Cuando Antoni Noguera asombró al mundo prohibiendo Airbnb en pisos palmesanos, el contencioso en su contra escaló hasta el Supremo. Aunque no se caracteriza por su sentido del humor, el circunspecto Tribunal se carcajeó abiertamente de quienes pleiteaban contra Cort alegando que en Palma ya abundan los hoteles. Los jueces les comunicaron, con la paciencia de quien ilustra a un párvulo, que la existencia de alojamientos no presupone que la ciudad entera deba consagrarse a esa actividad.
El Supremo combatió la idea del Hotel Palma, un gigantesco establecimiento que expulsa de su seno a los vecinos para transformarlos en clientes. El PP llegó al poder con la encomienda de pago de revertir la situación, y pretende robar la ciudad a los palmesanos supervivientes. Aunque el precio a pagar será el mismo, siempre podrá alegar que no se ha plegado a un cacique mallorquín.
La socialista Rosario Sánchez es la garantía de la perdurabilidad de PP/Vox en Cort, cabe recordar que Hila se opuso a ampliar la prohibición de Airbnb a plantas bajas. Sostiene la portavoz del PSOE que el PP trabaja para las «minorías». En efecto, y se trata además de una minoría de un solo hombre. Ahora bien, no queda demasiado creíble en boca del partido que avalaba el beach club del Baluard con todas sus consecuencias, y que ha permitido que el Hotel Palma quede coronado por el falo de Sa Feixina.