Hacer un ánalisis de cómo se percibió la información científica de la covid en la sociedad española era el principal propósito de una investigación financiada por un proyecto de la Universidade de Santiago y otro de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M). El primero sobre el consumo de medios digitales en España y el segundo sobre tomas de decisión sobre la covid.
Para el estudio se encargó una encuesta descriptiva a 1.800 personas representativas de la población española, mayores de edad y residentes en las 17 comunidades autónomas, realizada entre el 6 y el 22 de junio del 2022. “Hasta donde sabemos es una de las mayores encuestas por nivel de población, por no decir la que más, que se consultó en España sobre el consumo de información sobre la covid-19 y la percepción que tuvieron los ciudadanos a partir de las fuentes utilizadas sobre la información que se trasladó a la ciudadanía”, cuenta en conversación con este medio el profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la USC, Alberto Quian, uno de los investigadores que firma el estudio junto a su compañero Xosé Soengas y Carlos Elías, de la UC3M. A pesar de que no han entrado a valorar específicamente las respuestas por comunidades, se conoce que el 5,8% de los encuestados son gallegos, cifra que responde al peso poblacional de Galicia en el conjunto del país.
En palabras de Alberto Quian, el dato referente al consumo y la percepción que han tenido los jóvenes sobre la ciencia y el periodismo durante la pandemia “fue lo que más nos impactó”. De forma general valora positivamente los resultados de la encuesta al obtener que en el conjunto de la población española sí hubo un alto seguimiento de la información que se trasladó desde diferentes fuentes a la ciudadanía. “Alrededor del 85% de la población afirmó que hizo un alto seguimiento de la información sobre la covid, pero ese porcentaje baja notablemente en la población más joven. Tres de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años estuvieron desapegados de la realidad informativa”, según comunica el investigador.
A esto se añade la percepción que tuvieron los encuestados sobre cómo se informó desde los medios de comunicación, y el papel que jugaron los científicos, y se demuestra que precisamente está relacionado con ese desapego, lo que se traduce en que “los jóvenes también son los que más desconfían de la ciencia”.
El estudio concluye que la mayor parte de la población confía en la ciencia, si bien ese porcentaje baja en los jóvenes de forma sustancial. Sin embargo, respecto al periodismo, hay una mayoría que se muestra desconfiada hacia la labor que jugaron los medios de comunicación.
Así del estudio, entre otros datos, se refleja que un 72,6 % de las personas entre 18 y 24 años están de acuerdo con que la ciencia busca la verdad y la hace pública, frente a un 90,2 % de personas adultas de más de 65 años que apoya esta información. También se conoce que el 82 % de la población en general confía en la ciencia pero en referencia los de 18 a 24 años el porcentaje es un 15,3 % menor. Esto deriva, tal y como apunta el investigador, en la escasez de vocaciones científicas en este sector.
En cuanto a la labor periodística, en la encuesta propusieron una afirmación para ver en qué grado uno estaba de acuerdo o no sobre si la existencia de noticias que distorsionan la realidad es un gran problema para España. “Tres cuartas partes de la población creen que los medios de comunicación estuvieron distorsionando la realidad. Otra idea muy respaldada fue que el 56% consideró que durante la pandemia los periodistas hicieron una cobertura de la pandemia sin seguir principios éticos de veracidad e imparcialidad”, manifiesta Alberto Quian.
Tras realizar el estudio se hicieron hipótesis y se compararon los resultados con otros trabajos previos. “En particular la población más joven está utilizando otros canales en busca de información o de desinformación. Hablamos de canales alternativos que transmitieron teorías conspirativas o mensajes negacionistas sobre el virus o las vacunas, y ahí vimos que había ciertos elementos de la población que estaban acudiendo a ellos”, declara.
Alberto Quian valora que esto está resultando ser un problema “porque si desde los niveles educativos y universitarios se están abriendo espacios a esas teorías filosóficas que niegan la existencia de ciertas realidades es normal que alguna gente empiece a desconfiar de todo”.
Sobre el uso de fuentes informativas, el investigador asegura que los medios tradicionales fueron más seguidos por los más mayores mientras que la gente joven ha optado por las redes sociales tras consultarlo con familiares y amigos.
Los resultados de esta investigación podrían encontrar aplicación en ámbito educativo y de políticas públicas, según los investigadores. Apuestan por incidir en los colegios, institutos e universidades en algo que recibe el nombre de ‘educomunicación’, para que los jóvenes entiendan cuales son las fuentes solventes y las implicaciones de la ciencia. “Estamos a tiempo de corregirlo”, dice Quian.