«Si quieres paz, destruye a Hamás. Si quieres seguridad, destruye a Hamás. Si quieres un futuro para Israel, los palestinos y Oriente Próximo, destruye Hamás», declaró Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí que también prometió torpedear cualquier posibilidad de un Estado palestino durante su mandato. La operación militar lanzada por el ejército israelí en octubre tenía como objetivo público “destruir” al movimiento islamista palestino a través de la captura o asesinato de sus principales líderes.
Cuando la guerra en Gaza supera los 105 días -con una cifra de víctimas civiles que excede las 24.000 y otros 8.000 desaparecidos bajos los escombros-, el propósito de “erradicar” a la dirigencia de Hamás y su brazo armado, las brigadas Al Qassam, resulta esquivo. Salvo la liquidación del número dos de su organigrama político, Saleh al Arouri, el liderazgo de Hamás sigue intacto. La operación castrense ha logrado matar a los comandantes de Al Qassam que dirigían las operaciones en el norte de la Franja y algunos rangos medios de su estructura militar.
La muerte de Al Arouri se produjo fuera de Gaza, en un distrito de las afueras de Beirut controlado por la milicia chií libanesa Hizbulá en un ataque atribuido a un error de seguridad de Hamás pero principalmente de su anfitrión, el poderoso movimiento libanés que le había garantizado protección y exilio a Al Arouri. El resto de los rostros de la baraja diseñada por Israel siguen con vida, incluido Yehia Sinwar, el líder de Hamás en Gaza y sancionado esta semana por la Unión Europea.
“Es una estrategia que no funcionará”, vaticina tajante Muhannad Ayyash, profesor de Sociología de la universidad canadiense de Mount Royal y reputado experto en el conflicto palestino-israelí. “La resistencia palestina es mayor que una facción política, en este caso Hamás, y mucho menos que un individuo. Por muy alto que sea el rango de un individuo o de un grupo de individuos, aunque Israel elimine de hecho a Hamás, lo que es muy poco probable, la resistencia palestina continuará”, arguye en conversación con El Independiente.
«No estamos dejando el Líbano»
Fuentes de Hamás consultadas por este diario desmienten que sus dirigentes en el Líbano hayan abandonado el país desde el asesinato de Al Arouri, tal y como han publicado ciertos medios internacionales. “No tiene sentido”, réplica un dirigente del buró político. Entre los destinos con los que se había especulado, figuran Turquía y Qatar -ambos países se han convertido en refugio del exilio de Hamás- y Siria, un país que había servido de base de operaciones hasta que la guerra civil de 2011 colocó al régimen baazista de Asad y Hamás en bandos rivales. Ahora la permanencia de Asad en el poder y la aproximación a Irán allanaría el camino de retorno.
Llevan décadas asesinando y encarcelando a dirigentes palestinos de todas las facciones políticas ¿Han derrotado a la resistencia palestina de una vez por todas? No
El Gobierno israelí asegura haber puesto en marcha una campaña para perseguir a la dirigencia del grupo palestino en el exterior, más allás de los límites geográficos de Gaza. La nueva operación, que reconcilia al Mossad con otras campañas pasadas, ha sido bautizada como Nili, acrónimo de una frase bíblica en hebreo que significa «el eterno de Israel no mentirá».
A finales del año pasado Netanyahu señaló que había dado instrucciones al Mossad, el servicio de inteligencia israelí en el extranjero, para que «asesinara a todos los dirigentes de Hamás dondequiera que estuvieran». A principios de diciembre, una grabación filtrada presentó a Ronen Bar, jefe del Shin Bet, la agencia de seguridad interior israelí, diciendo a parlamentarios israelíes que los líderes de Hamás serían asesinados «en Gaza, en Cisjordania, en Líbano, en Turquía, en Qatar, en todas partes… Llevará unos años, pero estaremos allí para hacerlo».
Semanas antes, el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant aseguró que los dirigentes de Hamás «estaban viviendo un tiempo prestado» y apuntó especialmente a tres nombres: Mohammed Deif, jefe del ala militar de Hamás; su segundo Marwan Issa y Sinwar.
“No es la primera vez que Israel asesina a dirigentes palestinos. Llevan décadas asesinando y encarcelando a dirigentes palestinos de todas las facciones políticas, mucho antes de la invasión estadounidense de Irak y de la estrategia de la baraja de naipes usada por EEUU en Irak. ¿Y a dónde ha llevado esto a Israel? ¿Han derrotado a la resistencia palestina de una vez por todas? No. La resistencia continúa porque, en última instancia, no se trata de la resistencia de una facción política concreta, sino de un movimiento de base impulsado por el pueblo palestino y sus aspiraciones de liberación, libertad, justicia y derechos. Surgirán nuevos líderes”, aduce Ayyash.
«Un nuevo Múnich»
En las declaraciones filtradas, Bar alude a la intención de firmar un “nuevo Múnich” en referencia a la campaña urdida por el Mossad tras el atentado reivindicado por una facción de la Organización para la Liberación de Palestina que durante los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972 segó la vida de 11 deportistas israelíes. Entre diciembre de 1972 y 1979 la operación del Mossad liquidó a 10 líderes palestinos. Desde entonces, Israel ha llevado a cabo decenas de asesinatos clandestinos más, con objetivos que incluyen a dirigentes palestinos o científicos nucleares iraníes. Entre ellos, figuran los del jefe de la inteligencia de Fatah, Salah Khalaf, en Túnez en 1991; Fathi Shaqaqi, fundador de la Yihad Islámica Palestina (YIP), en Malta en 1995; o Imad Mughniyeh, organizador clave de atentados terroristas de Hizbulá, liquidado por el Mossad y la CIA en una operación conjunta en 2008. Ambas organizaciones siguen hoy plenamente operativas.
