El número de perros en Europa se ha triplicado casi un 200 % en ocho años, según estimaciones de la Fédération Cynologique Internationale (FCI) y la Comisión Europea, y el número total de ejemplares ya alcanza los 73 millones. En España, los canes ya son 9,3 millones, cifra que supera al de niños menores de 14 años.
Las mascotas proporcionan compañía y son un apoyo moral indispensable para muchísimas personas. Y, sin embargo, también tienen un impacto sobre el clima.
«Los dueños de perros deben saber que una gran parte de su huella personal de CO2 lo produce su mascota», dice Matthias Finkbeiner, un experto de la Universidad Técnica de Berlín que en 2020 publicó un estudio sobre el efecto de los animales domésticos en el medio ambiente.
Como es obvio, el impacto depende del tamaño del animal. Un perro de gran volumen puede generar al año la mitad de las emisiones de carbono que, como máximo, un habitante del planeta debería producir.
Tantas emisiones de CO2 como 2.830 kilómetros en coche
En concreto, mantener un perro durante un año causa las emisiones equivalentes a recorrer unos 2.830 kilómetros en coche, según cálculos de ESU-services, empresa con sede en Suiza dedicada a la consultoría ambiental.
Según dicha consultoría, un perro genera en torno a 1.020 kilos de CO2 al año por distintos motivos: comida, transporte por carretera hasta zonas para pasear, alojamiento, equipamiento, cuidados veterinarios, etc.
Sin embargo, el impacto puede ser aún mayor, dado que otros trabajos similares tienen también en cuenta para este cálculo tanto el origen y la producción de los alimentos como su envasado y transporte, pero también la contaminación ambiental de la orina y las heces y la consiguiente limpieza de las vías.
También consumen una gran cantidad de agua para consumo propio y para limpieza tanto del propio animal como de sus deposiciones en lugares ‘inadecuados’ del hogar. El uso de bolsas de plástico para retirar sus heces en la calle constituye igualmente un aumento de la contaminación por residuos plásticos cuando no se reciclan adecuadamente.
Y es que un perro medio produce a lo largo de su vida unos 2.000 litros de orina y una tonelada de excrementos, provocando de este modo una sobrefertilización del entorno en las ciudades. Con todo, la mayor parte del impacto medioambiental y climático se debe a la alimentación. De hecho, hay estudios que afirman que se suele alimentar en exceso a las mascotas. Hasta un 59% de los perros están sobrealimentados, según los expertos.
Los perros también deforestan
Además, aunque nos pueda parecer increíble, nuestros perros también son causantes de deforestación. Ello es así porque en el mundo se dedican casi 50 millones de hectáreas a la producción de pienso para las mascotas, según cálculos de la Universidad de Edimburgo. La elaboración de piensos a base de proteína animal emite cantidades ingentes de gases de efecto invernadero (GEI).
Y el número de mascotas en los hogares no deja de crecer. De los más de 70 millones de perros registrados en Europa, unos 9 millones están en España. Junto con los gatos, estos animales «producen anualmente entre el 0,30 % y 1,20 % del total de emisiones de nuestro país», según apunta el estudio Cálculo de la huella de carbono de los animales de compañía de la Universidad de Alcalá de Henares.
Estudio de referencia: https://ebuah.uah.es/dspace/handle/10017/41448
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