Carlos Alcaraz es el último español en el Open de Australia después de la derrota de Paula Badosa ante la estadounidense Amanda Anisimova (7-5, 6-4) en la tercera ronda del primer Grand Slam del año. De los 11 españoles que comenzaron el torneo solo queda el tenista murciano en la lucha por el título. Este sábado buscará su pase a octavos (no antes de las 03.30 horas, Eurosport) ante el desconocido tenista chino Juncheng Shang (140 mundial). Una situación inédita desde 1990, cuando Javier Sánchez Vicario fue el último en caer en la tercera ronda, de los siete jugadores españoles que fueron a Melbourne ese año.
Con Alcaraz en el número 2 y Rafael Nadal, caído al puesto 446 por la lesión de cadera que le ha dejado un año fuera de competición, el vacío español en la clasificación de la ATP y la WTA es el peor de los últimos 20 años. El mejor clasificado en el ‘top 100’, al margen de Alcaraz, es Alejandro Davidovich (24 mundial). Tras el malagueño están Roberto Carballés (63), Roberto Bautista (72), Bernabé Zapata (78), Jaume Munar (82) y Albert Ramos (85), mientras que en la clasificación femenina la mejor española es Sara Sorribes (52), seguida por Cristina Bucsa (56), Rebeka Masarova (91) y la misma Badosa (100).
Un mal anunciado
En Australia ninguno de ese ‘top 100’ ha podido superar la segunda ronda. Un bache anunciado el año pasado en el que, al margen de los seis títulos de Alcaraz, incluido Wimbledon, el único español que ganó un torneo fue Carballés, en Marruecos.
“Tener a Alcaraz disimula la falta de jugadores españoles. Ahora tenemos a un fuera de serie que es Carlos, Davidovich, que tiene muchísimo potencial, capaz de todo, pero luego creo que atrás faltan jugadores y en la parte femenina está costando un poco más”, decía Badosa tras perder en Melbourne.
“Creo que igual falta un trabajo bueno de base de la federación o algo así. Pienso, que en España ese trabajo se podría hacer mejor”, criticó la exnúmero 2 mundial, que ha vuelto al circuito tras siete meses parada por una lesión en la espalda.
Lo cierto es que el tenis español afronta un cambio generacional sin un relevo claro del nivel de campeones como en los últimos años, a la sombra de Nadal, lo fueron David Ferrer, Tommy Robredo, Feliciano López, Fernando Verdasco, Garbiñe Muguruza, Carla Suárez o otros ahora próximos a la retirada como Roberto Bautista o Albert Ramos, superados los 35 años de edad.
«Una pirámide única»
“Nos hemos acostumbrado muy mal. Llevamos más de 20 años de grandes éxitos, con un nivel de tenistas muy alto, con talento especial. No es fácil tener siempre jugadores como Nadal o Alcaraz y tantos otros en el ‘top5’, ‘top’ 10 o ‘top 20 todos los años”, destaca Javier Soler, director deportivo de la Federación Española de Tenis.
El salto al circuito profesional y la entrada al ‘top 100’ no tiene la continuidad de otras épocas a pesar de que en los últimos años la federación ha creado un circuito de torneos que van desde la base a la cima profesional. “Tenemos una pirámide única de torneos que nunca antes se había visto en la historia del tenis español”, destaca Soler de un ambicioso programa que va desde las categorías sub-10, sub-14 y sub-16, y júnior júnior, con 90 torneos ITF de 10.000, 15.000 y 25.000 euros en premios, otros 4 entre 40.000 y 100.000, 15 Challengers y 3 WTA de 125.000 euros.
“Ahora un tenista puede entrar en el ‘top 100’ de la ATP o la WTA, sin necesidad de salir de España, con lo que eso supone para los jugadores de beneficio económico. Antes eso era imposible”, explica el director deportivo de la federación que, anualmente, y solo en ayudas directas a esos torneos al margen de las becas a los tenistas, invierte 1.400.000 euros de los 8,5 millones de su presupuesto.
Cuestión de talento
La inversión económica de la FET es ínfima comparada a los multimillonarios recursos de federaciones como la australiana, la británica, la estadounidense o la francesa, por citar las cuatro que poseen los Grand Slams.
“Tener dinero ayuda, sin duda, pero eso no te asegura campeones. Australia lleva 50 años buscándolo y su actual número 1, Alex DeMiñaur, es de origen español. Se puede entrenar y enseñar a jugar, pero el talento de los grandes campeones es innato. Lo tienes o no lo tienes”, concluye Soler.