campus de las artes, pero no sabemos eso qué es». En la práctica, los conservatorios superiores ofrecen títulos de grado equivalentes a los de la universidad, pero carecen de los medios de su contraparte académica y, además, dependen de la Consejería de Educación. Es decir, orgánicamente están al mismo nivel que la enseñanza Secundaria. Un ejemplo: los profesores de Música tienen un régimen laboral «arcaico» similar al de los docentes de Bachillerato. Y Ureña cree que va a seguir siendo así.

También están en peligro, piensa Ureña, los conservatorios elementales, que sólo mantiene Andalucía (en el resto del país son escuelas de música, que dependen de los ayuntamientos). «Ahora quedan desregulados, se los cargan. Les quitan las pocas cosas que tienen, las pocas atribuciones», asegura. 

Postura de la Junta

Por su parte, Rodrigo Checa, jefe adjunto del Servicio de Inspección de la delegación de Educación, ve cosas positivas y negativas en la nueva Ley. La parte buena es la aprobación en sí de la norma, que viene reclamándose desde la Transición sin que haya cuajado hasta ahora. «Es imprescindible que se apruebe, porque entre otras cosas regula las enseñanzas superiores artísticas dentro del espacio europeo de educación superior. Esta ley tiene que dotar de autonomía a los centros superiores de acuerdo con la impartición de una enseñanza superior equiparable a cualquier enseñanza universitaria», asegura. 

Además, Checa valora la internacionalización de la enseñanza de las artes, lo que permitirá a los estudiantes de estas disciplinas participar en programas Erasmus u otros intercambios. Y sobre todo, la mejora en la investigación, que supondrá que a partir de ahora los centros de enseñanzas artísticas tendrán que disponer de una plantilla mínima de doctores, como en una universidad. 

En el otro fiel de la balanza están los conservatorios elementales, el mismo problema que citaba Ureña. Según Checa, «no deberían olvidarse las enseñanzas elementales de música y danza, puesto que con esta ley se les da a las comunidades la competencia exclusiva sobre estas enseñanzas y el estado no determina los requisitos mínimos ni de enseñanza, ni de centros ni de profesores. Esta ley debería garantizar para todo el Estado los requisitos mínimos, para que fueran comunes en el país, y eso se ha olvidado».

Valoración de los sindicatos

La nueva Ley de Enseñanzas Artísticas, que tendrá que recorrer de nuevo todos los trámites legislativos tras quedarse bloqueada en la legislatura anterior, deberá venir acompañada de la correspondiente financiación para que las comunidades puedan desarrollarla. De lo contrario no servirá de nada, asegura Juan Carlos Varo, secretario de Enseñanza de UGT Córdoba. 

En su opinión, «valoramos positivamente el arranque de esta ley que ha generado muchas expectativas. Es bueno que por fin se lleve a cabo». Otros aspectos bien vistos por el sindicato son «la autónoma propia de la educación superior, el reconocimiento de la labor investigadora, la transferencia del conocimiento o los nuevos cuerpos docentes de catedráticos», si bien para todo ello «creemos que es necesaria una revisión de los niveles y las retribuciones de estos nuevos cuerpos». En resumen, Varo recuerda que la Ley «debe ir acompañada de la memoria económica para que no se quede solo en tinta sobre el papel». 

Por su parte, el secretario general del sindicato de Enseñanza de CCOO de Córdoba, Francisco Cobos, cree que es «importantísimo que la Ley se apruebe», aunque «hay incertidumbres dentro del borrador, ya que no se aborda la integración en un marco universitario». En la parte positiva destaca la creación de un cuerpo específico de profesores, que «nos permite negociar avances que no están en el marco general de Secundaria». 

Menos valorable para Cobos es la forma de plantear la investigación artística, que para los profesores puede ser por ejemplo dar un concierto. En opinión de CCOO, «esto tiene que estar regulado porque son derechos sindicales».