La posibilidad ahora esgrimida por Israel es alcanzar a los dirigentes de Hamás en dos de sus santuarios, Qatar y Turquía. Fuentes oficiales qataríes consultadas por este diario aseguran no sentirse aludidas ni preocupados por un escenario que, cuanto menos, consideran improbable. “Israel puede intentarlo, pero Turquía puede exigir un alto coste a Israel, por ejemplo, cerrando los ojos a los operativos iraníes que quieran ir a por israelíes en Turquía, y Qatar intentará obtener ciertas garantías de Estados Unidos o, en su defecto, reclamar a los dirigentes de Hamás que se trasladen a Turquía o Irán”, señala Joost Hiltermann, director del programa de Oriente Próximo y Norte de África del International Crisis Group.
Capacidad de reemplazo fácil
“Se puede matar a los líderes actuales, pero hay muchos comandantes más jóvenes dispuestos a sustituirlos. Hamás es un movimiento social y político muy extendido, con seguidores leales y muy politizados y muchas personas capaces y dispuestas a reemplazarlos. Se puede matar a los líderes de Hamás, pero no erradicar a Hamás”, insiste Hiltermann. La campaña del Mossad en la década de 1970, que se redujo sensiblemente tras el asesinato por error de un camarero noruego en Noruega confundido con uno alto cargo del brazo armado de Fatah, alimentó las represalias contra agentes israelíes de la organización liderada por Yaser Arafat. Hubo sonoros fracasos como en 1997 el intento de asesinato de Jaled Mashal, uno de los líderes actuales de Hamás, en Jordania que acabó con la detención de los agentes del Mossad implicados.
Se puede matar a los líderes actuales, pero hay muchos comandantes más jóvenes dispuestos a sustituirlos
Para Ayyash, el principal escollo de la estrategia del Gobierno israelí -cada vez más tensionado por las divergencias entre los elementos más ultraderechistas y centristas del Ejecutivo- es que “no está tratando de erradicar no a Hamás, sino en general la voluntad palestina de resistir”. “Cuando reducimos el problema a Hamás y nos creemos el objetivo proclamado por Israel de que se trata de una guerra contra Hamás, estamos malinterpretando la naturaleza de la situación. Se trata de una guerra genocida contra el pueblo palestino. Israel quiere que los palestinos abandonen la tierra y que los que se queden acepten el estatus de pueblo ocupado que nunca disfrutará de soberanía y libertad. Pueden matar a todos los dirigentes que quieran, el pueblo palestino nunca aceptará este como su destino”, recalca el académico.
Estrategia contraproducente
Otra de las aristas que algunos cálculos parecen ignorar es que tanto la ofensiva en Gaza como la campaña de persecución y asesinato de los líderes de Hamás podrían ser contraproducentes para el propósito de reducir la influencia futura del movimiento islamista palestino. Las raíces del conflicto seguirán minando el futuro si no se aborda su dimensión política, advierten los expertos. “La popularidad de Hamás se está disparando en estos momentos, así que sí, todo esto es contraproducente en última instancia. La razón es que Hamás se dirige a las aspiraciones de liberación del pueblo”, opina Ayyash.
La popularidad de Hamás se está disparando en estos momentos
“Supongamos el hipotético y poco probable escenario de que Hamás sea erradicada como facción política. ¿Qué se conseguiría con ello? ¿Significará que se ha logrado el derecho al retorno de los palestinos? ¿Significará que los palestinos puedan vivir como seres soberanos y libres en sus tierras? ¿Significará el fin de la ocupación israelí? ¿Significará que se ha desmantelado el apartheid israelí? ¿Implicaría que la expansión de los asentamientos ha cesado y se ha retirado? ¿Significará que las fuerzas israelíes ya no pueden matar, herir y encarcelar a palestinos sin ninguna causa o consecuencia justa? ¿Significará que se ha hecho justicia a los más de 24.000 palestinos asesinados en sólo los últimos 3 meses? ¿Significará que se han reconstruido las infraestructuras en toda la Franja de Gaza? ¿Significará que la Franja de Gaza se ha vuelto habitable para los palestinos? ¿Se enfrentarán los líderes y soldados israelíes a alguna consecuencia por las numerosas masacres de hombres, mujeres y niños desarmados?», se pregunta Ayyash.
«Esto debería bastar para mostrar a cualquier persona sensata y honesta lo ridículo del pensamiento israelí cuando dice que la eliminación de Hamás permitirá un ‘acuerdo pacífico con los palestinos’. No hay paz sin justicia, y no hay justicia a menos que se aborden adecuadamente todas estas cuestiones y otras. Puesto que está claro que la respuesta a esas preguntas en el actual camino israelí es ‘no’, la resistencia continuará y de hecho crecerá, independientemente de lo que ocurra con Hamás como facción política”, concluye.
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