Manuel llama al timbre y Justa abre la puerta. Está claro que sus miradas en casa de los Cervantes lo habían dicho todo, además de la cara de ella al conocer a María.

En cuanto Manuel entra en casa de Justa los dos se funden en un beso, que todo se detiene cuando él descubre que Justa se ha puesto el perfume de Llanos.

Su actitud cambia por completa y llega a amenazarla agarrándola del cuello: “¿Cómo te atreves a ponerte el perfume de Llanos?”, señala, agarrándola con violencia.

Segundos después, el deseo es más fuerte y Manuel y Justa dar rienda suelta a su pasión. Una relación clandestina en la que él parece estar consolándose con ella mientras sigue atormentado en el recuerdo de Llanos.