Cuando hace unos años la izquierda de este país parecía haber despertado de su letargo, cuando la ilusión perdida empezaba a tomar aliento y, cuando el viento frío se hizo cálido, aparecen los primeros demonios para cubrir de nubes negras hasta el oscurecer.
Es la historia perenne de la izquierda, subiendo y bajando, construyendo y demoliendo, toda la vida empezando de nuevo para que como el ave Fénix resurja de sus cenizas. Y, en esta ocasión, la crisis no es reprochable al malvado capitalismo, porque el capitalismo está muy bien aparcado, es lo que es, y se muestra tal como es.
La razón solo es atribuible a personas que conforman estas formaciones de la izquierda, que han desviado su lucha de trabajo en la dirección equivocada. Una lucha por los nombres, lo presenciamos a diario en la coalición de Sumar y Podemos. Este último partido se ha convertido en la vendetta, en la rabia mejor expresada, al no haber conseguido que la apuesta personal de su líder, no entrara en el nuevo gobierno ni siquiera se la permitiera tomar escaño.
Podemos se ha convertido en un partido residual gracias a la personalización de su amado mesías, Pablo Iglesias, nadie lo duda. El seno interno actúa como en un partido presidencialista, cual partido conservador. Un partido que hace bandera del feminismo con mujeres en primera línea, cuando en realidad subyace un machismo provocador sin precedentes en partidos políticos. Un partido que nació enarbolando la honestidad, llamando casta a los políticos que llevaban años viviendo de ella sin hacer nada, pero hoy lo que pretenden ellos mismos es seguir colocados en todas las legislaturas el mayor tiempo posible. Un deseo imposible de conseguir porque Podemos no tiene la fuerza representativa de antaño, gracias a decisiones internas y políticas que han ido tomando durante estos años. En consecuencia, ha provocado que dirigentes de primera línea, gente muy valiosa, incluso cofundadores del partido, por cordura y dignidad, se hayan ido yendo, la mayoría con total discreción para no dañar a la formación.
Esta fragilidad quedó al descubierto tras el batacazo recibido en las últimas elecciones municipales y autonómicas, quedando demostrado el apoyo social que cuentan al perder un número importante de concejales y diputados y no sacar apenas representación. Tras esta debacle, el análisis y autocrítica la basaron en reprochar a los medios que monopoliza la derecha, su apuesta por Yolanda Díaz, para ser ellos los perjudicados. “La traidora” como la llaman, por liderar y aglutinar a la izquierda sin ser Podemos los protagonistas. Sin embargo, sí decidieron posteriormente ir en coalición con Sumar el 28J, porque sabían perfectamente que en solitario no habrían conseguido los cinco escaños en el Congreso que hoy cuentan, escaños que ahora utilizan para demoler a “la traidora” sin pensar en las consecuencias.
En el grupo mixto, por decisión propia, tendrán el protagonismo que buscan y así dividir mejor a la izquierda. Podrán votar en contra de cualquier propuesta para evidenciar que no son un partido más, son más puros. Podrán votar en contra de cualquier decreto, como el presentado en el Congreso para la subvención por desempleo a mayores de 52 años, y casualidad, coincidirán con el criterio de Vox y PP en la misma votación.
Política útil.