Aragón ha sido tradicionalmente un gran consumidor de carne de caza, bien a partir de lo que traían los propios cazadores a casa, bien por la existencia de restaurantes especializados, que prácticamente han desaparecido del mapa. Sí quedan algunos que ofertan determinados platos, pero hay que buscarlos con lupa. Ya no es llegar a cualquier fonda del Pirineo y encontrar siempre un guiso de jabalí o aquellas jornadas que alegraban no hace tantas décadas el aburrido mes de noviembre, que llegaron a tener fervientes seguidores.